El colesterol de Even

El químico francés Michel Eugéne Chevreul (1786–1889), además de contribuir al desarrollo de las pinturas de aceite que usaron los artistas impresionistas del siglo antepasado, estudió los cálculos en vesículas biliares, identificando una sustancia a la que denominó “colesterina” y que después se llamaría colesterol (palabra que deriva del griego “kole” que significa bilis y “stereos” que quiere decir sólido).

Este compuesto forma parte muy importante de las membranas celulares en todos los mamíferos. Además es un elemento determinante de la bilis, que se produce en el hígado y que se vacía en la primera porción del intestino delgado para poder aprovechar algunos elementos nutritivos. En el metabolismo del calcio, tiene un papel importante como precursor.

El colesterol también forma parte de la síntesis de muchas hormonas como las denominadas sexuales (masculinas y femeninas), así como las producidas en las glándulas suprarrenales (aldosterona, cortisol y desoxicorticosterona).

Aunque desde hace mucho tiempo se conoce, existen aún muchas dudas sobre su papel biológico. De hecho, recientemente surgió una controversia que causó sobresalto en todo el ámbito médico, pues un neumólogo francés llamado Philippe Even (1932) presentó un libro llamado La verdad del colesterol en el que hace un planteamiento bastante serio sobre los niveles de esta sustancia y su nula relación con los infartos del corazón y las embolias cerebrales. No he leído el libro (que acaba de presentarse al pasado 21 de febrero); sin embargo, el acceso a una gran cantidad de comentarios y críticas me lleva a emitir también una opinión, validada por una condición de salud que padezco y que me genera niveles muy altos de grasa en la sangre, denominada dislipidemia. Una revisión de la trayectoria del doctor Philippe Even nos permite comprender que no es un investigador común y corriente. Además de llegar a ser jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Laennec en Paris (que actualmente ya no funciona como tal), entre 1988 y el año 2000 fue decano del Hospital Necker para niños enfermos. Profesor emérito de la Universidad de Paris, también ha participado en comités científicos del INSERM (Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina) y el Ministerio de Salud de Francia. Cuenta con numerosas publicaciones científicas, aunque mundialmente es reconocido por su postura socialista y de abierta crítica hacia la industria farmacéutica, las políticas gubernamentales en salud y los distintos enfoques de la investigación biomédica.

Estuvo involucrado en lo que se denominaría “el escándalo de la ciclosporina”, cuando junto con otros dos médicos (Jean–Marie Andrieu y Alain Venet), el 29 de Octubre de 1985, anunciaron haber encontrado un tratamiento para el sida, que a la larga no demostraría ser realmente benéfico y que desgraciadamente provocó la muerte de dos pacientes.

También fue criticado al plantear que el tabaquismo pasivo no existe, pues no hay pruebas clínicas que hayan comprobado el daño provocado por inhalar el humo de tabaco que otros fumen.

Por último, su postura contra la industria farmacéutica ha sido atrevida y valiente, con información que es definitivamente escalofriante.

Una visión sobre este médico francés me permite imaginar lo que plantea y qué es lo que en un punto de discusión valora como falsas, las propuestas de laboratorios que producen un tipo de medicamentos conocidos genéricamente como statinas, que buscan bajar los niveles de colesteroil en la sangre por debajo de 200 miligramos por decilitro.

Será interesante leer esta obra y ponderar la visión del doctor Philippe Even. Sin embargo, por experiencia personal puedo decir que tener niveles de colesterol muy altos sí es perjudicial para la salud.

Estoy seguro de que esta será una de las conclusiones que se plantearán en libro, así como la necesidad de recomendar un estilo de vida que tenga como principio una alimentación rica en frutas y verduras, el ejercicio cotidiano y si esto no es suficiente para mantenerse en condiciones metabólicas estables, indudablemente será necesario recurrir al fármaco.

Nadie puede en sano juicio, dudar de este fenómeno que ya ha sido plenamente demostrado.