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La resistencia al tratamiento de gonorrea, otra emergencia emergente

Por: Rafael H. Pagán Santini

2012-06-07 04:00:00

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una voz de alerta señalando el surgimiento de infecciones resistentes a los antibióticos, en las cuales, las cepas resistentes son muy difíciles de tratar con los antibióticos disponibles. La gonorrea es la segunda infección sexualmente transmitida más común en el mundo, después de la clamidia. La OMS calcula que cada año aparecen unos 62 millones de casos de la enfermedad. En los últimos años se han encontrado pruebas de que se está desarrollando una cepa de la infección resistente a los antibióticos disponibles. Actualmente, la producción de nuevos antibiótico no es un negocio para las compañías farmacéutica monopólicas. Sólo 5 por ciento de los productos en investigación farmacéutica son antibióticos.

El que una enfermedad como la gonorrea esté aumentando en cantidades alarmante implica una continua conducta de relaciones sexuales sin protección, en otras palabras, inseguras en los grupos de riesgo. En particular son especialmente preocupantes: los adultos jóvenes y los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres. La infección, al igual que otras enfermedades de transmisión sexual se transmite de una persona a otra por contacto sexual vaginal, oral o anal. Las madres pueden transmitir la gonorrea a sus bebés durante el parto.

Pero dado que la gonorrea con frecuencia es asintomática, muchos pacientes que sufren de esta infección no saben que están infectados. Esto es debido a que en muchos casos la infección no presenta síntomas y una persona puede estar infectando a otra sin saberlo. Si la persona tiene síntomas es fundamental que se evalúe rápidamente. Entre las mujeres, los síntomas pueden incluir descarga vaginal, una sensación de quemazón al orinar y dolor en el coito. Entre los hombres, las señales características incluyen descarga del pene, sensación de quemazón al orinar y dolor durante la defecación. Por eso la mejor forma de prevenirla es usar un condón y someterse a una revisión anual o cuando se tienen múltiples parejas sexuales.

A pesar de la aparente simplicidad, las bacterias pueden formar asociaciones complejas con otros organismos. Estas asociaciones se pueden clasificar como parasitismo, mutualismo y comensalismo. Cuando la bacteria establece una relación parasitaria el beneficio se traduce en la obtención de una mejora de su aptitud reproductiva en detrimento de su hospedador. En caso de que esta interacción produzca una respuesta inmunológica se le denominará patógena. A esta respuesta la conocemos comúnmente como enfermedad.

Las bacterias son organismos unicelulares que carecen de un núcleo delimitado por una membrana. Su material genético está formado por una gran molécula circular de ADN. En el ADN bacteriano se encuentran los genes necesarios para su proliferación. En el citoplasma de las bacterias se pueden apreciar pequeñas moléculas circulares de ADN que coexisten con el material genético de estas, llamados plásmidos. Esta estructura circular de AND porta genes relacionados con funciones específicas, por ejemplo, la resistencia a antibióticos. Los genes que codifican las proteínas que hacen a las bacterias resistentes a los antibióticos están, frecuentemente, en los plásmidos.

Originalmente, se llamó antibiótico aquella sustancia química producida por un ser vivo que impide el crecimiento de ciertas clases de microorganismo sensibles, generalmente bacterias. El primer antibiótico descubierto en la era moderna fue la penicilina. En 1897, Ernest Duchesne, en Francia, describió las propiedades antibióticas de la especie Penicillium; sin embargo, su trabajo pasó sin mucha atención por la comunidad científica. Aunque posteriormente se desarrollaron otros antibióticos, no fue hasta los descubrimientos de Alexander Fleming que la elaboración de estas sustancias químicas se hizo común. Mientras cultiva bacterias (Staphylococcus aureus) en un plato de agar, el cual fue contaminado accidentalmente por hongos, Fleming advirtió que el medio de cultivo alrededor del moho estaba libre de bacterias. Concluyó, correctamente, que el hongo estaba secretando algo que inhibía el crecimiento de la bacteria. A esta sustancia la denominó Penicilina, ya que el hongo que la producía era del género Penicillium (Penicillum notatum).

La resistencia a los antibióticos es la capacidad de un microorganismo para resistir los efectos de éste. La resistencia se produce por selección natural a través de mutaciones producidas por azar, pero también puede inducirse artificialmente mediante la aplicación de una presión selectiva a una población. La acción de los antibióticos ejerce una presión ambiental y aquellas bacterias que tengan una mutación que les permita sobrevivir se reproducirán. Ellas pasarán este rasgo a su descendencia, que será una generación totalmente resistente. Una vez que se genera la información genética, las bacterias podrán transmitirse sus nuevos genes a su descendencia o a través de trasferencia horizontal (entre individuos) por intercambio de plásmidos. Si una bacteria porta varios genes de resistencia, se le denominará multirresistente o, informalmente, superbacteria.

Cada vez que se utiliza un antibiótico que mata a las bacterias, siempre habrá entreellas una que puede mutar y resistir el ataque de este antibiótico. Así, aunque el fármaco puede matar a la gran mayoría de esos microbios, la cepa resistente no muere. Y esa cepa se reproducirá. Eventualmente podrán multiplicarse hasta reemplazar a todas las cepas no resistentes. Con cada nueva generación, el microorganismo genéticamente resistente se vuelve más dominante, lo cual provoca una reincidencia de la enfermedad, hasta que los antibióticos se vuelven completamente inefectivos.

Para efecto práctico, un antibiótico empieza a perder vigencia en el mismo momento en que es usado de forma masiva, ya que esto impone una nueva presión evolutiva a organismos con un tiempo de vida generacional muy corto (alrededor de 20 minutos), con frecuencias de mutación genética que ronda 1 en 10 millones. En pocos años, estas mutaciones genéticas codifican para la síntesis de proteínas que eventualmente ayudarán a las bacterias a contrarrestar los efectos de cualquier antibiótico.

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