A dónde vamos o a dónde nos lleva el proyecto impulsado durante los dos primeros años del sexenio del primer gobierno de Morena que tiene como centro al pueblo, entendido ahora como los desposeídos y explotados de la entidad y la nación.
El horizonte recobrado parece ser la liberación del mundo neoliberal, que ha hecho presa del ser humano convirtiendo todo en mercancía. En el que la individualidad es lo único existente.
Como herencia de los movimientos de liberación nacional, forjados a lo largo de las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado en América Latina, se recupera la idea de Freire. El principio fundamental es escuchar a la gente y el aprendizaje es indispensable para la vida.
La realidad histórica es donde se forman los sujetos, pero son ellos los que hacen que esa realidad sea transformadora debido a su praxis, ¿Dónde están los sujetos de la transformación? Más allá del pueblo en abstracto.
La clase política que se agrupa en partidos políticos asociados para hacer historia está formada por los mismos que durante muchos años vivieron a la sombra y el patrocinio del PRI. Todos los gobernantes tiene el sello tricolor.
La particularidad de la actuación pública durante los últimos dos años está marcada por el diseño e implementación de programas asistenciales. Los tlaxcaltecas se han convertido en sujeto pasivos ante la repartición.
Si el pueblo debe superar el colonialismo, la subordinación y la dependencia, solo puede hacerlo a través de su propia agencia. Lo que significa participar en un proceso de elevación de la conciencia, de la concientización.
Esa tarea nadie la está haciendo, ni el partido, ni el gobierno y menos aún en el espacio fundamental que marca la pedagogía de la liberación: la educación.