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Teocracia

Por: Israel León O’farrill

2013-06-20 04:00:00

 

En el portal de la revista Proceso, en una nota de Octavio Gómez, leí que la organización República Laica solicitará a la Secretaría de Gobernación que destituya de su cargo a la alcalde de Monterrey Margarita Arellanes, argumentando que ha vulnerado al Estado laico al entregar la ciudad a Jesucristo en un acto de clarísima tendencia religiosa. “En conferencia de prensa –informa el semanario–, el grupo inconforme, entre quienes se encontraban la diputada priista María de los Ángeles Moreno; Rodolfo Echeverría, integrante de la cátedra Benito Juárez, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y Aidé García, de Católicas por el Derecho a Decidir, dio a conocer que la demanda será presentada formalmente en los próximos días ante Gobernación, que es la instancia encargada de impedir que las iglesias tengan injerencia en la política interna del país”. Junto con la edil regia, se mencionan a Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del Distrito Federal y a Enrique Peña Nieto, presidente de la República bajo los mismos argumentos, junto con otros nueve funcionarios más. El asunto no es nuevo, pero el escándalo pareciera que sí, lo que es evidencia de la poca memoria que tienen nuestra élites políticas, medios de comunicación –especialmente las televisoras– y la sociedad en general.

El 15 de diciembre de 2011 los partidos del hoy llamado Pacto por México –PAN, PRI y PRD–, autorizaron una reforma al artículo 24 constitucional que regula la libertad de cultos en nuestro país y que hasta antes de la reforma, lo prohibía en lugares públicos como plazas, zócalos y explanadas municipales. Allá por enero de 2012, justo el día cinco, publiqué una entrega de este espacio dedicado al particular. Por tanto, ¿es momento de desgarrarse las vestiduras pensando en una intrusión artera de la iglesia católica en los asuntos públicos?, pienso que no. Es momento de indignación, por supuesto, para todos aquellos ciudadanos que no estuvimos de acuerdo con semejante disparate por parte de los grupos políticos del país y que lo manifestamos públicamente en el Parque Juárez  a principios de 2012. Para aquellos políticos que callaron en ese momento y que hoy se manifiestan, no queda más que la ignominia. En efecto, es criticable que semejante iniciativa fuera propuesta –recordemos que la presentó un agente del PRI y fue avalada por la derecha piadosa fascistoide, y una izquierda de sacarina– y que pasara en fast track en la Cámara de Diputados y en el Senado en pleno siglo XXI. No es de extrañar cuando vemos que las ideologías caen sepultadas por el alud de superficialidad y banalidad que trae aparejado el modelo dominante y que pretende pulverizar con un discurso vertical e impositivo toda aquella resistencia a la negociación social a través del mercantilismo soez donde lo mismo viene la entrega de la soberanía a partir de la inversión privada en Pemex, que la merma constante a la educación pública o que la negociación del poder a los agentes de la curia… en clima tal, no es de extrañar que una alcaldesa elegida supuestamente por sus dotes políticas y no por su fervor católico, tenga abiertas manifestaciones de culto sin que siquiera se inmute, ni ella, ni la ciudadanía que dice representar. Después de todo, cualquiera puede creer lo que le venga en gana… siempre y cuando aquello que se cree no interfiera con su ejercicio del poder si se trata de un funcionario público. En el caso de la edil, ahí está el problema, aunque, según declaraciones de ella publicadas en el Excélsior, “Nunca asumí ninguna representación oficial, si así hubiera sido, se hubiera seguido un protocolo que tuvo que haber sido previamente acordado por este ayuntamiento. (…) Estoy convencida que el acto que realicé de manera personal fue un acto que beneficiará de manera espiritual y de manera de buena intención a muchísimas personas y a muchísimos regiomontanos”. ¡Qué cómodo!

La situación de criminalidad, violencia y corrupción en nuestro país, indudablemente hacen pensar en unas modernas Sodoma y Gomorra y bien valdría esperar el castigo divino aplicado por arcángeles mega vengativos y macizos disfrazados de policías federales, soldados o marinos. Imagino que esa era la idea que tenía la alcalde Arellanes en la cabeza al entregarle las llaves al hijo de Dios esperando que exorcizara el mal en Monterrey, y de paso, en la República entera. No solo resulta ser de una ingenuidad mayúscula, sino que es sumamente insultante. Y mientras, los excesos del poder y su ejercicio soez representado en gobernadores rapaces, líderes sindicales y funcionarios corruptos de cualquier nivel, se ven opacados por semejante distractor. Es tiempo de reconocer que probablemente estemos acercándonos a una teocracia donde mientras más manifestaciones de culto público existan mejor, especialmente si nuestros gobernantes son los que las llevan a cabo. Imagino que la población mega piadosa de nuestro país se regodea pensando en la posibilidad de que tengamos un Estado como el de los Ayatolas en Irán y que nuestros gobernantes sólo sean meros “cuidadores” del poder que descansa en su liderazgo religioso… sí, supongo que personajes como Norberto Rivera, Onésimo Cepeda o José de Jesús Aguilar estarían fascinados… Desgracia terrible, se le vea por donde se le vea…     

 

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