Tristeza y nostalgia, pero también alegría y esperanza, lo mismo que ideas, experiencias y realidades fueron convocados en el primer coloquio Rutas y relatos: el viaje como práctica cultural, siglo XIX que revisa no sólo el viaje como un aspecto de la movilidad humana sino la manera en que, en el siglo XIX e incluso ahora, constituye algo “más que significativo”.
Este coloquio “es una invitación a recorrer, desde múltiples miradas el siglo fundacional donde el acto de viajar se convirtió en un fenómeno cultural transformador”, como señaló Teresa Márquez Martínez, directora del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF) y el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM).
Al inaugurar el programa organizado por el CNPPCF a través del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (Cedif) y el propio MNFM en coordinación con la licenciatura en Literatura y Filosofía de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Puebla, expuso que, particularmente, el viajar en el ferrocarril, fue una de las cosas más significativas de finales del siglo XIX.
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El viaje, continuó, lo que provocó también fue construir territorio. “De pronto sí podíamos hacer del país y no solo de un poblado, de una región, sino sentirnos parte de un país porque podíamos viajar de un lado a otro”, confió acompañada por Ana Lidya Flores Marín, directora del departamento de Humanidades y José Luis Camacho García, coordinador de la licenciatura en Literatura y Filosofía, ambos de la Ibero Puebla.
Márquez Martínez prosiguió que en un mundo que se globalizaba a través del ferrocarril y el barco de vapor, “los viajes en el siglo XIX fueron testigos y cronistas de la construcción de identidades nacionales, entre tradición y modernidad, y como la génesis de narrativa que hoy es puente para entender el presente”.
Definió que el coloquio, que extenderá su jornada este jueves 24 de abril en el MNFM y viernes 25 en la Ibero Puebla, es un espacio en el convergen la historia, la literatura, el arte y la ciencia para interrogar cómo los relatos de viaje moldearon la imagen de México ante el mundo o de qué manera el paisaje, la tecnología y las emociones se entrelazaron en estas experiencias.
De paso, mencionó que el coloquio contará con la participación de 34 ponentes, distribuidos en ocho mesas de trabajo: Viajes, paisaje y folclore, Cartografías, memorias y emociones, Agua, rieles y movilidad, Senderos compartidos, Huellas, miradas y experiencias viajeras, Literatura en movimiento, Viajeras y escritoras, y Viajeros sin fronteras.
La directora del MNFM expuso que además de las mesas de trabajo, como parte del coloquio Rutas y relatos: el viaje como práctica cultural del siglo XIX se realizará la presentación del libro La modernización porfiriana vista por los viajeros, coordinado por José Enrique Covarrubias Velasco e Itzel Toledo García, que contará con los comentarios de Veremundo Carrillo Reveles, destacado especialista del INEHRM.
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Concluyó que con este coloquio se podrá “avanzar colectivamente en la construcción de una reflexión y un marco teórico renovado para el estudio del viaje como categoría analítica”.
En se sentido, Jonatan Moncayo Ramírez, jefe de Curaduría y Colecciones del MNFM y coordinador del coloquio detalló que éste nació no solo para explorar el viaje no sólo como una acción concreta y de desplazamiento, sino como una práctica cultural cargada de significados simbólicos, ideológicos y afectivos.
“Viajar implica mucho más que trasladarse de un punto a otro, implica transformarse, observar y ser observados, imaginar y narrar. Es también una forma de producir conocimiento, confrontar ideas y articular nuevas formas de ver el mundo”.
Completó que en el siglo XIX el viaje se convirtió en una experiencia masiva y transformadora, impulsada por la revolución de los medios de comunicación y transporte, como el mismo ferrocarril o la fotografía, que no sólo facilitaron el tránsito físico, sino que generaron nuevas maneras de mirar y narrar.
“La figura del viajero y la viajera se volvió un personaje central en la construcción de discursos de lo propio y lo ajeno, lo moderno y lo tradicional, lo nacional y lo extranjero”, propuso el historiador de formación al definir que, por tanto, el coloquio propone pensar el viaje como una práctica social y cultural en la que se proyectan, negocian y transportan los valores de toda una época.