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Cine e investigación

Por: Israel León O’farrill

2013-05-09 04:00:00

“Hay que investigar…”, fue la respuesta que dio Carlos Bolado –director de cine– a un estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UAP que le pidió alguna recomendación para los jóvenes cineastas. Lo mismo comentó Andrés León –cinefotógrafo– sobre la necesidad de conocer las nuevas técnicas y las posibilidades que entrañan. Investigar, palabra fundamental. Hace más de una semana, el 30 de abril exactamente, Bolado y León se reunieron con estudiantes de esa facultad en las salas de cine del Complejo Cultural Universitario, precedidos por la proyección de la película Colosio, el asesinato (2012), cinta dirigida por el primero y fotografiada por el segundo. Bolado, que estrenará en breve Tlatelolco y que es responsable de joyas como Promesas (2001) y Bajo California (1998), consideró que la investigación es fundamental para que una película, especialmente si se trata de una de época, pueda ser fiel no sólo al vestuario del momento histórico, sino al parecer y sentir de los personajes.

La conversación con ambos cineastas giró en torno a dos ámbitos principalmente: uno, sobre la técnica cinematográfica y la labor de dirección general y de fotografía; el segundo, en torno a la dificultad de tratar un tema controversial como el asesinato del candidato a la presidencia del Revolucionario Institucional en 1994, cosa que generó cierto morbo, pero también asombro por la visión franca y libre que imprimió Bolado en la cinta. Es evidente que cuando Bolado hablaba de investigación, se refería directamente a respaldar con hechos y documentos –nos informó que se sustentó en los resultados de la investigación publicados por el gobierno federal hace ya algunos años– aquello que aparezca en cualquier película, lo que indudablemente abona a la posibilidad de presentar una mejor versión de los acontecimientos y que los espectadores se sientan sorprendidos. No obstante, se requiere también valor y en gran medida, la necesidad de contar una historia lo mejor que se pueda, ya se trate de una época tan convulsa como el México de 1968, o de la historia de un hombre atormentado que regresa a México para encontrar sentido a su vida y lo hace de manera cuasi poética en Bajo California. Para cualquiera de las historias que ha contado, Bolado comenta que ha formado una biblioteca, es decir, ha investigado. Todo lo anterior nos lleva directamente a cuestionarnos el papel de un cineasta con la sociedad. Como ejemplo, el mismo estudiante que pidió consejo, preguntó que cómo era posible que después de la que película Colosio dijera su verdad, el PRI ganara la presidencia. Evidentemente se necesita mucho más que una película para cambiar muchas cosas, además de que, según cuentan los mismos priistas, el PRI de hoy no es el mismo del pasado. Bien, Andrés León le dijo que sólo se trata de una película y que no necesariamente un cineasta debe tener un compromiso con la sociedad. No obstante, también participa como director de fotografía enTlatelolco, y participa en algunos rollos con Luis Estrada (director de La Ley de Herodes, Un mundo maravilloso, El infierno), lo que hace que, sin buscarlo, esté también participando con los directores en el compromiso que ellos mismos están asumiendo: el de contar una historia bien, sin importar que la misma lleve a la crítica de una época y organización política determinada.

De hecho, el pasado 13 de marzo en el marco del Foro Novel, Marco Julio Linares, cineasta y secretario del Eficine (Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción Cinematográfica Nacional) vehementemente afirmó que los cineastas no tienen razón para imprimir algún tipo de compromiso social en sus producciones. De acuerdo a su visión, el cine es un arte y el cineasta no debe responder por su obra como no lo hace el pintor o el escultor. Difiero, sin embargo, por el enorme impacto que tiene el cine como medio pues es mucho más consumido que otras bellas artes y por lo mismo, tiende a influir de manera más importante en los espectadores. Como menciona la española María Ángeles Martínez García de la Universidad Católica San Antonio de Murcia,  “El cine surgió como un intento de reproducción fiel de la realidad que se colocaba ante el objetivo. Sin embargo, a los pocos años de vida, se descubrió su potencial significativo y en torno a la imagen y el sonido nació un lenguaje específicamente audiovisual. A raíz del fenómeno surgieron diversos puntos de controversia; desde aquí se destacarán dos. El primero de ellos, respecto a la consideración del cine como lenguaje o como confluencia de diversos ámbitos. El segundo centra su atención en la consideración del cine como arte, equiparable a la pintura o la música. En cualquiera de los dos casos hay que atender a la dimensión social del mismo ya que desarrolla su actividad sumido en un entorno cultural del que recibe influencias notables y al cual confiere una especial aportación”. El cine puede tener un compromiso con la sociedad a la que se debe con independencia de si sus realizadores lo saben o no, sea que lo haga desde el documental, como el crudo y contundente Bajo Juárez (2007), de Alejandra Sánchez y José Antonio Cordero, de una historia bien contada e interesante como La Zona (2007), de Rodrigo Plá o del cine de Bolado y León, motivo de este artículo. Pero es quizá en la investigación de la que hablan ellos donde el sentido del compromiso se verifica, pues lo asume el cineasta consigo mismo y por ende, con la sociedad. 

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