“El fascismo eterno aún nos rodea… aunque se disfrace de las formas más inocuas. Nuestro deber es detectarlo, quitarle la máscara y denunciar en voz alta cada una de sus gestas.” Umberto Eco.
El mundo se desmorona ante nuestros ojos, no nos quedemos con los brazos cruzados.
No es novedoso el peligro que las narrativas de odio, los movimientos y políticas de intolerancia y fascismo merman la democracia. El efecto ominoso de los discursos de odio, se expresan en genocidios, desplazamientos, despojos, y múltiples violencias.
Las retóricas de odio se viralizan en los entramados de las redes digitales de comunicación, extendiendo divisiones basadas en estereotipos y desinformación a escala global. Las democracias se debilitan, y la anhelada paz se presenta frágil y en riesgo. (ONU: derechos humanos de mujeres, bajo ataque).
La ONU, define los discursos de odio como “cualquier tipo de comunicación, ya sea oral o escrita, —o también comportamiento— , que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son, en otras palabras, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad”. A lo que se suma la intencionalidad del daño.
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La ignorancia y desinformación no son inocentes cuando se trata de promover discursos de odio, es decir, personas que de “buena fe” comparten información errónea sin saberlo, están contribuyendo a contaminar los ecosistemas de la información afectando a las personas que se convierten en el blanco de los discursos de odio. La retórica del odio tiene la capacidad de destruir, deshumaniza a las personas, legitima formas de violencia perpetradas contra los grupos sociales que atacan. Pasó con los judíos en el holocausto, con los hutus y tutsis en Ruanda, y el sinnúmero de genocidios a través de la historia. Algo común, son los discursos de odio que les precedieron.
La fragilidad de las democracias se acentúa ante los autoritarismos fascistas que proliferan en el mundo desde las ultraderechas. El principal riesgo, la forma en que la gente común, de forma sencilla adopta y reproduce los discursos de odio y concuerda con participar en lo que pasará a ser parte de la historia de crímenes de lesa humanidad.
El poder de las personas es la clave y a su vez la ausencia y amenaza de las democracias. El 45 por ciento de potenciales votantes que no sufragaron en noviembre de 2024 en Estados Unidos, están siendo afectados por las funestas políticas de Trump que amenazan los sistemas de salud, educación, pensiones, y derechos laborales. (Un mes de Trump: “la era de la incertidumbre”).
Queda la invitación a sumar voces y acciones para desmantelar los discursos de odio y construir narrativas de amor y esperanza. Convoquemos a la democracia comunicativa que propone Adela Cortina para promover la amistad cívica, el debate público, pero bien informado, la posibilidad de discernir en marcos de respeto y con pasión por construir puentes desde postulados éticos que posibiliten la resolución de conflictos para el bien común, la equidad y el cuidado de la Madre Tierra.
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Heroica Puebla de Zaragoza, a 07 de marzo de 2025.
ADRIANA PAOLA PALACIOS LUNA