“La esencia del Xochipitzahuac es un grito. Es decir que los pueblos indígenas siguen y no es cierto que han dejado de existir”, afirma de manera enérgica Maribel Elías Coyotl al hablar sobre la llamada “fiesta de los pueblos indios” que cada año, desde hace dos décadas, celebra la comunidad de San Bernardino Tlaxcalancingo.
Es una fiesta, advierte Eufemia Cuaya Huanetl, pero no es una fiesta que celebra el 12 de octubre que antes conmemoraba la “conquista española” y luego el “encuentro de dos mundos”. Se trata más bien, “de hacer hincapié de nuestra lucha y la resistencia a lo que nos cerca en la propia comunidad”.
Este año, indica Miriam Vargas Teutle, la Xochipitzahuac será el domingo 12 de octubre a partir de las 10 horas en el cerro del Acahualtepetzi y sus alrededores, reuniendo música, poesía, danzas, palabra y recetas salidas de la tradición y del campo, que son hechas para compartir. Incluso, iniciará una noche antes con la velación y la danza azteca, que es más bien un ritual para “llamar” a los abuelos y abuelas, a quienes han estado en resistencia y acompañando la resistencia actual.
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Durante una entrevista, recuerdan que la fiesta de los pueblos indios se gestó en 1992 a partir del conflicto generado por el entonces gobierno estatal que quiso apropiarse de las tierras de los vecinos en Tlaxcalancingo para abrir una carretera, intención que provocó la organización de sus habitantes quienes llegaron a la ciudad de Puebla cargando no sólo sus consignas sino los productos que se cultivaban en sus parcelas, así como su comida, sus costumbres y vestimentas, mostrando así que la tierra de la población producía y no eran campos estériles y abandonados, puestos para hacer pasar una obra vial.
“Era decir que la tierra era la vida, era mostrar que sí se puede vivir de ella, que ella mantiene la identidad, que da agua, que da territorio”, como nota Maribel Elías.
Sobre todo, era decir y sostener incluso en la actualidad, que el pueblo de San Bernardino Tlaxcalancingo no está negado al desarrollo, sino que la exigencia es sobre la forma en que se aplica este renglón y la revisión de las políticas públicas, para que éstas tomen en cuenta su voz como pueblo originario.
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Destacan que este año, su exigencia reside en que el actual gobierno municipal de San Andrés Cholula que encabeza Guadalupe Cuautle, al que San Bernardino Tlaxcalancingo pertenece como junta auxiliar, integre a su plan de desarrollo las necesidades y peticiones de la comunidad.
Sobre todo, frente al plan de desarrollo urbano municipal que “no integra las estrategias de protección de pueblos originarios” y privilegia a las zonas urbanas cercanas a la comunidad, que son de alta plusvalía como fraccionamientos, edificios y casas de lujo.
De paso, notan que este año la Xochipitzahuac se hace gracias y por la comunidad, que a través de diversos donativos en dinero y en especie han logrado que se aliste la edición 2025, contrario a la autoridad auxiliar que no ha apoyado a la fiesta. “Nos brindaron el espacio porque no tienen como negarlo, pues es un lugar de la comunidad”, confía Eufemia Cuaya, una de las fundadoras de la fiesta.
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En este contexto de resistencia y lucha la Xochipitzahuac se realizará el próximo domingo 12 de octubre con la presencia de danzantes y músicos de San Miguel Canoa, La Resurrección, La Galarza y San Pablo del Monte, así como la tradicional danza de Moros y Cristianos del propio Tlaxcalancingo y la representación de la tradicional Boda indígena, celebrada alrededor de las 14 horas, que reunirá a padrinos, papás, novios y elementos como los “popotes”, los xochipotli, los magueyes con ocote y las coronas de huejote que se intercambian y forman parte del tlanahuatilis, la palabra de los abuelos quienes presentan, ofrecen y agradecen los regalos, para dar paso al baile final con aquellas ofrendas.
Destaca que la fiesta, que se transmitirá por la radio comunitaria, a través del 107.1 de frecuencia modulada, tiene una sola petición para los visitantes: el no llevar desechables ni introducir refrescos o bebidas alcohólicas, ello para cuidar la naturaleza de la festividad que es de resistencia y de vida.
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