La llamada Virgen Apocalíptica, obra clave del reconocido pintor novohispano Cristóbal de Villalpando (ca. 1649-1714) fue sacada, hace ocho años, de su espacio original: el Museo José Luis Bello y González. Lo anterior, como parte del expolio realizado por el entonces gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas, para llenar las salas del naciente Museo Internacional del Barroco (MIB).
Ocho años y meses después, pues el MIB fue inaugurado en febrero de 2016, el óleo de uno de los pintores más afamados de la Nueva España, cuya obra se realizó a fines del siglo XVII y principios del XVIII, regresó este fin de semana al Museo Bello.
Lo anterior, en el marco de los 80 años del recinto abierto el 21 de julio de 1944, uno de los pocos museos públicos en el mundo que resguardan una colección originalmente privada en el propio inmueble que habitó su coleccionista.
La colección de José Luis Bello y González (1822–1907), heredada a su hijo José Mariano Bello y Acedo (1869–1938), quien continuó incrementándola tras el deceso de su padre, fue donada en un primer término a la Academia de Educación y Bellas Artes del Estado de Puebla.
Después de la muerte de su esposa, Guadalupe Grajales, en 1941, el gobierno del estado adquirió el edificio de la calle 3 Poniente 302, que fue declarado monumento artístico. Finalmente, el 21 de julio de 1944 el inmueble fue inaugurado como museo público. En él se encuentran más de 3 mil piezas de talavera, herrajes, marfiles, pinturas de Juan Cordero, Agustín Arrieta, Bartolomé Esteban Murillo, Juan Tinoco y Miguel Jerónimo Zendejas, además de muebles e instrumentos musicales, objetos de marfil, taraceados, cerámica y artes aplicadas.
Su acervo contiene piezas únicas como el ánfora romana del siglo I antes de Cristo, o un arco filipino Pabellón flotante que tiene la imagen del mapa más antiguo de la misma ciudad. Asimismo, se exhiben cinco obras del pintor Agustín Arrieta (1803–1874) y un cuadro realizado en la técnica del arte plumaria que representa a San Antonio de Padua.
También están las salas de los Marfiles, la sala Oriental y la de Música, una de las más importantes, donde se encuentran valiosos instrumentos musicales como el órgano tubular barroco (1720).
Una de las salas más interesantes e importantes es la sala Talavera que fue decorada con azulejos de talavera y ladrillos, así como las piezas de azul y blanco o la loza policromada, vasijas que fueron realizadas por los primeros loceros de Puebla en el siglo XVI. La sala resguarda piezas realizadas en Calamina que es una curiosa mezcla metálica que se parece al latón que se utilizó en la época Virreinal.
Otra de las salas que sobresale es la Pinacoteca ya que contiene obras de pintores europeos de Giuseppe Molteni (1800–1867) y José de Ribera Bernardino Gagliardi (1609–1660), entre otros.
Este museo, construido en sus orígenes como casa habitación en el corazón de la ciudad, destaca, además, porque se fue adaptando a las necesidades de la colección, tanto arquitectónicamente como en lo que se refiere a mobiliario e iluminación.
Un momento clave fue el 12 de julio de 1940 cuando el gobierno de Puebla declaró la casa y la colección de la familia Bello y González como “monumento artístico”, designación con la que desde hace 80 años se protege y se garantiza el cuidado tanto de su acervo como del edificio ubicado en la calle 3 Poniente 302 para que permanezcan como “unidad”.
Dicha declaratoria, la cual se califica como pionera e innovadora en su época debido al “andamiaje legislativo” creado para perpetuar y salvaguardar la colección, sirvió para consolidar un 21 de julio de 1944 el llamado Museo José Luis Bello y González.
La declaratoria y la Promulgación de la Ley Orgánica del Museo José Luis Bello y González, en la cual se indica que la “colección y la casa de la 302 de la 3 Poniente no se deben enajenar”, permiten proteger al recinto de cualquier intento de despojo.
Asimismo, desde 1940 existe una declaratoria que lo cataloga como Monumento artístico, gracias al entonces gobernador Gustavo Ariza y el recién creado Instituto Nacional de Bellas Artes, fundado el mismo año, que empezaba a emitir primeras declaratorias de protección al patrimonio.
En su historia reciente, el Museo Bello cruzó por un momento en particular: cuando el 19 de junio de 1999 la capital poblana fue cimbrada por un fuerte sismo, que afectó de manera particular el inmueble, e hizo necesario su cierre hasta enero de 2005, tras un largo proceso de restauración y alrededor de 16 millones de pesos para tal labor.
Luego, para noviembre de 2015, meses antes de la apertura del MIB, se supo del saqueo de piezas que comenzó en este y otros recintos poblanos en beneficio de una de las obras más onerosas del gobierno morenovallista, siendo en ese momento cuando la Virgen Apocalíptica, de Cristóbal de Villalpando, fue extraída.
Para “celebrar” su regreso y los 80 años del museo, se exhibe un tapete monumental de la Virgen Apocalíptica hecho con aserrín pigmentado en el patio del museo. De paso, el martes 23 de julio se llevará a cabo la conferencia El Museo José Luis Bello y González y el coleccionismo familiar” mientras que el viernes 26 de julio se hablará de Puertas con significado en la arquitectura: Función y diseño.