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Quién fue Chava Reyes

Por: Horacio Reiba

2013-01-07 04:00:00

Para el aficionado joven, no más que un señor  de cabellera abundante, tan  blanca como el infaltable bigote, al que Jorge Vergara obligó a dejar las pantuflas para calzar de nuevo los tacos y participar en los primeros segundos de un partido oficial allá por el 2008: se llamó a esa parafernalia extraña un homenaje al mayor mito viviente del chiverío. Y tal vez alguien recuerde, de la rueda de cine nacional en blanco y negro con que Televisa suele llenar las horas muertas, una disparatada cinta titulada Las Chivas Rayadas donde Salvador Reyes hace de efímero galán, con Clavillazo de amigo inoportuno y Humberto Moro, uno de los toreros de moda, conquistando a otra de las muchachas. Futbol y toros, los polos populares en aquellos primeros sesentas en que la idolatría del Guadalajara se forjó.

Pero Chava Reyes fue algo más que un muchacho simpático al que la gente quería. Y ese algo más es lo que explica las razones por las que debe considerarse, por encima de cualquiera de sus compañeros de equipo, el mayor emblema del campeonísimo.

Rojiblanco de prosapia.En la primera alineación oficial del Guadalajara tras su incorporación a la Liga profesional de México formaba parte Luis Reyes, el padre de Salvador. Aquel 21 de octubre de 1943 (41 sobre Atlante en el Parque Asturias) el futbol de Jalisco se hizo nacional, lo que no significa que el Guadalajara fuese un equipo nuevo, pues existía desde 1908, año de su fundación por Edgar Everaert, un belga, y otros amigos entre los cuales predominaban los franceses, cuyos colores patrios se escogieron para el uniforme. A partir de entonces el Guadalajara es club de futbol –y por tanto, el decano de los equipos mexicanos, y habría que recurrir a las estadísticas de los torneos del estatales y regionales de Jalisco para saber con exactitud cuántos títulos y torneos ha ganado. Sólo así puede haber paridad entre sus cuentas y las de los equipos del DF (América, España, Necaxa, Marte…) cuando se les atribuyen campeonatos anteriores al profesionalismo, instituido oficialmente para la disputa, en 194344, del primer torneo de liga auténticamente nacional.

Cuando esto sucedía, Salvador Reyes Monteón acababa de cumplir siete años, pues nació en la capital de Jalisco el 20 de septiembre de 1936. Luis Reyes, delantero titular de aquel Guadalajara, no sólo seguiría activo varios años más; tendría, además, otro hijo futbolista, de su mismo nombre y de discreto desempeño en el Atlas y el Zacatepec hacia los años 60.

Salvador fichó con el club cuando su padre aún jugaba profesionalmente. Y empezó a aparecer con asiduidad en las alineaciones en la temporada 195657. Justo cuando el Guadalajara, conocido como el ya merito  por su incapacidad para capturar títulos que parecían estar a su alcance, empezó a ser acusado de fracasar porque sus jugadores corrían sin ton ni son: como chivas locas.    

Las Chivas de la leyenda.Lo primero que el buen analista se tendría que preguntar es cómo pudo originarse una idolatría como la que todavía es capaz de suscitar ese equipo, intrascendente y limitado, que lleva el nombre de Guadalajara. Y si de verdad busca la respuesta, no le quedaría más remedio que sumergirse en el ambiente futbolero de aquellos años, sin televisión ni merolicos de por medio, en que el campeonísimo, igual que una bomba de hidrógeno, detonó.

Es decir, en que el juego pausado y rígido de los años 50 fue revolucionado por un futbol imaginativo y flexible, donde cada jugador podía encontrarse con el compañero a ojos cerrados. Mucho juego a primer toque, donde la finta despejaba la zona y embellecía la progresión de la jugada sin entorpecerla, y el gol era como una explosión natural de alegría. Lo nunca visto, pues. No en México ni en sus campeonatos.

Guadalajara se corona por vez primera derrotando al Irapuato en Oblatos el 3 de enero de 1957. El solitario gol es de Salvador Reyes. La delantera rayada –los hombres que repetían cada semana eso que he intentado describir sumariamente— se leía de corrido: Díaz, Reyes, Mellone, Ponce y Arellano. Héctor Hernández llegó al año siguiente procedente del Oro y se hizo del puesto de Crecensio El Mellone Gutiérrez, un 9 tipo búfalo al que reemplazó con evidentes ventajas prácticas y estilísticas. Y las Chivas siguieron ganando campeonatos –no minitorneos—a un ritmo arrasador. Cuente usted: 195859, 195960, 196061, 196263, 196364, 106465… siete en total, con Chava Reyes agrandando su leyenda de goleador oportuno, pieza maestra y hombre símbolo del campeonísimo. 

