Por: Rafael H. Pagán Santini
Cuando los estímulos que recibimos diariamente en nuestro cuerpo son lo suficientemente fuertes como para producir una respuesta en nuestro cerebro (hipotálamo) se les llama “estrés”. Aunque en el lenguaje popular se habla de estímulos estresantes aquellos que generan un estado incómodo. De acuerdo con su definición operativa, estrés es cualquier estímulo que actúe, directa o indirectamente, sobre las neuronas del hipotálamo, haciendo que esta parte del cerebro libere la hormona liberadora de corticotropina (CRH). Esta hormona a su vez actuará como un desencadenante para que se produzcan otras hormonas, teniendo producto final la liberación de cortisol por las glándulas suprarrenales. El conjunto de respuestas estimuladas por el estrés se le conoce como “reacción de lucha o huida”.
El estrés afecta a personas de todas las edades y condición. Los niños durante el juego, los estudiantes que un examen o los trabajadores en su trabajo están sometidos al estrés. Aunque un cierto estrés puede dar resultados beneficiosos, el estrés excesivo y prolongado suele traducirse en consecuencias desastrosas para la salud y la calidad de vida de muchas personas. La forma en la que un individuo interactúa o se relaciona con un tipo determinado de situaciones puede determinar si este acto va afectarlo a largo plazo. Algunas personas tienen más capacidad que otras para afrontar las situaciones difíciles de la vida. Como consecuencia de esta capacidad, experimentan menos síntomas negativos o enfermedades relacionadas con el estrés.
Desde hace algún tiempo diversos grupos de investigadores había estado reportando la relación entre el estrés, la depresión crónica y la reducción en la masa cerebral. Recientemente, la BBC–mundo informó sobre los resultados de un grupo de científicos de la Universidad de Yale. Según la agencia este grupo descubrió una de las razones que explican el fenómeno que hace que la alteración emocional provoque la pérdida de conexiones cerebrales. El grupo identificó un interruptor genético, conocido como un factor de transcripción. Los hallazgos, que se dieron a conocer en la publicación especializada Nature Medicine, muestran que el interruptor genético reprime la expresión de varios genes que son necesarios para la formación de conexiones sinápticas entre las células cerebrales. Eso puede contribuir a la pérdida de masa en la corteza prefrontal del cerebro.
Tradicionalmente, el desorden depresivo mayor ha sido considerado como uno de origen neuroquímico. Entre las personas con depresión es muy común encontrar la presencia de alteraciones en los genes que codifican la proteína que participa en el trasporte de la serotonina. La serotonina es una sustancia química del sistema nervioso central con la cual se comunican las neuronas (neurotransmisor) y está relacionada con funciones como el apetito, la vigilia, la sexualidad y los estados ánimo. Aunque, en la depresión hay también otros sistemas de neurotransmisores que presentan una mala regulación, la serotonina es la que más se vincula con la depresión.
Además, se ha reportado que en personas con depresión por causa de situaciones estresantes es muy común encontrar la presencia de alteraciones en los genes que codifican la proteína que participa en el trasporte de la serotonina. La serotonina es una sustancia química del sistema nervioso central con la cual se comunican las neuronas (neurotransmisor) y está relacionada con funciones como el apetito, la vigilia, la sexualidad y los estados ánimo. Aunque en la depresión hay también otros sistemas de neurotransmisores que presentan una mala regulación, la serotonina es la que más se vincula con la depresión.
El estrés psicológico es algo que el individuo percibe como una amenaza, algo que atenta a su supervivencia o a su propia imagen. Además, no es necesario que esta amenaza sea real, sólo tiene que serlo para el individuo, aunque, en realidad puede no serla. Entre los síntomas predomina la sensación de ansiedad. Otros síntomas, dependiendo de la respuesta, están la cólera, el odio, la depresión, el temor y la culpa. Algunos signos típicos de la respuesta objetiva son la inquietud, la crítica, las disputas, la mentira, y el llanto. El estrés fisiológico suele ir acompañado de un cierto grado de estrés psicológico. Además, los estresantes psicológicos suelen producir respuestas fisiológicas de estrés. El terror suele relajar los esfínteres que contiene la orina o la excreta.
Las respuestas a una adaptación inadecuada al estrés crónico en los adultos no sólo afectan su salud física sino también los aspectos emocionales, sociales e intelectuales de sus vidas. La convivencia con el estrés crónico suele empeorar la calidad de vida de los adultos, pudiendo originar ulceras, hipertensión, dependencia de drogas, alteraciones en las relaciones personales e incluso pérdida de contacto con la realidad. Esta situación crónica suele desarrollar múltiples problemas, que limitan la capacidad de convivir en sociedad, y empeora conforme van deteriorándose los niveles de salud física y psicológica.
Los ataques de depresión suelen ocurrir en periodos de gran estrés, esto incluye al estrés fisiológico, en episodios de enfermedad como los accidentes cardiovasculares o cerebrales, y al estrés psicológicos como cuando hay divorcios, pérdida de alguien querido, o se enfrenta a una incapacidad. Las manifestaciones pueden ser físicas como mentales: síntomas de dolor, fatiga, sensación de presión interna, mareos y malestar, o pérdida del interés o del placer en hacer cosas, sentimiento de desesperanza y decaimiento. Si más de dos o tres de estos síntomas tiene una duración mayor a dos semanas se podría estar hablando de un episodio de depresión. Esta situación crónica suele desarrollar múltiples problemas, que limitan la capacidad de convivir en sociedad, y empeora conforme van deteriorándose los niveles de salud física y psicológica.
El manejo del estrés requiere de una relación cuerpo–cerebro y medio ambiente. La respuesta biológica a los estímulos estresantes es innata, es la misma que la de cualquier animal y responde a la adaptabilidad evolutiva del ser humano. La respuesta psicológica requiere de un plan de trabajo que incluye una filosofía personal de la vida que permita enfrentar las desavenencias de la vida cotidiana. No es una tarea fácil.
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