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Terror

Por: Israel León O’farrill

2013-04-25 04:00:00

Estados Unidos es un país que se cuece aparte con respecto al mundo entero, no sólo por su pujante cultura que inunda el orbe de manera irremediable con su glamour, artificialidad y sentido de lo inmediato, sino también por su indudable liderazgo autoimpuesto en Naciones Unidas y en diversos ámbitos y organismos  regionales en donde a la fuerza de su poderío económico y militar –más recientemente lo segundo que lo primero– impone certificaciones y palomea gobiernos de acuerdo a su gusto y conveniencia… y sin embargo, les han metido una cantidad de goles en su seguridad interna que una de dos: o son de una ingenuidad vecina de la estupidez o son ciertas todas aquellas locuaces teorías de la conspiración en que los gobiernos gabachos se auto atentan para generar terror y fortalecer el fervor nacionalista que les caracteriza. Nadie puede ser tan bobo, pensarían los más maliciosos; para Michael Moore en Bowling for Columbine, empero,  el imperio del terror provocado por el gobierno norteamericano es sumamente real. 

Los bombazos de Boston fueron perpetrados por dos hermanos oriundos de Chechenia, República que ha estado en constante conflicto con Rusia desde la separación de la Unión Soviética y que mantuvo por más de una década a su población en un clima de guerra, guerrilla y terrorismo. La región, por si fuera poco, es musulmana, lo que dota de mayor dramatismo al hecho de que ellos fueran los responsables del atentado. Con independencia de las razones –el terrorista sobreviviente argumenta que su hermano mayor, responsable de toda la planeación, quería defender el Islam– el asunto es que a los gringos, siempre se les va la liebre.  Como informa el portal de noticias CNN, “agentes del FBI interrogaron al ahora fallecido Tamerlan Tsarnaev en 2011 después de que el gobierno de un país lo solicitará tras sospechar que tenía vínculos con grupos extremistas, informó la agencia de seguridad estadounidense que rechazó informar qué gobierno lo solicitó. Sin embargo, un alto funcionario de Estados Unidos señaló a CNN que fue Rusia la que realizó la petición”. Como sucedió con los atentados del 9 de septiembre de 2001, los terroristas habitaron territorio norteamericano donde se entrenaron y prepararon. Recordemos que aprendieron a pilotar en escuelas de vuelo perfectamente legales y que su estancia en el país de las barras y las estrellas también lo fue. No sólo eso. Hace tiempo leí un reportaje sobre las relaciones que Estados Unidos conservó con Irán y su depuesto gobernante en 1979, el Sha, y que llegaron a tal extremo de regalarle al país una máquina para imprimir dólares; ello hizo que los talentosos artífices iraníes hayan financiado, siguiendo el reportaje, a numerosos grupos terroristas como el Hezbolá en el Líbano, con dólares norteamericanos. Paradoja de paradojas. Ni qué decir que los mismos gringos, representados por la CIA, entrenaron, equiparon y financiaron a Osama Bin Laden y a los talibanes en tácticas de guerrilla para poder hacer frente a la invasión soviética a Afganistán de 1978 a 1992. Más adelante, como sabemos, el Saudí Bin Laden, como dice el vulgo, “les volteó el chirrión por el palito…” Ahora, el terrible miedo lo plantea el gobierno de Kim Jong–Un, el joven sucesor al “trono” de Corea del Norte y que anda muy inquieto estos días.

Sigamos, pues a Michael Moore con su idea de que el gobierno estadounidense sí que tiene a su conciudadanos aterrados por el mundo “salvaje y tercer mundista” que vive fuera de sus fronteras y donde seguramente nadie es democrático y todo es insalubre. Lo anterior es constantemente aderezado por series de televisión y películas en una propaganda engañosa y soez, cosa que sí que hacen bien los gabachos. Desde que tengo memoria, he visto a numerosos héroes del imaginario de los sobrinos del tío Sam, sean súper héroes como el Capitán América o soldados  y policías megarudos –interpretados por Chuck Norris, el “Gobernator”, Stallone y Bruce Willis– luchar primero contra la amenaza de los soviéticos, luego contra los musulmanes, brevemente contra los cárteles y al final ahora, contra la amenaza oriental. En efecto, hace años hubo una película llamada Red Dawn protagonizada por Patrick Swayze donde un grupo de jóvenes protegen a su pueblo de una invasión soviética; ahora, aparece una nueva versión de la misma historia farolera, pero el invasor en esta ocasión es el ejército de Corea del Norte, asesorado por Rusia. Se trata, no hay duda, de ir actualizando el terror de los ciudadanos norteamericanos del común con historias que los hacen castañear los dientes de miedo y correr a las armerías a realizar compras de pánico… sí, porque todo ciudadano ha de tener el derecho de defender su hogar, su pueblo y su país de cualquier enemigo que pueda surgir a la vuelta de la esquina. Quizá la película de Swayze de los 80 no tenía mucho sentido, pues aparentemente el territorio norteamericano nunca habría sido hollado por  suelas enemigas –salvo en Columbus, Texas por los ejércitos villistas y el ataque a Pearl Harbor, que ni siquiera es territorio continental–, pero después de los atentados en 2001 y lo que aconteció en Boston hace unos días, bueno, cualquier gringo creerá lo que le quieran vender. Mientras la maquinaria del terror siga bien aceitada y funcionando, armas y municiones se venderán como pan caliente. ¡Meganegocio el terror!

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