La Ley de Atracción funciona, todavía no me trae abundancia en dinero pero me ha traído un chingo de información sobre el tema que ha llamado mi atención, que es descifrar al “patrón” y todo lo que se le parezca.
Recién supe de una niña de siete años que fue violada por su primo de seis. El chamaco es hiperactivo y la niña es la única mujer entre sus dos hermanos mayores y el primo. Me pregunté ¿qué lleva a un niño hiperactivo de seis años abusar de su prima de siete? Recordé al patrón y traté de analizar lo que sé de él y de la cofradía, para comprender al violador de seis años: ¿habrá empezado el patrón su vida erótica -pornográfica- y sexual, de una manera tan caótica como este niño de seis? El sexo y el erotismo, como fuerzas súbitas de impulsos que mueven al cuerpo, ¿aparecen sin capacidad de reflexión ni siquiera posterior? ¿Son incontrolables? ¿Cuándo es que son incontrolables?
Intento descifrar la conducta y la motivación del niño de seis años que abusó de su prima mientras los adultos estaban ausentes, ejecutando un acto bien consciente al calcular que las circunstancias eran propicias para que en ese momento nadie lo detuviera de su afán, y ya consumado, nadie lo castigara porque sabía que no le creerían a su prima.
¿Así se empieza? ¿O se empieza antes al tener grabado en la mente, “por que puedo” y tienen bien depurado el cómo, el cuándo y el quién? El patrón y la cofradía les ofrecían a muchachas vulnerables trabajo, un sueldo seguro, sí y solo si accedían a beber cantidades abultadas de licor, a su hostigamiento y posteriores relaciones sexuales.
¿Qué “leen” los hombres en las mujeres que los hace elegirlas para abusar de ellas? ¿Qué fue lo que el niño de seis años “leyó” en su prima de siete que pudo arrinconarla, tumbarla en la cama, montarse y penetrarla a pesar de que ella gritaba, se defendía como podía y no hubo quién a su alrededor que escuchara o hiciera algo por ella? A sus seis años, éso le significó al chamaco un triunfo y un doble placer, además de penetrarla, dominarla. Como al patrón su proceder le significa un quintuple placer: hostigar, emborrachar, penetrar, dominar y, ser protegido, porque esto con los años, acumula.
Al niño de seis años, futuro patrón, le hice saber: “sé lo que hiciste el verano pasado…”