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Amina

Por: Israel León O’farrill

2013-04-04 04:00:00

En recientes fechas, una chica tunecina llamada Amina Taylor mostró en Facebook unas fotos con el torso desnudo en el que escribió un mensaje en árabe que decía “mi cuerpo me pertenece y no es el honor de nadie”, lo que ha causado controversia en su país, Túnez, en las redes sociales y en cientos de portales de noticias por todo el mundo. Aparentemente, producto de la publicación de las imágenes, un líder religioso de ese país habría “sentenciado” a la joven a ser castigada con 10 latigazos y posteriormente a ser lapidada hasta morir. Como es de esperarse, la indignación –especialmente en occidente– se generalizó y el caso se convirtió en noticia de inmediato. En estos días, un grupo de mujeres surgido en Ukrania en 2008 llamado Femen que suele manifestarse de la misma manera que lo hizo Amina, está convocando a una manifestación mundial desde su portal en la red a favor de la tunecina y la causa de liberación femenina en las naciones islámicas. El caso se ha convertido en bandera para feministas de todas las latitudes y ha provocado la indignación de muchos y muchas que, como yo, estamos en contra de la todavía permanente cultura de odio hacia las mujeres que sigue generando violencia física y psicológica hacia ellas de todas las maneras imaginables en pleno siglo XXI.

El asunto es terrible, sin duda. No obstante, es conveniente hacer varias precisiones que considero fundamentales. Primero que nada, el manoseo pernicioso de la noticia: al tratar de obtener más datos sobre el particular, me encuentro con que la información es sumamente contradictoria, es decir, algunas notas dicen que la chica habría de ser ejecutada por lapidación y otras que no, que ya la libró, pero que fue metida a un psiquiátrico por su familia; otras más informan que está desaparecida y que no se sabe dónde está. Sumado a lo anterior, numerosas notas son encabezadas con frases como “Amina Tyler condenada a morir a pedradas en Túnez” o “Tunecina enviada a psiquiátrico por posar desnuda”, para más adelante, cuando leemos el cuerpo de la nota, caer en la cuenta que se trata de que un líder religioso comentó que los azotes y la lapidación son los castigos que “debería” sufrir la joven por sus acciones “reprobables”… sin embargo, ello no quiere decir que en verdad Amina estuviera condenada a morir. La otra, afirma que la chica habría sido enviada al psiquiátrico de acuerdo a reportes dados por la líder del grupo Femen en París… ambas cosas fueron totalmente negadas en recientes fechas por el abogado de Amina en Túnez; ella está en casa y bien, según afirma su defensor. Para colmo, en Túnez se prohibió desde el 2011 la pena de muerte por lo que, la ejecución no sería legal, o al menos no estaría amparada por el Estado. Por si fuera poco, muchas notas son idénticas tanto en español como en inglés –no pude revisar las versiones originales pues no leo árabe– lo que nos indica la nula indagación de muchos medios tanto nacionales como extranjeros sobre el hecho. Lo que podemos entender, después de todo este análisis, es que la noticia resultó atractiva por la denuncia que la acompaña y por el sentimiento de indignación y movilización que provoca en los lectores, principalmente los occidentales. Poco importaba profundizar en la noticia pues el lector promedio no lo hará; al contrario, se comprará la causa y actuará en consecuencia. Baste revisar los comentarios a las notas: no sólo son abundantes sino que tienden a demostrar la sinrazón más que el análisis sesudo. Todos tenemos opiniones al respecto y aceptamos sin chistar el hecho, pues vivimos con la visión estereotipada de un Islam que maltrata y castiga a sus mujeres, que las veja, asesina y explota. 

Por lo que respecta a su impacto en Facebook, tanto la página de Amina, como la de Femen han recibido abundantes visitas y miles de “me gusta”; en Twitter, el tema es uno de los más recurridos. Incluso hubo un político que en México convocaba desde su cuenta a realizar una marcha a la embajada de Túnez sin siquiera revisar la veracidad de la información... Por fortuna, desistió posteriormente de tal despropósito. Muchos dieron compartir a la nota dándola por buena sin contrastarla, sin averiguar más… enorme vicio y problema de las redes sociales que puede hilvanar historias y amasar verdades sin la necesidad de verificarlas. Es indudable que en los países islámicos el maltrato a las mujeres es constante y terrible –aunque hay que decir que no es lo mismo Irán que Afganistán o Túnez–, pero no podemos negar que en occidente y acá en México en especial, sean católicos o protestantes, también se ejerce violencia contra las mujeres; es decir, la cosificación de la que son objeto es tema que adquiere visos de universalidad vergonzante. Hace unos días vi El secreto de Soraya (2008), película ubicada en Irán y que narra la lapidación de una mujer por un supuesto adulterio y quedé verdaderamente afectado, pues el director Cyrus Nowrasteh tiene el tino de mostrar la crudeza de la ejecución con toda claridad. Al saber lo de Amina, por lo mismo, me hirvió la sangre. No obstante, es necesario que contrastemos las noticias y que no caigamos en cómodos estereotipos que no nos hacen crecer como seres humanos ante las auténticas problemáticas que vive la humanidad. Amina, empero, nos hizo voltear la mirada a esa realidad, pero ahora hay que hacerlo de manera seria y comprometida.

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