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Algunas divagaciones político-electorales

Por: Ramón Beltrán López

2013-02-26 04:00:00

Se calienta el ambiente político y al calor de la futura contienda (¿futura o presente?) los aspirantes, suspirantes, músicos de acompañamiento y demás fauna política ya velan sus armas, diseñan estrategias, fabrican alianzas... y se preparan para la guerra. Van por todo. Y es que ahora la caballada está gorda... o tal vez,  nomás abundante. Finalmente es bien sabido que un cardumen de sardinas puede alimentar a una ballena gigantesca, porque aunque estas sean pequeñas, simplemente son muchas, pero muchas, muchas. Tanto las sardinas como las chambas actualmente en disputa. Y además éstas últimas ahora son LP, o sea de larga duración, como aquellos discos que ya no eran ni de 78, ni de 45 revoluciones por minuto, sino de 33 y un tercio.   Y entonces duraban un resto, traían hartas piezas musicales o canciones. Claro que no eran nada comparadas con los discos actuales, esos que dizque se llaman MP3, y muchísimo menos con esas que llaman “memorias” y que quien sabe por qué razón y en qué lugar las meten pero les caben muchas más. Y hasta por miles y miles. Muchos miles. Casi tantos miles como le caben a un político ambicioso. ¿Acaso hay de otros?

Pero además se calienta porque ahora la pelea será a muerte, el todo por el todo. Porque ahora los períodos en disputa serán de casi cinco años. ¿Cuándo se había visto semejante cosa, caballero? Cosa grandiosa. Diputados y presidentes municipales de larga duración. Chamba jugosa y por mucho más tiempo. Y tal vez sea que por eso hay quienes, inclusive, quieren repetir en el puesto.  Lo cual no llama la atención si se trata de diputaciones pues ya  tenemos repetidores consuitinerario, digo consuetudinarios, como Víctor Hugo Islas. Que han brincado de puesto en puesto, sin fallar, sexenio tras sexenio, trienio tras trienio. Y sin violentar el sacrosanto principio de la No Re–elección. Virginal hasta la fecha. Y menos se atrevería nadie, en su sano juicio, a intentarlo en pleno año del centenario del sacrificio del apóstol de la revolución, don Francisco I. Madero. Ni lo mande dios.

Entonces ya quedamos en que re–elección no hay ni habrá, pero se puede repetir en el cargo si existe uno o varios periodos intermedios, entre una chamba de elección y la otra. Si la popularidad y el publo lo exigen así. Muy diferente al caso de don Joaquín Gamboa Pascoe, Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo, y muchos otros más de esos nuestros “nuevos” apóstoles de la clase obrera, quienes saben que han sido electos para ocupar un puesto vitalicio... aún en contra de su voluntad. Vitalicios o de re–elección a perpetuidad.

Aquí las chambas nomás serán como de cuatro años y ocho meses. No habrá nada vitalicio. Aunque también se juega el futuro de un sexenio. Del que corre. Porque en este proceso electoral el gobierno estatal saldrá fortalecido... o sumamente menguado. Y todavía le faltarán tres años para que se termine. Nomás la mitad. Y requiere del control del Congreso y de la capital para gobernar a gusto, por lo menos. Entonces resulta que lo que se apuesta es mucho. Y lo que se puede ganar o perder también. Además los  equipos locales tienen su corazoncito y también sus intereses, y los van a defender con todo. Y es que en la gran Tenochtitlan ya hubo cambio de emperador y el de ahora quiere que la tierra de los camotes sea gobernada por uno de su misma estirpe, de su mismo plumaje, lo cual significa que remará en contra de la voluntad de Moreno Valle.

