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Bisagra

Por: Iván Farías

2012-05-02 04:00:00

En una de esas pláticas al calor de las Victorias, en uno de aquellos domingos familiares, decía mi abuelo que él tenía sobre sí la marca de haber nacido en una “generación bisagra”. Entre explicaciones decía que la suya había tenido que ceder el poder paterno ejercido por golpes y descalificaciones a las nuevas teorías psicológicas de la crianza de hijos.

A la distancia y de manera personal, creo que deberá llegar una “generación bumerán” que recupere la responsabilidad sobre la crianza de los hijos y no sea sólo la respuesta de “es que el chamaco no me obedece”. Pero esta columna no va de eso. Retomo la idea de “la generación bisagra” para hablar sobre los recientes electores que no conocen. Es decir, la mía, a mis 35 años me tocó vivir en los estertores del priiato y el amanecer de los gobiernos del PAN. Los que se saben la historia obvien mis palabras.

Existía hace algunos años un partido que emanó de una revolución. Él reunió dentro de sí las diferentes vertientes en pugna. Lo mismo derechistas extremos que deseaban una limpieza étnica, como los de extrema izquierda que deseaban un Estado gordo y que estatizara y tuviera las riquezas naturales del país bajo su mando. Era curioso ver como se debatía y coordinaba bajo su mando el deseo de eliminar la inmigración china en Sinaloa y el entonces territorio de Baja California y las ansias comunistas oaxaqueñas.

El Partido de la Revolución Mexicana, luego el Partido de la Revolución Mexicana y finalmente Partido Revolucionario Institucional es en sí mismo el aglutinador y pacificador de un país bronco y violento. No por sí mismo, sino por su historia. Al PRI le debemos los servicios de salud, una estabilidad económica y social que no tuvieron el resto de países de Latinoamérica. Además de un crecimiento cultural y económico que vio su punto más alto en los primeros años de Díaz Ordaz.

Luego la decadencia. El PRI al no soltar el poder derivó en una dictadura disfrazada, en un Estado represor, hiperinflado, caótico, corrupto, demagogo, asesino; en pocas palabras ojete. El nuevo PRI es la misma corrupción pero ahora resentida.

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