Aunque el ayuntamiento de Puebla solo ha clausurado formalmente 13 locales en la zona de la 46 Poniente por diversas irregularidades, entre 200 y 300 negocios en la misma área permanecen cerrados, así como cientos de trabajadores sin poder laborar, debido a que hay un severo dispositivo de la fuerza pública bloqueando los accesos a la zona.
En un recorrido que efectuó La Jornada de Oriente, los vendedores no supieron precisar el número de trabajadores que dependen de la operación de estos establecimientos; sin embargo, refirieron que cada uno cuenta con entre dos y hasta 20 empleados, aproximadamente, los cuales no han tenido ingresos en al menos en la última semana.
A decir de los entrevistados, en su mayoría se trata de personas con salarios bajos y quienes viven al día, por lo que en estos momentos se les complica llevar el sustento a sus hogares.
Los entrevistados afirmaron que es posible que en algunos negocios se vendan autopartes robadas; sin embargo, hay refaccionarias debidamente instaladas que dan trabajo a entre 10 y 20 personas que han tenido que cerrar en medio de las movilizaciones policiacas.
En las 10 calles que constituyen la manzana del mercado de la 46 Poniente se puede observar a los bicicleteros, jóvenes de escasa edad, algunos de ellos niños, quienes acercan a los automovilistas a los diferentes negocios para adquirir autopartes.
En el recorrido se observó a estas personas a la expectativa, de la misma forma que los dueños de establecimientos y cajeros o empleados de mostrador, quienes deambulan cerca de los locales en espera de que estos se vuelvan a abrir.
Los propios declarantes reconocen que el mercado ha crecido considerablemente y se extiende desde la Diagonal Defensores y la 46 Poniente hasta el Bulevar Carmen Serdán, por lo que es difícil precisar cuántas personas dependen de la venta de autopartes o de refacciones para automóviles.
En su extensión, el mercado cruza la 11 Norte y otras avenidas importantes en lo que se vuelve por momentos en un paso interminable de negocios, algunos de los cuales se observan como auténticos deshuesaderos.
Aunque los propios comerciantes acusan “hostigamiento” por parte de la autoridad, transitar por la 46 Poniente es como meterse a la “boca de lobo”, según consideran algunos clientes.
A la par de los bicicleteros, personas en automóviles particulares dan rondines continuos y observan la llegada e incluso siguen a quienes consideran extraños.
Los compradores desconocen de donde proceden las autopartes adquiridas a mitad de precio, algunas de las cuales pueden llegar a ser piezas originales, y tampoco conocen el origen de los vehículos desvalijados cuyas piezas llenaban las azoteas de las casas de la zona.
Hay quienes hay quienes refieren que en el lugar han encontrado incluso las piezas que les fueron robadas de sus vehículos, las cuales identifican por los tatuajes de las autopartes.
Este lunes no se observó el acoso usual de los vendedores a los automovilistas para comprar piezas de automóviles; sin embargo, manejar por las calles de la 46 sigue siendo una acción llena de adrenalina por el ir y venir de personas, algunas en actitud sospechosa.
En ese contexto, empleados y empresarios legítimos anhelan volver abrir sus cortinas para continuar con la labor que han desempeñado por generaciones.