Y así, ya ha empezado a nombrar a una larga serie de delegados federales ligados genéticamente al tricolor local. Excepto, si acaso, de la hija de Verónica Mastretta, Daniela Migoya Mastretta, quien después del naufragio del Amy Camacho quedó huérfana de apoyo político, pero rápidamente se le encontró cobijo y acomodo como delegada federal de Semarnat. Con lo cual se consigue la proeza de poder acomodar a la familia acomodarse dentro de las tres fuerzas políticas, consecutiva o simultáneamente: doña Verónica, dueña de Puebla Verde, candidata a senadora por el PRD en 2006: doña Verónica regidora por el PAN en el ayuntamiento panista de Puebla, durante el periodo de gobierno panista de Moreno Valle. Ahora su hija Daniela, ex funcionaria del gobierno panista de Puebla pasa a ser delegada federal de un gobierno priísta, y su otra hija, Lorena, aún se encuentra laborando en el DIF estatal con la señora Erika Alonso, esposa de Moreno Valle. Menuda hazaña. Insuperable. Futuro asegurado, gane quien gane. Pierda con quien pierda, no pierde.

Pero también hay otros interesados en las chambas, algunos con visiones opuestas e interesantes de nuestra  realidad política. A manera de ejemplo podemos ver que “Franco” Rodríguez, primo de Pablo Rodriguez Regordosa, abandona el liderazgo de la Coparmex local (fábrica de funcionarios panistas) para supuestamente contender por la presidencia municipal de la capital bajo los colores de Acción Nacional, pero a los pocos días establece públicamente, y con meridiana claridad, que los ciudadanos comunes y corrientes, aunque sean seleccionados como candidatos de un partido, no pueden competir en condiciones equitativas en las contiendas electorales contra los funcionarios públicos en activo. Lo cual parece absolutamente lógico. Máxime cuando el Instituto Estatal Electoral “no ve ningún acto de campaña adelantado” ante la profusión de espectaculares que inundan la ciudad, con las imágenes sonrientes de varios funcionarios supuestamente acompañados del gobernador, y que aparecen en la portada de algunas revistas de nula circulación. ¿Así como competir? Parece absolutamente razonable.

El único pero es que desde dentro de sus mismas filas, el alcalde Eduardo Rivera insiste nuevamente en la re–elección de los presidentes municipales. Y argumenta, como lo hacen sus homólogos de todos los partidos, mientras están en el poder, que tres años son muy pocos para terminar todo lo que que se necesita hacer en una ciudad.

Y en este momento surgen dos preguntas muy importantes: ¿si no se puede competir en condiciones equitativas, como dice “Franco”, contra un funcionario en activo, quien podrá derrotar a un munícipe en funciones y que anda en busca de su re–elección? Y la segunda: si lo anterior es cierto, y a juzgar desde la óptica de la serie de denuncias formuladas desde principios de año, por la Secretaría de Hacienda y la Auditoría Superior de la Federación, respecto de la opacidad y la absoluta discrecionalidad con la cual se ha adquirido deuda pública y se han manejado estos fondos por parte de los gobiernos municipales, ¿quién puede enfrentar a un munícipe con fondos públicos manejados a su libre albedrío? 

Y ya para terminar llegaríamos a la inevitable conclusión: la realidad política actual nos demuestra que es muy complicado derrotar al funcionario público en funciones, máxime cuando ocupa un puesto del poder ejecutivo donde dispone casi libremente de los fondos, lo cual después de haber aceptado que las dos premisas anteriores son válidas nos conduce a pensar que si hubiera reelección de alcaldes estos estarían en las mejores condiciones para triunfar en una contienda electoral, sin que sea condición indispensable  que hayan sido excelentes, o siquiera buenos,  durante su gestión.

Tal vez lo más importante sería investigación seria investigar con seriedad cuales son las causas –y los remedios– que hacen imposible lograr una planeación municipal que sea obedecida –así sea parcialmente– por las administraciones siguientes.

Mientras no encontremos las causas, y mientras no les pongamos remedios legales efectivos, seguiremos padeciendo gobiernos de “ocurrencias”.

¿Recuerda usted, amigo lector, algunas “ocurrencias” de gobiernos municipales anteriores?

¿Y sabe usted cuántas obras municipales persisten inconclusas, trienio tras trienio? ¿O que simplemente están olvidadas?

 

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