Prender una luz de esperanza a quienes buscan a un hijo, a una hija, a una madre, a un padre, a un niño o niña desaparecido. En ello, reside la apuesta del montaje Cuando le cantan a la Luna, dedicada a quienes pasan por este periplo para conectar y abrazar, desde el teatro, con su necesidad de búsqueda.
La pieza, escrita y codirigida por María Valero, al lado de Jiovanny Mora, tiene una pequeña temporada en el Teatro Melpómene. En ella, aparece Xolo, un joven que enfrenta la repentina ausencia de su mejor amiga, Nettoni, quien una mañana desaparece de camino a la escuela y, de manera decidida, emprende al lado de la familia de Nettoni un viaje que busca traerla de regreso, siguiendo una luz que también lo guiará hacia la verdad.
Cuando le cantan a la Luna, señala la directora y dramaturga, se gestó en medio de la pandemia, a partir de un guion que escribió con una pregunta en mente: ¿cómo aprendemos a decir adiós para poder soltar el dolor?
“La semilla de esta obra germinó una noche, al escuchar en una entrevista el testimonio de tres madres que habían perdido a sus hijas víctimas de feminicidio. La impotencia, el coraje y la tristeza me invadieron; pensé en cómo la vida puede desgarrar sin previo aviso, en cómo el duelo nos deja a la deriva y, sin embargo, también en cómo la esperanza puede resistir incluso en la oscuridad más densa”, cuenta Valero.
Leer también: Universitarios llevan al teatro a la Llorona en una obra que resuena en femenino
La también actriz de la obra añade que desde su disciplina, pudo ver que el teatro podía ofrecer algo: “un espacio para mirar el dolor de frente, acompañarlo y, quizá, dejar entrar un rayo de luz”.
El resultado, cuenta, es esta obra que no solo denuncia la violencia y la desaparición de personas, sino que también se convierte en un acto de acompañamiento colectivo, que recuerda “que el amor y la memoria son fuerzas que resisten incluso frente a la violencia más devastadora”.
Para el productor Jean Marco Colunga, el llevar a escena Cuando le cantan a la Luna ha sido un asunto “retador”, pues como equipo han tratado de llevar el tema de la desaparición con mucho respeto y sensibilidad, pues si bien la obra se plantea como una ficción, apuntalado desde el realismo mágico presente en su vestuario y en sus personajes, es una historia real y presente.
Prosigue que esta pieza dramática busca funcionar como un espacio no solo de denuncia sobre la inseguridad que existe en el país, sino más bien como una forma de dar acompañamiento y de externar que se puede encontrar la luz en un camino tan sinuoso como el que atraviesan los familiares de personas desaparecidas.
Te recomendamos: Obra montada por jóvenes universitarios de la UDLAP participará en el FITU
“Lo que buscamos en un inicio, más que hacer una denuncia, es llegar a las personas que han transitado por eso o por algo similar y darle acompañamiento”, reitera el también productor cinematográfico, quien incluso nota que desde el teatro se logra un acercamiento más directo con el público.
Colunga apunta que si bien los personajes están ambientados en el tono de realismo mágico, la propuesta sigue siendo muy terrenal. En ese sentido, menciona que si bien el protagonista es Xolo, un chico que despierta con la noticia de la desaparición de su mejor amiga; las mujeres están presentes a través de la madre y la hermana de Nettoni, quienes viven no sólo en la desesperación de la búsqueda, sino en el miedo de saber que una de ellas podría ser la siguiente en desaparecer.
“Las mujeres están presentes, si bien el protagonista es un chico, están los personajes femeninos, la misma chica que está desaparecida y hay un personaje femenino más que es la Luna, un espíritu que los acompaña y los va guiando”, refiere el encargado de la producción, papel que comparte al lado de la propia María Valero y Jiovanny Mora.
“Lo importante para el equipo es que pudiera sentirse la presencia femenina, si bien en la historia no decimos que se trata de una madre buscadora o un colectivo, pues no se mete a este mundo, el personaje de la madre sí tiene un rol de buscar, de ir con esos buitres que representan el poder, de seguir cuestionando preguntando. Retrata la desesperación humana y de madre de no saber lo que pasó con sus hijos. Fue importante llevarlo por ahí, representarlo desde la sensibilidad y hacia lo emocional, de cómo transita una madre este periplo”, apunta.
Leer más: Improvisación, danza, teatro e instalación dan forma a La piel de la ausencia
Jean Marco Colunga concluye que la obra nace desde una preocupación genuina y a partir de lo que se publica en las noticias sobre lo que pasa en el país, con la meta de conectar con quienes lo viven para, de alguna forma, darles una luz de esperanza. Así, la pieza no sólo apuesta visualmente por su diseño y su narrativa, sino por provocar la empatía y el acompañamiento hacia el tema. “Llama a nutrirnos como público no sólo de lo artístico, sino también de lo social”.
En Cuando le cantan a la Luna actúan María Valero, Fany Perias, Seok Romero, Marlen Huerta, Said Navarro, Sixto Meléndez, Alejandro Vázquez, Zaturno Arzaluz y Mauricio Macías, éste último también encargado del diseño de producción y de vestuario, al lado de Verónica Valero, María Valero y Jiovanny Mora.
Se presenta este viernes 17 de octubre a las 20 horas en Teatro Melpómene -17 Sur 3103, en la colonia Volcanes-, donde habrá dos funciones más los días 24 y 31 de octubre; además de que tendrá una función especial en el Teatro de la Ciudad el martes 28 octubre a las 18 horas.
