2013-06-06 04:00:00
Recientemente una revista en internet (http://pijamasurf.com/) señaló que a pocos meses antes de morir Leon Eisenberg, el médico que definió el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en los años 60, confesó que este trastorno es una enfermedad ficticia cuyos verdaderos orígenes era tan difícil rastrear, que lo más rápido resultaba “prescribir una pastilla”. Al respecto sólo puedo señalar lo que las investigaciones científicas han publicado sobre el tema.
Las investigación sobre el TDAH se han centrado fundamentalmente en los aspectos cognitivos del trastorno. Este trastorno es considerado como un síndrome conductual de origen orgánico (neurobiológico), que se manifiesta principalmente en los primeros años de la edad escolar. Está caracterizado por distracción moderada a severa, períodos de atención breve, hiperactividad, inestabilidad emocional e impulsividad. Afecta aproximadamente a 5–10 por ciento de los niños del mundo y, frecuentemente, algunos de sus síntomas persisten en la edad adulta.
La versión del DSM–IV–TR, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, describe los síntomas del trastorno en dos grandes grupos: inatención e impulsividad–hiperactividad. La presencia o ausencia de éstos da lugar a tres subtipos: predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo–impulsivo y combinado. El TDAH muestra además una elevada co–morbilidad con otros trastornos psiquiátricos, como los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, el trastorno negativo desafiante o los trastornos de aprendizaje, siendo habitual que las personas diagnosticadas de TDAH presenten al menos uno de ellos.
Los rasgos principales del TDAH son, por una parte, la dificultad para sostener la concentración (déficit de atención), sobre todo en circunstancias que ofrecen baja estimulación y, por otra, la falta de inhibición o control cognitivo sobre los impulsos, frecuentemente asociadas con inquietud motora (hiperactividad–impulsividad). Estos dos conjuntos de síntomas pueden aparecer por separados o combinados. Las alteraciones emocionales podrían añadir un grado más de dificultad en la integración social de estas personas ya que, reconocer las emociones que están experimentando otros es una importante habilidad que facilita las interacciones sociales. Las intenciones y los estados emocionales se hacen visibles a través de señales afectivas como las expresiones faciales y la prosodia, por lo que una correcta identificación de éstas resulta fundamental para establecer relaciones interpersonales adecuadas.
El TDAH es un trastorno con una elevada carga genética, de herencia compleja y modulada por factores ambientales. Los estudios sobre genética molecular del TDAH incluyen estudios de asociación con genes candidatos. Estos estudios se han centrado en los sistemas de neurotransmisión relacionados con la fisiopatología del trastorno o con la respuesta favorable a psicofármacos. El sistema dopaminérgico es uno de los más estudiados. Los genes del sistema dopaminérgico DRD4 y DAT1 son los que más ampliamente se han asociado al TDAH, el D4 es el gen más consistentemente asociado al TDAH y pertenece al receptor dopaminérgico D4. El gen del transportador presináptico de dopamina (DAT1) también se ha asociado de forma repetida en distintos estudios. Otros genes del sistema dopaminérgico que se han implicado en el TDAH son el del receptor DRD5 y la dopamina–hidroxilasa (DBH), esta última común también al sistema noradrenérgico. El sistema serotoninérgico también se ha implicado desde un punto de vista molecular, a través de los genes del trasportador presináptico de serotonina (5HTT), del receptor serotoninérgico 5HT1B y de la proteína neuronal SNAP–25.
Entre las alteraciones electroencefalográficas descritas en la bibliografía que podemos encontrar en niños con TDAH, se encuentran: Un aumento de la actividad de ondas lentas theta, junto con ausencia de la actividad beta de ondas rápidas durante la realización de tareas que requieren concentración. Esta actividad de ondas lentas tiene una mayor prevalencia en las derivaciones frontales, lo que confirma lo visto en estudios de imagen. En otras ocasiones se puede detectar actividad de ondas lentas, que se asociaba a una cantidad menor de ondas alfa. Las ondas lentas aparecían sobre todo en la región occipital. Entre estas se encuentran: Paroxismos generalizados de punta–onda lenta de 3 cms/s, paroxismos generalizados de puntas y polipuntas y ondas lentas, foco de puntas temporales, puntas rolándicas, puntas occipitales, puntas bilaterales donde se requiere concentración.
Las personas con TDAH, además, pueden presentar deficiencias afectivas. Un grupo de investigadores, encabezado por el doctor Albert J., de la Universidad Autónoma de Madrid, llevaron a cabo una revisión sobre las investigaciones que han estudiado la competencia emocional (reconocimiento, regulación y expresión de las emociones) en niños, adolescentes y adultos. Según los investigadores, existen datos convergentes de distintos estudios conductuales que indican que tanto niños como adultos con TDAH presentan una disfunción primaria en el reconocimiento de los estímulos emocionales (expresiones faciales emocionales y prosodia afectiva) y una importante discapacidad para modular sus emociones, especialmente cuando éstas son negativas. No obstante, el conocimiento existente sobre las alteraciones emocionales presentes en el TDAH sigue siendo limitado. Rev. Neurol 2008; 47 (1): 39–45, online.
Las principales teorías sobre el TDAH sostienen que el reconocimiento emocional no debe estar afectado en estas personas, ya que no involucra a procesos ejecutivo alguno. Sin embargo, ciertos síntomas característicos del trastorno, como la inatención y la impulsividad, pueden dificultar el reconocimiento de distintos estímulos emocionales como las expresiones faciales y la prosodia. En los jóvenes que padecen TDAH los síntomas de impulsividad e hiperactividad pueden disminuir pero la dificultad para atender tiende a persistir. Así como en los jóvenes, los adultos con TDAH tienden a tener deficiencias cognitivas adicionales, específicamente en las funciones ejecutivas, lo que incluye la dificultad para codificar y manipular la información, además de la alteración en la capacidad para organización y manejar el tiempo.
Los adultos con TDAH tienen un historial de disfunción escolar durante su niñez, que incluye desempeño escolar deficiente, problemas de disciplina, dificultad para la lectura, necesidad de tutoría y de clases especiales, además presentan una tasa mayor de repetición de grados académicos. Además, presentan distintos problemas afectivos: labilidad emocional, excesiva reactividad emocional y carácter irritable. Los problemas que enfrentan los niños en primaria por lo general empeoran en la universidad, lo que resulta en un rendimiento académico deficiente, promedio bajo de calificaciones y utilización de un periodo más largo de tiempo para poder alcanzar un grado académico. Estos son algunos datos obtenidos de varios tipos de investigaciones que invalidarían lo expuesto sobre el TDAH, obviamente no lo dicho por Leon Eisenberg, ya que no tenemos acceso a sus declaraciones.
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