El exconvento franciscano de Huaquechula, así como el templo y ex convento de la Asunción de Nuestra Señora en Tochimilco, éste último severamente dañado en su bóveda, en su portada y en su claustro, tendrían dos etapas de intervención para que, a más de seis años del sismo ocurrido el 19 de septiembre de 2017, puedan reabrir y regresar a su uso social y comunal.
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Ambos edificios históricos son “casos emblemáticos” del conjunto de 187 intervenciones que llevará a cabo el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en los meses que restan de este 2023 y acaso en 2024, como parte del programa de recuperación de los bienes históricos afectados hace más de un lustro en Puebla.
Además de Huaquechula y Tochimilco, indica Manuel Villarruel Vázquez, director del Centro INAH Puebla, otros “casos emblemáticos” son el ex convento de Santo Domingo, en Izúcar de Matamoros; el templo de Santa Ana Necoxtla, en Epatlán; la parroquia de Santiago, en Chila de la Sal; y el templo de Santiago Apóstol, en Atzala, este último un caso particular porque el sismo del 19 de septiembre causó el desplome del templo, haciendo que se viniera abajo su pesada estructura y cayera sobre las personas ahí reunidas, provocando el fallecimiento de 12 de ellas.
“Son varios –los casos emblemáticos-, no son muchos. Son evidentemente casos que la comunidad y los medios tienen ubicados; en efecto, templos como Tochimilco o Huaquechula, ambos de gran envergadura que sufrieron daños y colapsos, que pudieran llevarse un tiempo más –de intervención-”, dice al teléfono.
Particularmente, sobre el templo y ex convento de Tochimilco, el cual es parte de la llamada Ruta de los volcanes que contempla 15 conjuntos conventuales del siglo XVI edificados en las laderas del volcán Popocatépetl, reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en ingles), menciona que un primer apuntalamiento y consolidación estructural se dio en el año 2021, siendo ese uno de los procesos llevados en el inmueble hasta la fecha.
“Lo importante es señalar que contamos con el recurso y la posibilidad de que, aprovechando las técnicas y los avances, pudiéramos acelerar algunos pasos o procesos, pero no escatimar en la seguridad” de los usuarios, afirma el directivo que llegó al Centro INAH Puebla en junio de 2020.
Es real, sí se pretende terminar obras en 187 inmuebles: Villarruel
Para este 2023, asevera Manuel Villarruel, sí se pretende culminar con las 187 intervenciones del programa de atención de daños causados por el sismo en Puebla, contemplando acciones en templos, conventos y capillas que por su naturaleza son de propiedad federal, además de vivienda histórica y espacios históricos, todos ellos diferentes géneros arquitectónicos que no sólo corresponden al INAH sino al gobierno federal en general.
Ello, aclara, porque si bien el INAH contabilizó 621 monumentos religiosos dañados, de los cuales 125 presentaron daño severo, 335 moderado y 161 menor, esta cifra habrá que extenderse hasta 778, pues a los templos o conjuntos conventuales dañados se le suman otros tipos de arquitectura como escuelas, haciendas, acueductos, puentes e incluso casas de cultura de orden municipal, que son intervenidas por otras áreas del gobierno federal como el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura o la Dirección general de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, ambos de la Secretaría de Cultura federal, además de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y la Comisión Nacional de Vivienda.
“En realidad, para el estado de Puebla una vez que se concluya el programa habrá 778 acciones en inmuebles afectados. La diferencia entre 621 y 778, es que esta última cifra corresponde al otro tipo de universo de arquitectura que son monumentos históricos pero no de propiedad federal”, apunta.
Villarruel Vázquez indica que la intervención a 187 inmuebles afectados por el sismo del 19 de septiembre de 2017 implica la aplicación de recursos por 794 millones de pesos, “una inversión” que puede considerarse como “dato trillado al decir que es una intervención histórica”, pero que sí es de resaltar, porque se le destina al patrimonio. Dicha cifra, acota, se suma a los mil 444 millones de pesos que se ejercieron de 2017 a 2022.
De paso, señala que de ser necesario, a los 794 millones de pesos que se destinarán este año, existe el ofrecimiento que siempre ha hecho el presidente Andrés Manuel López Obrador para que, de ser necesario, se refuercen los recursos “para sumar a esta gran empresa que se ha iniciado”.
“Es real. La secretaría de Cultura Alejandra Frausto ha señalado que este año 2023 es la meta. Estamos trabajando, pero también es cierto que existen casos emblemáticos por las dimensiones, por la antigüedad y por el tipo de daños que pudieran requerir un tiempo adicional. De estas 187 acciones, la gran mayoría o el grueso de ellas, podrán quedar; algunos casos en febrero, marzo o abril pudieran quedar concluidos, pero deberán ser los menores”.
Nadie puede dudar que el INAH está sujeto al “escrutinio público”
Frente a las críticas por el retraso en las intervenciones a los inmuebles afectados e incluso por aquellos que no cuentan todavía con algún programa de trabajo, el titular del Centro INAH Puebla considera que si bien “cualquiera puede tener su opinión y perspectiva personal” sobre el trabajo del instituto, nadie puede dudar que el INAH es un organismo que sujeto al “escrutinio público, al análisis, opinión y controversia”, a la par de que no se ha “cerrado a ese análisis sobre todo cuando viene de datos concisos y bien fundados”.
“En lo que sí no estamos de acuerdo es que no se reconozca el esfuerzo que se ha hecho en los últimos años, la gran cantidad de templos entregados y que no se descalifique un instituto tan noble que ha participado con una gran cantidad de especialistas en la materia”, refiere.
De paso, Manuel Villarruel recuerda que el INAH contó desde el comienzo de la intervención con un “consejo técnico asesor” que dio seguimiento a los casos más graves del país, a la par de que ha trabajado con instituciones y especialistas de diversa índole, como ha sido en el caso de Puebla, que se ha colaborado con el Instituto de Ingeniería de la UNAM, por ejemplo.
“Es un compromiso, nos sentimos comprometidos con la sociedad, con las comunidades, con el patrimonio. Para nosotros es un tema que por mandato de ley se tiene que cumplir. Se hace con mucha convicción y con toda entrega posible. Ha sido un proceso complejo, ha habido otros factores que se han sumado a distraer los esfuerzos, pero nuestra obligación es entregar los edificios con una mejor calidad en su estructura, con la finalidad de que sigan resistiendo los embates de la naturaleza, que va a seguir sucediendo inevitablemente”.
Manuel Villarruel concluye que uno de los logros del INAH es que no ha descansado a pesar de la epidemia y los procesos que han atravesado al país. “No hemos descansado y creemos que estamos haciendo las cosas bien. La prueba es que muchos de los templos terminados han resistido los últimos embates sísmicos”.
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