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La última luna llena del año

Por: Alejandra Fonseca

2012-12-28 04:00:00

–No se acabó el mundo –me dijo–, pero sería mejor que empezara otra vez. Todo está tan confuso. Tan extraño. Todo es tan difícil ya, que debiéramos empezarlo de nuevo.

–Pero si el mundo empezara de nuevo, ya no nos tocaría estar en él. Somos parte de lo que hay, para bien o para mal, respondí.

–Pues sí, para mal nuestro tendríamos que morir… y sin haber hecho mucho. Los adultos de hoy somos una generación de fracasados: ¿Cuántas devaluaciones, cuántos crímenes, cuántos muertos, qué comemos ahora? ¡Todo sintético¡ ¡No hay nada natural! Si checas lo que le dan de comer a los animales, todo es hormona o droga para que engorden o se hinchen y eso es lo que comemos. ¡Y los cereales todos alterados por la genética! Y otra, ¿cómo disfrutamos hoy? Los fines de semana las familias la pasan en los centros comerciales… comprando. Dando la vuelta. Paseando. ¡Éso no es pasear! Y gastan lo que pueden, menos o más, pero gastan. En mis tiempos sí paseábamos. Nos íbamos a los parques a jugar béisbol, futbol, voli. A patinar, andar en bici, estar con la familia y platicar sentados en el pasto. Llevábamos hamaca, pelotas, comida y aguas de sabor. ¡Nada de refrescos! ¡No se usaban! Y todos íbamos juntos y regresábamos juntos. Todos cooperábamos. Y cuando ya se enfriaba la tarde limpiábamos el lugar, empacábamos todo y llegábamos a casa después de un buen día. Ahora todo es tan distinto…

–Tienes razón. Es cierto que aún cuando las personas están juntas, cada quien está solo: juega con el celular o habla por teléfono. Y si suena el cel, es más importante la llamada que las personas que están ahí presentes. Son las nuevas tecnologías que nos tienen empachados.

–Pero fíjate, cuando yo era niño y pusieron el primer teléfono en casa de mis papás, si te llamaban los amigos y no estabas, te dejaban recado, que a lo mejor recibías al día siguiente y eso si no se les olvidaba decirte que te habían llamado. Y si estabas en casa del vecino jugando, te gritaban para que vinieras a contestar o quien te llamaba hablaba más tarde. Era más importante la presencia que las ausencias. No dejabas con el que jugabas para contestarle a quien estaba lejos. Ahora son más importantes las ausencias que las presencias.

–No lo había pensado así. Tienes razón. Ahora es más importante quién no está que quién está. A esto le llaman realidad virtual. Y antes era sólo realidad, se disfrutaban las presencias.

–Eso es lo que nos confunde. Que somos capaces de tener una realidad virtual. Es decir estar en ausencia… ¿Cómo vamos a recuperar algo de aquello?

–No lo sé. Yo me pregunto lo mismo, y no lo sé. No tengo respuesta. Pero mientras, mira la última luna llena del año. Está hermosa. Ésa sigue ahí. No cambian sus ciclos. Disfrútala. Esto es lo que todavía vale la pena de estar vivos…

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