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Carta para Antonio Loaiza Ponce

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-10-26 04:00:00

Querido Toño. Querido amigo:

Fue en el año de 1994 cuando por una invitación de Nacho Hermoso para dar una plática sobre el movimiento musical romántico en México te vi por primera vez. Cierro los ojos y de inmediato me viene a la mente tu imagen que resaltaba entre todos aquellos que asistieron a ese “intento de difusión musical” que aunque desde mi particular punto de vista dejó mucho qué desear, marcó una huella indeleble que permanecerá indestructible durante toda mi vida.

Estabas ahí sentado, serio, con tu postura atenta y tal vez cuestionándote quién era yo. La verdad cuando me dijeron que eras el administrador de Aldebarán Grupo Médico no presté tanta atención a esta posición que ocupabas dentro de ése consultorio, pues lo que realmente alentó mi curiosidad fue tu andar. No sabía que habías sido brutalmente atacado por el virus de la poliomielitis y que las secuelas te dejaron solamente con la posibilidad de desplazarte bajo condiciones inimaginables.

Alguien me contó que tu infancia había tenido muchos tintes de sufrimiento, pues antes de tener un aparato ortopédico tus traslados por cortas distancias eran indescriptibles. Sin embargo, años después, cuando compartimos nuestras vivencias infantiles, lo que me narraste fue algo diametralmente distinto, pues me aseguraste que tu infancia fue feliz.

Esta comunicación íntima ya se estableció en una forma definitiva, desde el primer momento, un 11 de marzo de 1997 cuando a las 11 de la mañana me recibieron en lo que hoy es nuestro querido Grupo Médico. Desde ese entonces hasta la fecha tuvimos un vínculo que abarcó literalmente todos los aspectos más excelsos de una amistad que sobrepasa los límites de lo común, hasta momentos sórdidos y hasta escandalosos cuando, en medio de nuestra soberbia, bebimos casi hasta perder la conciencia tremendas cantidades de licor que se enmarcaba por un ambiente de camaradería que jamás se repetirá en el resto de nuestras vidas.

Con todo y esto, jamás hubo una diferencia de opinión, una discusión, una falta de respeto ni mucho menos un disgusto. Tú siempre te mantuviste a la altura de las circunstancias con una madurez que es digna de resaltarse.

A veces necesitamos que nos digan nuestros defectos, y los tuyos llegan a ser cualidades. La enfermiza carga de responsabilidad y alto sentido del deber te llevaron a descuidar tu salud en favor de muchos. Siento que este sacrificio no tiene precio. Por esta razón te aseguro que en este momento no debes preocuparte por nada. Cuentas con un grupo de compañeros y camaradas que estaremos al pendiente de cualquier cosa que se ofrezca en tu entorno familiar. En nombre de todos quienes te conocemos y queremos, empeño esta palabra y te aseguro que todo saldrá bien. Este tránsito que pronto alcanzarás para descubrir el mayor misterio de la vida nos llegará a todos, pero debes estar seguro de que tu paso por este mundo estuvo marcado por hazañas de un carácter que ningún ser humano puede anhelar a lograr. ¡Hasta pronto, Toño! Que tengas un feliz viaje hasta la eternidad.

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