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Buscando legitimidad

Por: Ulises Darío Serdán López

2013-04-03 04:00:00

Meses antes de que Enrique Peña Nieto tomara posesión como presidente de la República, platicaba con un colega de la comunicación sobre la vorágine de señalamientos que rodearon su campaña respecto a los vínculos directos que mantenía con Televisa desde que fue gobernador del Estado de México y que diversos medios, en su momento, lo hicieron visibles mediante investigaciones y documentos. Asimismo, platicamos sobre los escándalos postelectorales, en especial, el ahora casi olvidado Monexgate. La pregunta que surgió a partir de aquella conversación con sabor a café fue: ¿Qué estrategia seguirá Peña Nieto para limpiar su imagen, ya que antes de ser presidente ha estado recibiendo un alud de críticas negativas? La respuesta que concluimos sería compartida meses después por otros analistas y periodistas: buscaría legitimarse.

Cuatro meses después que Peña Nieto rindió protesta como presidente de la república –en medio de manifestaciones en su contra, de calles repletas de ciudadanos inconformes con su asenso al poder, de detenciones arbitrarias, de efervescencia de las redes sociales y cerrando la circulación diversas vialidades– observo en la portada de la edición del 1 de abril del diario Reforma los resultados de una encuesta en la que 50 por ciento de los ciudadanos y 78 por ciento de los líderes de opinión le dieron su aprobación y calificaron su desempeño con un promedio de 6.3 (ciudadanos) y 7.1 (líderes de opinión). En comparación con los resultados que obtuvieron sus antecesores panistas, las cifras de Peña Nieto son menores, sin embargo, sólo dista en 1.64 por ciento respecto a lo que obtuvo Felipe Calderón durante sus primeros cien días de gobierno.

Resulta evidente que esos puntos que ha sumado a su favor no son producto de una imposición al estilo del viejo régimen priista, propio de la época de Díaz Ordaz, sino que ha optado por una estrategia pensada en la opinión pública. Prueba de ello es el Pacto por México, en el que prácticamente desapareció la oposición, la cacería que emprendió en contra de Elba Esther Gordillo, las reformas que habían permanecido atoradas: la educativa, la de telecomunicaciones, la ley de amparo, así como la promulgación de la Ley General de Victimas, que había sido vetada por Felipe Calderón. Sin embargo todas estas acciones merecen una lectura profunda y un seguimiento minucioso, pues si bien algunos esperaban la aprehensión de “la maestra”, algunos más seguimos esperando que se investigue la riqueza de Romero Deschamps. No se trata de sumar puntos a favor a costa de legislaciones con doble sentido, sino sumarlos con verdaderos pasos firmes. Observemos.

 

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