"Español con criollo, gavilán con pollo"

Los gobiernos de México y Estados Unidos suscribieron un acuerdo relativo a la explotación de yacimientos transfronterizos de hidrocarburos en el Golfo de México y a pesar de que el titular del Ejecutivo aseguró que la firma del documento refleja el compromiso de ambas naciones por encontrar soluciones a los grandes desafíos energéticos que tienen en común, bajo una visión de responsabilidad compartida, el asunto ha dado lugar a cometarios y observaciones de diversos actores políticos, sobre todo por parte de legisladores dada la necesaria ratificación del Senado de dicho acuerdo.

En teoría, la firma asegura jurídicamente el petróleo de México en el Golfo; permite aprovecharlo racionalmente, se obtendrán mayores ganancias y se evita una explotación unilateral de los yacimientos fronterizos, lo que contribuye a fortalecer la seguridad energética de la región.

Los vecinos del norte, por su parte, han señalado que representa una oportunidad de negocios para Estados Unidos sobre todo si tomamos en cuenta que es el segundo país exportador de este país, sólo por debajo de Canadá.

También nos han señalado el hecho de que México se acerca en poco tiempo al fin de la fortaleza en materia de petróleo y según proyecciones Cantarell ha bajado su producción diaria en casi un 30 por ciento.

Todo ello debería de convencernos de las bondades del acuerdo, pero no debemos precipitarnos en “echar las campañas al viento” porque existen factores históricos, técnicos e incluso de idiosincrasia que influyen para el éxito o fracaso de este acuerdo.

Si revisamos la historia, veremos que no siempre tratar con nuestros vecinos del norte ha sido beneficioso para nuestro país. Razones puede haber muchas, pero la diferencia que hace el avance tecnológico y el poderío económico son factores que pesan a favor de ellos en las negociaciones, ya sea económicas, políticas o financieras, por lo que puede resultar cierto aquel dicho que decía mi abuelo: “español con criollo, gavilán con pollo”.

Actualmente hay mucha expectativa respecto a la región fronteriza del Golfo de México que comparten Estados Unidos y México e incluso se ha llegado a considerar que contiene yacimientos de crudo pesado, que se extiende por más de 12 mil kilómetros cuadrados, lo que constituye alrededor de 40 por ciento más de las reservas que posee el país.

Sin embargo, también valdría cuestionarnos por qué, en su momento, a pesar del descubrimiento del yacimiento de Cantarell, uno de los hallazgos petroleros más grandes de la historia de la humanidad, no abatimos el problema de pobreza o todavía mejor, por qué no alcanzamos el deseado progreso.

La verdad es que no debemos perder de vista que en materia de explotación, administración, operación, manejo y mantenimiento del petróleo, la experiencia nos da saldo rojo. Pemex, aún en las épocas más favorables, ha sido mal administrado, sus recursos tanto petroleros como financieros han sido dilapidados y no son pocos los casos de corrupción y malos manejos en la historia de esta paraestatal.  No hay acuerdo que nos garantice que esto vaya a cambiar.

Por último, cabría reiterar lo que ya varios legisladores han afirmado,  a la fecha no conocemos la “letra chiquita” del convenio y aquí es importante recordar que “el diablo está en los detalles”. Sólo cuando los conozcamos podremos estar en condiciones de determinar si se trata de un acuerdo de ganar, ganar o, por el contrario, uno de esos casos, comunes y desafortunados,en donde pocos ganan y los mexicanos perdemos.