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Iusacell y Televisa

Por: Israel León O’farrill

2012-02-09 04:00:00

De acuerdo con la nota publicada por El Universal (07 02 12), la Comisión Federal de Competencia (CFC) afirmó que la alianza entre Iusacell, de Ricardo Salinas Pliego, y Televisa, de Emilio Azcárraga Jean, resultaría dañina, pues argumentan que a través de ella, se “…consolidaría a Grupo Televisa como un agente con el poder de fijar precios unilateralmente o restringir sustancialmente el abasto o suministro en el mercado relevante, al eliminar una fuente de competencia importante, sin que los agentes competidores puedan contrarrestar dicho poder”. Es decir, permitiría que la televisora de Santa Fe controlara el suministro de servicios diversos –incluidos de televisión– sin ninguna posibilidad de competencia real. A ello, en lenguaje llano se le llama monopolio, que implica el control del mercado por una sola compañía. Supongo que no estaré siendo muy suspicaz si pienso que lo que sucede es que el grupo Televisa está tomando por asalto al de Salinas Pliego sin que este último meta las manos, lo que indudablemente implicaría que lo hace de buena voluntad, acaso rendido ante las presiones de su competidor y la imposibilidad de hacerle frente.

Hace muchos años, cuando Televisión Azteca surgió, asumí –de manera pueril– junto con muchos otros mexicanos que por fin habría una competencia sana dentro del espectro televisivo y mediático en general; se requería con urgencia que hubiera un auténtico contrapeso a la inmensa y perniciosa concentración mediática en un solo grupo. Lo que sucedió es que, casi de manera inmediata, la televisora del Ajusco se dedicó a la copia vil de las producciones de Televisa –en ocasiones más vulgares de lo que ya eran en la propuesta original. Ejemplos sobran: La Academia, copia descarada de Operación Triunfo, franquicia original de Endemol comprada por Televisa; Lo que Callamos las Mujeres, que surge a la par de Mujer, Casos de la Vida Real, y lo más reciente, ambas sacan a la luz programas de parodia: Televisa Parodiando y Azteca Soy tu doble. Una compañía saca una cochinada y la otra la replica, aunque en la mayoría de las ocasiones, peor. Por cierto, ambas han estado en estos dos últimos sexenios ultra piadosos y han proyectado programas dirigidos al catolicismo como La Rosa de Guadalupe o las participaciones del padre José de Jesús Aguilar en noticiarios de Azteca. De igual manera, ambos consorcios han tratado de posicionarse de manera más que activa ante los diversos procesos electorales que ha vivido el país, especialmente en 2006 en que la campaña orquestada contra AMLO fue transmitida sin mayor problema por las televisoras; también con su animada participación en el Senado para tratar de impedir que se aprobara la Ley electoral que les restringió la posibilidad de vender espacios a cualquier candidato político.

De todo lo anterior, podríamos pensar que Televisa ha sido la gran víctima al verse plagiada por parte del grupo Salinas Pliego; no obstante, vemos que han hecho un frente común ante diversos acontecimientos políticos, lo mismo que se han posicionado frente al grupo Carso de Carlos Slim y han logrado que desde el poder se boicotee la posibilidad de que pueda entrar a la televisión. En este caso, igual que en la competencia entre las televisoras, podríamos pensar ingenuamente que ambas están haciendo justicia al bloquearle el avance al hombre más rico de nuestro país, pero lo que realmente estamos presenciando es una vulgar disputa económica donde no participa la justicia ni el deber ser. Tan soez como suena. Por tanto, como da cuenta la nota de la que comentamos, “es de particular relevancia poner de manifiesto (que) la presencia de miembros de los consejos de Grupo Televisa y Grupo Salinas en el consejo de Iusacell podrían facilitar la propagación de la coordinación y el intercambio de información en Iusacell a otros negocios en los cuales Grupo Televisa y Grupo Salinas tienen coincidencias fuera de la coinversión”. Como se ve, la CFC considera que habría vicios insalvables en la operación por lo que decidieron por mayoría de votos prohibir la fusión. Es sin duda, un ejercicio de concentración de capitales disfrazado de operación comercial, misma que busca ocultarse detrás de la libertad de expresión y el concepto de libre empresa.

La humanidad vive presa de dos grandes interpretaciones del mundo: la primera que ve en la globalización y en la libertad empresarial el foco de toda la actividad humana. Dicho pensamiento –harto simplista y excluyente, por cierto– se ve vulnerado por semejante monopolio. La segunda se centra en un determinismo tecnológico que ve en los avances de las culturas –últimamente en cuanto a la digitalización casi exclusivamente su estadio entre el concierto de las otras, en un pensamiento mañosamente evolucionista. Lo anterior no ha hecho más que justificar fortunas y encumbrar poderes fácticos, en ningún momento ha apoyado a nadie. Pese a que nos encontramos inmersos hasta el cuello en la boñiga mediática producto de esta discusión, la ciudadanía se muestra cada vez más ajena a estos temas. Mal tema, malos actores y, como pocas ocasiones, buena decisión por las autoridades competentes. Ojalá el caso generara en las Escuelas y Facultades de Comunicación investigaciones diversas para explicar el fenómeno, pero no sólo en lo estadístico, sino también en lo cualitativo. Falta mucho por hacer y, desafortunadamente, quizá no haya la madurez necesaria.

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