Logo de La Jornada de Oriente
Cargando...

Neo prehispanismo

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-12-21 04:00:00

Si entendemos como prehispánico a la serie de sucesos que se llevaron a cabo históricamente antes de la llegada de los españoles a América, debemos tener como punto de referencia a Cristóbal Colón que en 1492 llegó a estas tierras en algo tan fortuito o casual, que incluso condicionó que muriese sin estar plenamente consciente de haber descubierto un nuevo continente. Por esta razón no se le denomina Colombia sino América, en referencia a Amerigo Vespucci (1454–1512), navegante florentino que al parecer fue el primer europeo en percibir que las tierras recién descubiertas conformaban un continente distinto.

Sin embargo, más que un encuentro entre culturas debemos considerar que ésta época estuvo marcada por una colisión microbiana donde resalta el papel del virus de la viruela, llamado Variola virus que actualmente está erradicada de la humanidad según la Organización Mundial de la salud (OMS). En efecto, resulta literalmente imposible la sola idea de imaginar que un ejército comandado por Hernán Cortés (1485–1547) que al momento de desembarcar en Veracruz tenía 518 infantes, 16 jinetes, 13 arcabuceros, 32 ballesteros y 110 marineros, 32 caballos (de los cuales la mitad estaban dedicados a labores de carga), 10 cañones de bronce y cuatro falconetes (689 hombres en total) pudiesen haber vencido a un pueblo que en la gran Tenochtitlán tenía, según los cálculos más conservadores 230 mil habitantes y cuyos varones guerreros eran aproximadamente 60 mil educados con una disciplina extremadamente severa y que a su vez tenían como líderes a guerreros llamados caballeros tigre y águila que en el calmécac (o escuela de hijos para nobles) desde el mismo momento de entrar eran heridos para comenzar a acostumbrarlos a soportar cualquier tipo de dolor, convirtiéndolos en guerreros valerosos, grandes estrategas y casi invencibles desde el punto de vista bélico. Pero un esclavo negro enfermo fue el portador de una enfermedad que en seis meses se propagó tan rápido que prácticamente no hubo población que se librara del contagio.

La mitad de la población murió en una primera epidemia, para continuar con subsecuentes brotes en 1531, 1545, 1562 y 1576, aniquilando a más de 90 por ciento de los habitantes. Por otro lado hubo un fenómeno vinculado con la vehemente religiosidad de los aztecas que los hizo creer que los españoles traían palos de trueno a manera de deidades encerradas en los mosquetes, cañones y falconetes. Creyeron que los hombres a caballo eran dioses de una sola pieza. Sucumbieron a la concepción devota en que su cosmología dogmática se contrapuso a conocimientos astronómicos, arquitectónicos, artísticos y matemáticos que aún ahora nos llenan de sorpresa. Nos enfada que los españoles intercambiaran oro por cristales de vidrio; sin embargo, ahora se vuelve a repetir el fenómeno de ignorancia en un momento en el que el fanatismo de predicciones mayas, ha provocado a nivel mundial una histeria colectiva con una supuesta catástrofe que nos aniquilará como especie. Si las enfermedades desconocidas provocaron una catástrofe, ahora en pleno siglo XXI representa un desastre que la gente sucumba psicológicamente ante rumores fantásticos y patrañas inexistentes. Esto explica con claridad la crisis económica, política, social y moral actual.

Es una variante de un oscurantismo medieval pero en la modernidad, que nos hace ver el grave peligro de sobrevivir como especie en un momento en el que no podemos aprender de los errores que por generaciones se han acumulado en nuestra experiencia y que no nos han hecho madurar como sociedad. La historia neo prehispánica de la catástrofe maya resulta a estas alturas algo verdaderamente preocupante, más que risible.  

 

Share
La Jornada
Nacional Michoacan
Aguascalientes Guerrero
San Luis Veracruz
Jalisco Morelos
Zacatecas  
Tematicas
Defraudados Izquierda
AMLO Precandidatos 2012
Servicios Generales
Publicidad
Contacto
© Derechos Reservados, 2013. Sierra Nevada Comunicaciones S.A. de C.V.