A más de 10 millones de dólares anuales, un promedio de 200 millones de pesos, ascienden las afectaciones económicas que ha generado la contaminación del río Atoyac en la salud de los poblanos, reveló la académica María Eugenia Ibarrarán Viniegra, del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente (IIMA) de la Universidad Iberoamericana campus Puebla.
Durante la presentación virtual del estudio Cuánto cuesta el deterioro del Atoyac, expuso que la contaminación ha provocado una serie de enfermedades que van desde infecciones diarreicas hasta dermatitis, cefalea y cáncer en habitantes que viven en las inmediaciones al afluente, que han sido documentados por organizaciones civiles.
Dicho estudio fue elaborado en los últimos tres años por investigadores multidisciplinarios del IIMA –entre ellos Ibarrarán Viniegra, Romeo Saldaña Vázquez y Tamara García Pérez–, en el cual identificaron al menos 10 diferentes tipos de contaminantes en el agua del Atoyac.
El informe se dio previo a la creación de la Comisión de Ordenamiento Metropolitano, que incluye 39 municipios de Puebla y Tlaxcala, para hacerle frente a los problemas de salud que representa el río Atoyac, el segundo más contaminado del país.
La investigadora explicó que las afectaciones pueden ir desde los 2 mil dólares hasta los 16 millones de dólares y, en contraparte, el saneamiento de las aguas tendría un costo de apenas 5 mil dólares al mes.
En su intervención, Michael Andrew Paulhus, socio de un fondo de inversión en infraestructura relacionada con el agua, informó que desde el inicio de la epidemia por Covid–19 se ha observado un incremento de descargas residuales domésticas al Atoyac.
Afirmó que esto se debe a que las autoridades municipales han disminuido la vigilancia para evitar la contaminación.
De acuerdo con un diagnóstico realizado para un plan de rescate del Atoyac, en Puebla hay un total de 16 mil 506 fuentes de contaminación, de las cuales 8 mil 640 son del sector de servicios; 3 mil 639 de industrias manufactureras, 3 mil 301 de comercio al menor, 853 de comercio al por mayor y 73 de minería.
Precisó que en su conjunto representan 15 por ciento de las descargas al río.
Además, indicó que las grandes empresas internacionales no son el problema de la contaminación del afluente, pues están sometidas a evaluaciones que les realizan las marcas o clientes a los que les trabajan.
Expuso que se deben cumplir con ciertas certificaciones en materia de gestión hídrica, cuestión que no ocurre con las descargas domésticas.
“¿A quién le tienen más miedo?, ¿a una inspección del gobierno o a una de Levi’s?, te va a decir que a la de Levi’s, porque si no cumple no vende su producto”, cuestionó.
Andrew Paulhus señaló que el problema del desecho de contaminantes es más grave a nivel de medianas o pequeñas empresas, que no pasan por este tipo de certificaciones internacionales.
Advirtió que en el caso de las empresas del sector alimenticio, cada vez se dificultará más la exportación de productos cultivados en las regiones, donde se riega con el agua del Atoyac, debido a que incumple con los estándares de higiene en el extranjero.
Atender el problema de raíz
En tanto, la coordinadora de la especialidad en Gestión Integral de Riesgos de la Ibero, Lorena Cabrera, informó que la actividad habitacional provoca hasta 70 por ciento de las descargas de agua negra a los ríos.
Dijo que, por lo tanto, aunque los residuos de la industria son más contaminantes, estos se realizan en menor cantidad.
Aseveró que el problema de fondo no solo es la falta de regulación, sino de vigilancia, tras citar que hay varios proyectos residenciales en donde no se construyen plantas tratadoras de agua residual o que se han edificado en zonas cercanas al Atoyac, a pesar de que se inundan.
Al final, el biólogo Robert Masón señaló que las autoridades poblanas deberían resolver el problema de fondo, que es la mala calidad del agua.
Recomendó como estrategia que los recursos económicos se destinen a la implementación de un exitoso proyecto de saneamiento, luego de referir que el daño a los ecosistemas provocado por la contaminación es invaluable.