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Yo no fui, fue Teté

Por: Israel León O’farrill

2012-08-30 04:00:00

 

La semana pasada, algunos alumnos y maestros de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAP tuvieron el tino de llevar a su recinto a dos consejeros del Instituto Estatal Electoral de Puebla, Alfredo Domínguez y Fernando Villegas, para explicar el estado que guarda el proceso de validación de la elección. Con el título de “¿Fraude?, lo que siempre quisiste preguntarle al IFE y nunca te animaste”, la conferencia tuvo un lleno completo de jóvenes –principalmente– que asistieron con el fin de obtener claridad sobre unas elecciones manchadas, de acuerdo a varios sectores de la población, por la manipulación mediática y la compra de votos. Ambos consejeros siguieron la postura institucional, tanto estatal como federal: el replegarse sobre sí mismos aduciendo transparencia y claridad en la elección y echándole la culpa de los errores a otras instituciones. Es probable que ellos mismos se crean su propio discurso y que, desde antes de la elección, no ha de pasar día en que no se lo repitan ante el espejo para –como reza el lugar común– convencerse con una mentira que de tantas veces dicha, termina siendo verdad.
Los asistentes sintieron frustración al recibir como respuesta desmarque y evasivas. Se preguntó sobre la validez de las pruebas que se proporcionaron por usuarios de las redes sociales –Facebook y Twitter–, mismas que fueron desestimadas por los consejeros por ser, siguiendo sus argumentos, “no comprobables fehacientemente”… “no hay objetividad (en las redes sociales) –afirmó Domínguez–, hay que tratar de seguir el hilo de esa evidencia para saber si lo compartimos o no”. Con respecto a las sábanas electorales que no coincidieron con las fotografías que se tomaron, Domínguez comentó que siempre hay errores humanos y lo que estuvo apareciendo en el PREP –supuestamente partiendo de esa información– es inicial:  “Por eso se denomina PREP, porque es preliminar… más adelante se llega al cómputo distrital…” La pregunta que surgió después de semejante afirmación fue ¿por qué el Consejero Presidente del Federal salió a anunciar la victoria cuando aún faltaba el conteo de la mayoría de las casillas? Villegas dijo que se trató de un conteo rápido hecho por la UNAM de una muestra aleatoria… comentó que al final el resultado final coincidió –¿es eso una respuesta?–. Hubo representantes de los partidos en un órgano colegiado que permitió lo anterior por lo que, asumimos, nadie debía llamarse a sorpresa. Más adelante, Domínguez aseveró que todo se le achaca injustamente al organismo ciudadano que organiza las elecciones, al IFE: “Hay vacíos legales y en otras esferas también; hay responsabilidades compartidas: el poder legislativo, que no legisló en este sentido; están la PGR, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y todo el sistema financiero… no todo es competencia del IFE…”
Bien, hasta ahí podemos estar de acuerdo; sin embargo, da la impresión que estos consejeros, como los federales también, no asumen que la elección tuvo serias irregularidades y que existen omisiones de su parte. El IFE y los Institutos Estatales tienen como una de sus funciones principales el desarrollar una conciencia ciudadana en torno a la participación política y electoral, labor que nunca termina pues año con año surgen nuevos electores que tomarán decisiones más o menos informadas sobre su futuro... y les guste o no, es responsabilidad de ellos, no de los Congresos ni de la PGR. Ciertamente, diputados y senadores han estructurado un sistema legal muy cómodo para proteger todo tipo de triquiñuelas lo que ha permitido opacidad en los procesos y los ha lastrado al grado de que todo se resuelve a “toro pasado”: hay multas a los partidos pero no consecuencias a candidatos, como pasó con los Amigos de Fox y el denominado Pemexgate. Hoy, el Monexgate amenaza con correr la misma suerte. Pero si en verdad existen estos vacíos, ¿por qué estos consejeros –locales y federales– no renunciaron a participar? ¿Acaso no se dieron cuenta de que habrían de quedar atados de manos más adelante? ¿Acaso sea que los más de 70 mil pesos mensuales –en lo local– y los más de 250 mil pesos mensuales –en lo federal– son sumamente atractivos? El IFE y sus pares estatales tuvieron que haber actuado de manera más activa en este sentido y como ciudadanos que pretenden ser, debieron asumir también su papel para la defensa del voto. En la conferencia se rieron de la deficiente cultura política de los ciudadanos pues unos votan siguiendo los mandatos de sus familiares y otros incluso vendieron su voto… y ellos ¿qué hicieron para evitarlo? Respondieron que la responsabilidad es de la Secretaría de Educación Pública por no generar una cultura política… ¡cuánta cara!
Es lamentable ver en qué se ha transformado el instituto desde su creación. Lo vimos con un Ugalde presuroso por lanzar un resultado ante los medios de comunicación para legitimar un proceso sumamente cerrado y sospechoso en 2006; lo vimos ahora con un Valdez Zurita que, contra toda razón, aventuró unos resultados surgidos de “tendencias irreversibles”. En todo caso, lo que queda claro después de la visita de los consejeros, es que la legalidad habrá de imperar sobre la justicia, aunque aquello que es legal, no necesariamente sea justo. A nuestra sociedad le falta mucha madurez política, cierto; pero lo que le falta al Instituto Federal Electoral es asumir su papel ante la ciudadanía, no ante un “estado de derecho” hecho a la medida de unos cuantos. La ingenuidad y el cinismo salen muy caros. 
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