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Enfermedad de mentiras con r, h, m

Por: Antonio Cruz López

2012-09-04 04:00:00

La doctora Victoria Talwar profesora adjunta de la
Universidad McGill, Montreal, Canadá, es experta
en la conducta mentirosa de los niños

Las elecciones presidenciales en México “fueron limpias”, dicen el IFE, Fepade y TEPJF; el proceso a su decir es ejemplo de democracia mundial, a pesar de que mostró la desfachatez del grupo de intereses dominante formado para señalar quién debe presidir el país, mismo que el pueblo debe aceptar sin chistar las evidentes anormalidades “haigan sido como haigan sido”, como dijo Fecal, el espurio presidente; así imponen a quien debe presidir la política del país, procurando que el sucesor no sea un ciudadano que induzca un verdadero cambio al cauce de la conducta social, o que plantee evitar quien prepondere la política de obediencia ciega a EU, México debe tener una democracia a modo, no pensar si sufre hambre, pobreza, narcotráfico, muertes, migración, no debe tener respuesta a las imposiciones que provengan de los dictados del vecino país norteño, debe aceptar seguir siendo su patio trasero, o que su gobierno pretenda cerrar los caminos que conducen la droga al pueblo gringo idiotizado en masa, porque es simple preguntar las razones por las que debemos ser nosotros los que impidamos que la droga llegue a los habitantes de su país, que siendo tan poderoso no puede, más bien no quiere extirpar el hábito de sus ciudadanos, por el contrario a su gobierno le conviene que todos se droguen, bástenos recordar que Clinton, Bush y Obama confesaron haber consumido droga “por curiosidad”, por lo menos una vez en su vida, aunque a Bush no se le creyó, debido a que ese sujeto mostraba evidencia de que se drogaba siempre. Estos datos nos permiten hacer una simple conclusión; el gobierno de EU realmente no desea impedir el tráfico de drogas, lo promueve y nos miente, porque evidentemente las drogas están culturalmente asociadas a su idiosincrasia política, vean sus películas, en ellas siempre se expresa desfachatez en los hábitos que los tienen fuera de control, beber, fumar, drogarse es conducta habitual de cualquier actividad, por tanto, las disertaciones del control político son falsas, ocultan la verdad, aceptan que la mentira expresada es parcialmente selectiva, la mentira se torna la exageración de una verdad con la intención deliberada de inducir acciones en contra de los interés de quien oye, al igual que la fraseología mentirosa y cotidiana de Fecal con su gobierno fallido, el peor de los peores, solo expresa mentiras en sus actos, sin buscar verdad en sus decisiones, olvida que su religión tipifica como pecado la conducta que lo hace sentirse orgulloso, mentir. Ignora que Aristóteles, San Agustín y Kant, entre muchos, dijeron que no se debe mentir, porque el mentiroso crea hábito al hacerlo de manera cotidiana. Actuar como Leo Strauss que acentuó la necesidad de mentir para ocultar una posición estratégica en la diplomacia es lo común, así lo hacen los representantes de la filosofía política con “mentira noble”, como afirmaban Platón y Maquiavelo, por todo no se puede esperar que la mentira desaparezca completamente del ámbito político, judicial, diplomático, periodismo y vida social. Hoy más que nunca los oradores políticos con sus palabras transmiten la impresión de lo que desean que el público piense de ellos, mentiras como elaboración compleja de consciencia que al difundirse tornan compleja su actividad, a grado tal que se convierte en enfermedad, conducta que en medicina propicia hasta especialistas, así encontramos en la literatura médica que la doctora Victoria Talwar, profesora adjunta de la Universidad McGill, Montreal, Canadá, es experta en la conducta mentirosa de los niños. La doctora Nancy Darling de la Universidad Estatal de Pensilvania trabaja la conducta mentirosa de adolescentes menores de 21 años. La mentira ¡oh políticos! es enfermedad, el mentiroso o mitómano es reportado con padecimientos asociados a su conducta, el Síndrome de Munchausen se debe a la prefabricación de síntomas falsos como expresión de enfermedad de mentirosos, hay trastornos histriónicos de personalidad, pero ¿cómo calificar a quienes de forma unánime obviaron alegatos del Movimiento Progresista sobre violaciones a los principios constitucionales en las elecciones, magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que vieron infundadas las demandas para invalidar la elección presidencial, que pasaron el tiempo redactando la palabrería que usarían para explicar en cinco horas cómo reconocer sin moverse de su lugar que el proceso electoral federal fue imparcial, sin compra o coacción de votos, que los medios de comunicación fueron imparciales en las encuestas, que no se manipularon para favorecer al candidato pripánico, que televisa no hizo campaña a favor de quien afirman triunfó? Resultado lógico es preguntarse a la par ¿qué calificativo dar a la enfermedad de mentiras de los institutos electorales que no lleve r, h o m?

 
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