Logo de La Jornada de Oriente
Cargando...

La fábrica en la escuela

Por: Guillermo Aragón Loranca

2012-02-21 04:00:00

Cuando todavía la SEP y el gobierno federal siguen insistiendo en aplicar, cueste lo que cueste, las directivas neoliberales del Plan Bolonia en la educación nacional, fragmentado en varios subprogramas que parecieran desarticulados o ajenos al plan maestro, como es el caso de la “educación por competencias”, ya se asoma la cabeza de un nuevo monstruo, de una nueva “innovación pedagógica”, rescatada del depósito de basura de historia industrial del “fordismo”, la metodología Stallings, de la que Karina Avilés daba cuenta en este mismo diario la semana pasada y que básicamente consiste en aplicar una metodología para medir la eficiencia del trabajo industrial en una empresa, en la evaluación del trabajo del docente y los alumnos en el salón de clase.

Aunque esta nueva quimera se presenta como un paso necesario hacia la “modernización educativa”, la verdad es que se trata de una política más impuesta por el Banco Mundial a los países subdesarrollados y que va adosado como condición de los préstamos que el organismo otorga para promover el desarrollo, entendido éste, exclusivamente como crecimiento económico. Desde esta perspectiva neoliberal, se pretende que los países pobres salgan de su atraso impulsando la educación, pero no cualquier tipo de educación, sino la educación neoliberal, la que ya no es universal ni gratuita, ni es un derecho humano, sino que es manejada por los intereses privados y es selectiva y direccionadora en función de las demandas de la industria y del mercado.

En esta educación, no se trata de formar seres humanos conscientes y responsables, sino técnicos especializados en una minúscula área del conocimiento destinados a cumplir una función mínima y específica en el misterioso e inexplicable entramado del mercado capitalista. De acuerdo con lo expuesto en el trabajo de Avilés, concretamente se trataría de que el trabajo educativo entre alumnos y maestros se evalúe en función de cómo se emplea el tiempo de clase, partiendo de la premisa de la ingeniería industrial de que los tiempos de clase deben ser ocupados de manera eficiente en el tiempo en: exponer, leer en voz alta, repetir, memorizar, realizar tareas específicas, preguntar, copiar, ejecutar instrucciones verbales, operaciones todas que se pueden “medir objetivamente” y fuera de las cuales, en esta concepción industrial del proceso educativo, no existen ningunas otras.

Está claro que dentro del modelo neoliberal, la educación es consideraba como un proceso clave para la domesticación de los ciudadanos reducidos a un papel de productores/consumidores pasivos, y que por ello se está cercando y reduciendo la función de la escuela formal, a una antesala de la fábrica o de la empresa, como si la riqueza y la complejidad de la vida humana se agotara en el “¡Consume y cállate!, como si efectivamente hubiéramos llegado al fin de la historia y como si no existieran otros modelos alternos de vivir en sociedad y de concebir el futuro. Como ciudadanos responsables, tenemos que defender la educación gratuita, universal y laica, y como espacio de recuperación del pensamiento universal legado por cientos de generaciones que sentaron las bases para una vida humana muy diferente de la que estamos sobreviviendo.

Share
La Jornada
Nacional Michoacan
Aguascalientes Guerrero
San Luis Veracruz
Jalisco Morelos
Zacatecas  
Tematicas
Defraudados Izquierda
AMLO Precandidatos 2012
Servicios Generales
Publicidad
Contacto
© Derechos Reservados, 2013. Sierra Nevada Comunicaciones S.A. de C.V.