En esa delantera histórica, con su número 8 de interior derecho, Salvador Reyes ejercía un liderazgo suave –a tono con el juego ligero y ofensivo, de habilidad y toque, que ahí imperaba, en nada parecido al liderazgo macho que imponía atrás el Tigre Sepúlveda. Jugador eminentemente cerebral, intuía como nadie los puntos vulnerables del contrario y, sin ser un tipo veloz, sabía colocarse en el sitio preciso, el área o sus inmediaciones, donde más daño pudiera causar; y lo distinguió tanto la capacidad para armar sin prisa el ataque más punzante como la precisión de sus servicios de gol o la elección del remate letal, más colocado que fuerte, en la red adversaria. Así hizo ganar a muchos partidos decisivos a su Guadalajara. Especialmente contra el América, cuya rivalidad empezaba —apoyada por la irrupción de la televisora de los Azcárraga y su obsesiva recurrencia a astros foráneos, y que en los años triunfales de las Chivas nunca vio la suya, por culpa, en buena parte, de los goles infaltables y oportunísimos de Chava Reyes.

Aquellos pentagonales.El futbol mexicano era entonces una especie de isla, a la que apenas llegaban vagas noticias del exterior. Pero el aislamiento lo rompían anualmente los torneos internacionales que, a partir de 1957, sustituyeron los meros partidos amistosos contra visitantes más o menos ilustres. Y en aquellas justas, en las que participaban, contra dos cuadros de Europa y Sudamérica, el campeón y el subcampeón nacionales, más algún otro equipo en buena forma, Salvador Reyes tuvo también ocasión de brillar. Contra el Botafogo de Garrincha, Didí y Nilton Santos, contra el Santos de Pelé, Pepe, Zito y Coutinho, contra un Uda Dukla cuajado de subcampeones mundiales de Chile 62, contra la Selección Soviética o contra el Partizán de Belgrado, el Melón Reyes siguió siendo el mismo clarificador y realizador de cualquier fin de semana mexicano. Así, se coronó campeón goleador en el pentagonal capitalino de 1961 (contra Santos, independiente, Oro y Necaxa) y en el de 1963 (Vasco da Gama, Dukla, América y Oro).

El palmarés completo del Guadalajara en el período histórico de Salvador Reyes (195665) –dirigido primero Donaldo Ross (uruguayo), luego por Arpad Fekete (húngaro) y al final por Javier de la Torre (tapatío de cepa rojiblanca)—incluye siete títulos de Liga, seis de Campeón de Campeones, uno de Copa, dos de Campeón de clubes de la Concacaf y dos pentagonales capitalinos y uno tapatío ganados.

La gira europea.Cuando el Guadalajara, campeón de todo en México, materialmente no cabía ya en la pecera doméstica, Casildo Osés –el mismo argentino que se inventó los pentagonales de consuno con Guillermo Cañedo—armó la primera excusión europea de un equipo mexicano.

El programa no podía ser más forzado –diez partidos en treinta días, recorriendo trece países a ritmo de vértigo—y los resultados no fueron rutilantes. Pero por supuesto, Chava Reyes movió al equipo según era costumbre y además dejó su personal impronta: en Barcelona, al marcar, con suave volea al poste contrario de Sadurní, el gol del 2 a 2 definitivo contra los culés en el partido inicial de la gira; en Lieja, con esquinado remate desde lejos que venció sin remedio a Jan Nicolay, reputado como el mejor arquero de Europa “después de Yashin”, para dar a las Chivas un triunfo de oro sobre el Standard, subcampeón belga. Y aunque el balance final fue desfavorable (dos triunfos, cuatro empates y cuatro derrotas, aunque todas por un gol de diferencia), de doce tantos anotados por el Guadalajara, ocho los hizo Reyes.

Trayectoria mundialista y silencioso adiós.Participó Salvador en tres mundiales, y en los nueve partidos de México en Suecia 58, Chile 62 e Inglaterra 66 fue titular indiscutible, lo que significa que jugaba contra Gales cuando obtuvo el Tri su primer punto mundialista (Estocolmo, 11.06.58), y contra Checoeslovaquia la histórica tarde de la primera victoria (Viña del Mar, 07.11.62). Curiosamente, Chava no marcó un solo gol en esas tres Copas del Mundo, aunque su participación fue decisiva en la obtención de los dos primeros agujeros en la meta del checo Vilheam Schroif.

Precisamente a la vuelta de Inglaterra, un diferendo económico con la roñosa directiva del Rebaño aconsejó a Salvador Reyes romper el vínculo y atender una oferta del incipiente futbol estadounidense, de los Toros de Chicago en concreto. Volvería a México un par de años después, contratado por el Laguna de Torreón, un equipo modesto, como modesto era en 1971 un recién ascendido San Luis Potosí cuando Chava se enroló en sus filas como jugadorentrenador, cargo que terminó predominando. Y que marcó el final de su vida como futbolista profesional.

Eso y más fue el mítico hombre de futbol que el cáncer se llevó el 29 de diciembre último.

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