“El 12 de diciembre se tiene que poner en marcha el Museo Internacional Barroco (MIB) como museo inmersivo e interactivo. No habrá acervo. Serán paredes y paredes de un gran edificio que generó una gran deuda”, afirmó el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.
Durante su conferencia de prensa matutina señaló que, al edificio, mismo que fue inaugurado en febrero de 2016 por su impulsor, el entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, “hay que sacarle utilidad”.
El MIB, prosiguió, “tiene formas de control financiero enormes por parte de quienes se hicieron dueños de esa obra, de ese crédito y ahora tenemos que sacarle utilidad. Por eso museo interactivo e inmersivo”.
Cabe recordar que la construcción del MIB estuvo a cargo del Grupo Higa, propiedad del empresario Juan Armando Hinojosa, ligado a escándalos de corrupción, mientras que el diseño fue del arquitecto japonés Toyo Ito, y la museología de Miguel Ángel Fernández.
Destaca que en su apertura el MIB echó mano de obra de museos estatales como el Museo José Luis Bello y González y el Museo Casa de Alfeñique, además de la Catedral.
Asimismo, para su apertura se creó un fideicomiso de adquisición de obra por 400 millones de pesos que resultó en la obtención de obras de arte sobrevaluadas o antigüedades inexistentes, con referencias fiscales dudosas, además de la importación de obra para exposición con costos elevados.
Resalta además que la obra se construyó bajo formas de financiamiento APP –de Asociación Pública Privada- que representa una deuda pública estimada en 10 mil millones de pesos.
En ese sentido, de los mil 443.1 millones de pesos que el gobierno del estado plantea para el ejercicio 2023, y con el fin de cumplir con los compromisos que contrajo la administración morenovallista con la iniciativa privada, el MIB concentra 458.4 millones de pesos.
En el marco de su apertura hace más de un lustro, algunos de sus críticos señalaron que el edificio era un “capricho sexenal” a la par de que dejaba ver “el concepto populista de entretenimiento cultural de una clase política frívola e ignorante que usa los museos como escenografía de sus presentaciones públicas”.