Este fin de semana la entrada de la mixteca poblana, la cual abarca de Atlixco hacia Izúcar de Matamoros, quedó convertida en noticia por un par de razones: la sentencia en contra de uno de los responsables del asesinato de un estudiante de medicina y la ubicación y encarcelamiento de dos hombres dedicados a la comercialización de estupefacientes.
El destino
En la primavera de 2017 el cuerpo sin vida y calcinado de una joven estudiante de medicina fue encontrado en un paraje de la comunidad conocida como La Venta, en Huaquechula.
Carmelita N. resultó ser uno de los autores materiales e intelectuales del homicidio. Recientemente ésta recibió una segunda sentencia de 47 años de prisión, de acuerdo con los datos proporcionados por la Fiscalía General del Estado (FGE).
La correspondiente carpeta de investigación refirió el 29 de marzo del año mencionado Noemí Guadalupe perdió la vida tras ser asfixiada. Después en un intento por no dejar huellas o rastros del crimen quemaron el cadáver y acabó abandonado en ese municipio.
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La chica universitaria aquel día salió su domicilio, ubicado en el corazón de la capital poblana, y tenía como destino la escuela. “Horas más tarde alcanzó a comunicarse con sus familiares para avisarles estaba retenida por la propia Carmelita y su cómplice de nombre Arsenio en un domicilio de San Juan Huiluco”, describió el expediente.
A pesar de la alerta y de la búsqueda de la policía ya era demasiado tarde. Casi 24 horas después la encontraron en las condiciones mencionadas. Aparentemente se trató de un presunto lío amoroso y no de un secuestro como todo indicaba. Tras ser atrapados, la pareja admitió la culpabilidad. Arsenio pasará 45 años y Carmelita 47 años de prisión respectivamente.
La comida
Mientras comían tranquilamente en un restaurante de la comunidad de La Galarza, junta auxiliar de Izúcar de Matamoros y sobre la carretera a Atlixco, un par de hombres terminaron detenidos por las autoridades. El motivo: comercialización de estupefacientes en esa zona.
De acuerdo con los datos oficiales Luciano N. y Jesús N. ya eran monitoreados a partir de una serie de denuncias anónimas sobre su actividad en las calles. Hoy deberán enfrentar un proceso por el posible delito de daños a la salud.
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