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Liga MX: ruido mediático y nueces cascadas

Por: Horacio Reiba

2012-07-16 04:00:00

Allá por los últimos días de febrero, primeros de marzo, los Decios anunciaban con estruendo una especie de revolución en el futbol mexicano: los dueños habían decidido actuar y, por fin, nuestros campos de Primera División dejarían de alojar tediosas y cascareras tertulias para cultivar un futbol a la altura de los tiempos: vistoso, apasionante y competido. Una apuesta fuerte, que demandaba medidas drásticas y el olvido de la pasividad acomodaticia, responsable de ese afán de lucro sin justificación de calidad, especie de oxímoron empresarial –muy a la mexicana– cuyos límites empezaron a aparecer en forma de grietas sobre el techo del consumismo televisivo: el negocio seguro amenazaba derrumbe y algo había que hacer.

 

El Tuca al habla

 

Ricardo Ferretti es un buen entrenador, cuyos equipos suelen promover la siesta con cierta asiduidad. Pero apenas abre la boca y se pone sarcástico, un soplo de brisa fresca se cuela por las hendiduras del espacio futbolero y vivifica momentáneamente su aire enrarecido.

Interrogado hace poco acerca de la revolución en marcha, un Tuca profundamente sincero declaró que no la advertía por ningún lado, intocados los minitorneos, intocable la multipropiedad, bendecido el tiaguis anual y los pactos de caballeros, anunciada la reanudación de un torneo –el de Copa– inhumado hace 20 años porque a nadie interesaba, y reducida la “revolución” a cambios cosméticos, como izamientos de banderas y agringada trivialización del himno patrio antes de cada juego; si acaso, expresó el temor de que la chata imaginación de los dueños incluyera también exhibiciones de table–dance para adornar el espectáculo. Porque circo y maroma aparte, los tan anunciados cambios no se veían por ningún lado.

Vísperas de mucho,…

¿días de nada?

 

Haciendo contraste con un tianguis de piernas soso a más no poder –si algún día lo liquidan será por improductivo, no porque los caballeros pactantes hayan hecho examen de conciencia, y menos aún porque los futbolistas hayan decidido agremiarse a fin de recuperar la dignidad–, los clubes más adinerados del circuito anunciaron inversiones millonarias en estrellas de importación. El método varía, pues el que no apostó su resto a la escuela holandesa escrituró a Hugol y le abrió generosamente la cartera; en otros casos ha sido el miedo quien dictó audaces inversiones –después de todo, la abolición del descenso, activamente promovida por la directiva de Tecos, terminó excluyéndose del ambicioso proyecto de renovación–, y hasta los proyectos mejor consolidados parecen ceder en algún punto a la fiebre innovadora.

Todo sea por la grandeza del futbol mexicano.

 

Contrataciones

 

Y sin embargo, un breve repaso a las tan publicitadas incorporaciones de “grandes astros” –o a los abundantes partidos y torneítos de pretemporada– pone las cosas más del lado del Tuca que del aparato conformado por las machacantes televisoras del duopolio y las portadas de los diarios deportivos, activamente alineados en las últimas semanas a las caras aspiraciones de los dueños y sus Decios de cabecera. 

Entre los grandes, el Guadalajara orientó toda su inversión hacia un proyecto modernizador capitaneado por Johan Cruyff, que ha devengado euros por millones alojando la pretemporada del Rebaño en tierras catalanas e imponiéndole un entrenador neerlandés. Sobre incorporaciones de jugadores sólo Márquez Lugo, un delantero muy mediano. Y por el contrario, la amenaza de que Marco Fabíán no retorne de Europa tras los Juegos Olímpicos, escaparate ideal para el anunciado repunte del balompié azteca, según presume el desbocado optimismo de moda.

Cruz Azul ha empezado a lucir su nueva gema, que no es otro que el argentino Mariano Pavone, veterano atacante  del Lanús que ha preferido México a Uzbekistán o Arabia. Disyuntiva similar a la de Amaranto Perea, central colombiano que ya no entraba en los planes del Atlético de Madrid ni de ningún equipo europeo de mediano conformar. Y ni qué decir de Pablo Barrera, sin ningún futuro por aquellos lares luego de su desafortunado paso por el West Ham y el Zaragoza.

El América, por su parte, movió baza con la repatriación de otro convidado de piedra en el exilio –Efraín Juárez, suplente de suplentes tanto en el Celtic como en el Zaragoza–, mientras que, desde Pachuca, Hugo Sánchez hacía valer su buena relación con Nery Castillo para incorporarlo como número fuerte de la nómina hidalguense –será su primera incursión en el futbol mexicano de clubes, luego de calentar banca en Ucrania y Grecia–, y su conocimiento del medio hispano, donde Raúl Tamudo brilló en tiempos mejores como incisivo 9 del modesto Espanyol de Barcelona, si bien su última campaña la jugó bajo la insignia del aun más humilde Rayo Vallecano.  Caso similar al del paraguayo Da Silva, ex del Toluca que luego rodó sin mayor suerte por Inglaterra y España.

De Iberia llegó también otro Luis García, que pasa de Osasuna por designio de un Tuca Ferretti acorde ya con el criterio de que los que dejaron de ser válidos para el nivel europeo pueden encajar perfectamente en nuestro “revolucionario” futbol.

Y en medio de tanta espuma vana, un equipo que ha sabido hacer las cosas bien: sin derrochar grandes capitales ni suscitar especulaciones fútiles, unos Pumas muy bien asesorados por Beto García Aspe se llevaron de Puebla a Luis García Sáenz y del Cruz Azul a Emmanuel Villa; con ellos y el retorno de Jaime Lozano han conjuntado prometedora trama entre la veteranía y la juventud.

Por supuesto, la contrafigura obligada es el Puebla, que prácticamente deshizo su anterior plantel –empezando por el catalán Luis García, eje del equipo en las buenas y en las malas–, y presenta como grandes novedades a par de argentinos, Matías Abelairas y Matías Alustiza, desechados respectivamente por el River Plate –que acaba de retornar a Primera– y por el Xerez, de la Segunda División española. Agregue usted a un paraguayo Miranda y numerosos mexicanos de rodaje escaso y limitados alcances y tendrá el panorama de un club tenazmente inaccesible a la sensatez organizativa.

 

Arrivederci, Havelange

 

Tipo tortuoso donde los haya, Joseph Blatter, presidiente en funciones de la FIFA, acaba de denunciar a su antiguo patrón Joao Marie Havelange y al yerno de éste, Ricardo Teixeira, por haber aceptado sobornos que superan los 20 millones de dólares por parte de la ISL, firma interesada en manejar la mercadotecnia de la FIFA en la época –años 90–en que Havelange presidía la misma y su pariente político la Confederación Brasileña de Futbol.

Al informar que la documentación probatoria permanecía archivada debido a que ambos sobornaron a la propia FIFA para garantizar su ocultamiento, y al solicitar enfáticamente el retiro a Havelange del cargo de presidente honorario del organismo, Blatter se olvidó explicar qué ocurría con él cuando todo esto sucedió, en su calidad de vicepresidente y hombre de todas las confianzas del anciano ex dictador del futbol mundial.

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