2013-05-30 04:00:00
Allá por el año de 1993 presencié en la Muestra Internacional de Cine de ese año en la Cineteca Nacional una película sueca del director Ake Sandgren llamada Kadisvellan y traducida como La Resortera. En la cinta se muestra, a través de las peripecias de un niño, la Suecia de 1920, que se debatía entre el uso del condón –la madre del niño enseñaba a otras mujeres a ponérselo y se los vendía de manera clandestina– y el pensamiento socialista que marcaría por décadas a los suecos y sus relaciones con otros países europeos. Pese a que se trata de una divertida comedia, lo que más llamó mi atención fue la fuerza del discurso de izquierda presente en la película y que se repite en múltiples expresiones tanto en el cine, las artes plásticas, la música y la literatura durante buena parte del siglo XX; la izquierda tuvo una presencia fundamental para equilibrar el discurso y accionar de la humanidad en casi todos los rincones del mundo. Sí, incluso en México –con independencia de la realidad colonial que hemos vivido hasta el momento– hay una considerable e interesante presencia de la izquierda en su historia. De hecho, hace unos días falleció Arnoldo Martínez Verdugo, ex dirigente del extinto Partido Comunista Mexicano y personaje emblemático de la lucha política de izquierda en México, constructor de partidos políticos y ejemplo para líderes. En un sentido homenaje en el Museo de la Ciudad, se entonaron vítores, La Internacional y se recitaron poesías.
No obstante, también el hecho generó inevitables dudas con respecto al futuro de la corriente política e ideológica en nuestro país. Como narra Arturo Jiménez, reportero de La Jornada presente en el homenaje, “Porfirio Muñoz Ledo, de los primeros en llegar, previo al arribo del féretro comentó que el mejor homenaje que se puede hacer a Martínez Verdugo es la reconstrucción de la izquierda, y en esto coincidió el presidente del PRD–DF, Raúl Flores García, quien dijo que planteó al dirigente nacional del partido, Jesús Zambrano, empezar, a manera de homenaje, una ruta de reflexión y debate acerca de la izquierda, en lo que ha devenido y en cómo retomar el camino”. Su preocupación es legítima, real, al grado de que hoy podría decir con toda certeza, que no tengo idea de si la izquierda existe todavía. Ciertamente, ese muégano extraño que es el PRD –donde conviven remanentes de muy diversos partidos de izquierda y refugiados priIstas de tiempos pasados– difícilmente pudiera representar una izquierda comprometida con sus propios preceptos. La semana pasada escribía sobre las inconsistencias que se están viviendo en el PAN, nuestro más claro representante de la derecha mexicana: una dura crisis producto en parte de su ascenso al poder y de su caída en las prácticas corruptas de su antecesor –quizá más terribles pues la transición trajo consigo una esperanza que se despedazó después de dos sexenios panistas–; por otro lado, hay enfrentamientos internos por la participación de Acción Nacional en el Pacto por México y la “entrega total al PRI” como algunos de sus más reacios correligionarios han señalado. El PRD, por su parte, también se encuentra en el Pacto e innegablemente –aun cuando no sea tan evidente como en su contraparte de la derecha– hay una crisis terrible también. Por si fuera poco, ese partido se ha visto envuelto en terribles casos de corrupción como el de René Bejarano o el “cochinito” de Rosario Robles. Vivimos una crisis partidista de la que la izquierda no se escapa.
Hay otras opciones de izquierda en el Partido del Trabajo y en Movimiento Ciudadano, pero o son todavía muy débiles o se encuentran perdidas en luchas más bien vacuas; y se han perdido junto con su hermano mayor, el PRD, en proyectos que brillaron un tiempo y que perdieron su lustre de manera precipitada al apostar al sujeto y no al trabajo político, uno que los llevara a generar una estructura tal que les permitiera cuidar el voto en cada una de las casillas y tener observadores por todos lados durante la campaña para documentar de manera irrevocable el fraude financiero del que se acusó a Peña Nieto. La izquierda, por tanto, está sin rumbo, con instituciones sumamente cuestionadas y un futuro trágicamente incierto. Es un hecho, empero, que lo mismo sucede con la izquierda a nivel mundial… poco ha hecho el PSOE en España, o la Social Democracia en Alemania, el Laborismo en Inglaterra o el Partido Socialista en Francia para detener el avance de las políticas neoliberales que han afectado de manera considerable a la clase trabajadora, al ciudadano común y corriente, al proletariado que tanto ha figurado en discursos y programas. Se puede argumentar, acaso, que en América Latina la lucha izquierdista ha cobrado muchas más víctimas que en Europa; cierto, pero nunca como antes, al menos en nuestro país, la izquierda ha tenido auténticas posibilidades de ganar, de gobernar… pero dividida, con liderazgos cuestionables y cultos a la personalidad, la derrota fue evidente, con o sin fraude de por medio. Así y todo, considero a la izquierda como la mejor opción; las alternativas, o conllevan terribles disparidades de clase disfrazadas de un darwinismo económico y social que termina en acciones francamente fascistoides como se vivió en el sexenio pasado, o escudan en discursos de centro simples latrocinios y corruptelas bizarras. La izquierda tiene, en verdad mucho que hacer.
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