Que bueno fuera que no tuviésemos la necesidad de criticar, despreciar o de tenerle miedo al bocón Donald Trump. Sería un error perder la atención sobre su conducta, porque posee el control para causar daños a cualquiera que pase en sus cercanías. Y no sólo por él, sino por los aplaudidores, a cuál más de fervientes repetidores de sus consignas y obsesiones, sobre todo, por falsear la realidad debido a diagnósticos tergiversados sobre la verdad.
Trump no es un hombre cabal o responsable, menos honesto, dominado por corajes, ambiciones y resentimientos. Es indecente en el altanero trato y mínimo sentido de respeto por sus groseras palabras, obligan a la cautela y a serena reflexión. En su escenario espera aplausos o vítores de sus seguidores que lo empujan a la desmesura. El continuo desencuentro con el presente y los sentimientos ciudadanos de su mismo país, que ahora están en el proceso de reclamárselo.
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México es, su vecino y socio dependiente, muy distinto del ucranio y de su sobajado presidente, que, desde un principio, es un títere electo. Los dirigentes de ese país, se sometieron por completo a los diseños y mandatos estadounidenses. Fue la rusofobia, del compacto grupo de judíos que rodearon a Joe Biden, los que operaron la emergencia fascista en Ucrania. Ahora, le dan una voltereta, Trump culpa a Zelensky de haber iniciado la guerra.
Con manoteos se valió Trump para gritonearlo en la Oficina Oval, y acusarlo de que puede iniciar la tercera guerra mundial. Entonces Trump, cree tener el derecho de ordenarle que le entregue sus valiosas tierras raras. Sin el armamento y el paraguas protector estadunidense, Ucrania queda desvalida en una guerra que, para todo efecto, ya perdió. Las reacciones de los europeos, por más forzadas y endebles que sean, han entorpecido la ruta marcada por Trump a la negociación de paz. No la tendrá tan fácil al modo como lo imaginó. (Descarta Donald Trump que Ucrania pueda unirse a la OTAN).
Las negociaciones han sido aceleradas por la premura impresa entre Trump y Vladimir Putin. Por lo pronto se atenúa la postura de erigir a Rusia como enemigo.
La conciencia y juicio mundial que emerge por estos desplantes trumpianos es, crecientemente, negativa hacia esa nueva administración, pues los impulsos del uso de aranceles a discreción por caprichos personales está dañando la confianza dentro y fuera de ese país.
México está muy lejos de la postura y las bases funcionales que afectan a Ucrania. La nuestra es una nación, en muchos de sus aspectos, dependiente y débil frente al poderoso vecino, pero nunca desesperada, limosnera e insegura. La presidenta Sheinbaum está sumergida en una continua negociación ante las, posfechadas, amenazas de aranceles.
Ella es una mujer digna y valerosa que no se presta a ninguneos. Fue electa con legitimidad y, con el tiempo, agranda el respaldo popular. Ha hecho las tareas correspondientes a sus situación y fortalezas, e instruido a sus secretarios para que, como equipo, entren al pleito con sus contrapartes en defensa de los intereses nacionales. (De concretarse aranceles, tomaremos decisiones, reitera Sheinbaum).
Aquí, en México, se montó un mitin de proporciones que muestran la unión y respaldo ciudadano al gobierno de Sheinbaum. El ruido, los colores y las fotos llegaron, sin duda, a muchos lugares y oídos lejanos. Los próximos tiempos dirán cómo quedará el nuevo y trastocado orden mundial.