Mayo rebelde

Históricamente, en la época contemporánea, mayo se ha ido configurando como un mes de rebeldía, un espacio del tiempo en donde se expresan diversos movimientos sociales que tienen como denominador común su rechazo al statu quo, al autoritarismo y, sobre todo, al modelo de sociedad impuesto desde la consolidación de la industrialización a la mayor parte de países del planeta.

A principios de mes se cumplieron 45 años de la rebelión estudiantil en Francia, cuando los jóvenes de la posguerra, hijos del existencialismo sartriano, levantaron barricadas en pleno barrio latino y cuestionaron abiertamente el autoritarismo de una sociedad patriarcal y sus instituciones, al mismo tiempo que cuestionaron los fines mismos del modelo de sociedad consumista que se presentaba como la meta personal de cada individuo, denunciando el vacío existencial que este modelo conlleva, oculto debajo de la promesa de “felicidad” obtenida a través de una vida de comodidades. Aunque la rebelión fue duramente reprimida, su impacto transformó radicalmente a la sociedad francesa que hasta el día de hoy se debate por llevar adelante un nuevo programa anticapitalista, en medio de una Europa sometida a los designios del capital, mediante el engaño de una “comunidad europea”.

En el seno de la misma Europa, apenas hace dos años, en uno de los países que más tardíamente se ha incorporado, España, surgió otro movimiento social masivo de rebeldía, que en estos días celebra su segundo aniversario: el movimiento de los Indignados que tomó las plazas, no sólo para expresar su rechazo a las medidas de austeridad impuestas por el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, y aplicadas dócilmente por los políticos cómplices, sino sobre todo para abrir canales horizontales de discusión y diálogo entre los verdaderos interesados, entre los integrantes de la sociedad civil, dejando al descubierto el rejuego político del sistema, en donde empresas, Estado y políticos son parte de los mismos intereses del capital, que pretenden seguir imponiendo el modelo de explotación. El domingo pasado, las plazas de 30 ciudades españolas fueron nuevamente ocupadas por el movimiento para demostrar que sigue vivo y deliberante.

También en México se cumple un aniversario más de otro movimiento inesperado que surgió entre los estudiantes, el Yosoy132, que también ha jugado un papel importante en desenmascarar a la clase política, sus simulaciones electorales y sus complicidades con el duopolio mediático, que es la punta de lanza del neoliberalismo internacional. Aunque muchos consideran que el movimiento se ha diluido después de haber causado un inesperado dolor de cabeza al sistema, el movimiento sigue vivo, menos visible ahora, pero construyendo ciudadanía desde abajo, junto con otros movimientos que se rearticulan y se entretejen en redes que siguen diciendo ¡Basta!, como el recién nacido Frente Único de Lucha de Oaxaca, otro grito de rebeldía en mayo.