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El que sabe se entristece

Por: Alejandra Fonseca

2012-11-09 04:00:00

 

El que sabe se entristece”, decían, hace años, las personas simples. Saramago escribió: “Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada”. ¿Saber es distinto que tener sentido de vida?

¿Qué es aquello que debemos hacer, porque si no lo hacemos, sería imposible seguir viviendo? ¿Qué llena el vacío que sentimos después de colmar nuestras necesidades humanas? Negamos los valores para no sufrir su carencia. Amamos los placeres de la vida pero no amamos la vida que incluye esos placeres. Y no es lo mismo gozo que placer. Hemos perdido las proporciones: nos falta espíritu de donde surge la vocación auténtica radical: la que exige al ser humano, desde la infancia, todo lo que puede dar.

Tener espíritu es vivir el arrebato. Aventurarse a realizar la probabilidad. El espíritu crece a medida que ponemos cosas dentro. ¿Qué lo llena? La poca libertad que nace de la conciencia. De la ética y la mística de un humanismo que nos hace obreros calificados de acciones humanas. De la poesía que surge de un movimiento interior. De ser joven: por conmovernos ante cualquier injusticia. Y de no dejar de ser joven al no ceder a una actitud de beneficio propio.

Pero hay seres humanos que no tienen el valor suficiente para entregarse: Pasan junto a las personas sin verlas, o viéndolas sin sentirlas. Practican el amor–pasión que es un rito y una moda. Canjean la realidad, quizá ingrata, por paraísos artificiales que abren una puerta de escape para emprender un suicidio lento.

La conciencia no es una elección ni una propuesta: es obligatoria. Acaso se nos pregunta: ¿aceptas asumir la posibilidad de la conciencia?

Se sabe que el hombre puede concebir la grandeza; se tiene sentido cuando somos capaces de vivirla y asumirla. El homo sapiens, sabe; el homo faber, crea. Se sabe la palabra, elemento físico de la poesía; se tiene sentido cuando descubrimos la presa cautiva en el poema.

El saber viene de la mente; el sentido, viene de estar conscientes. El saber llena la curiosidad y da placer intelectual; el tener sentido llena el espíritu y da gozo. Saber es distinto que tener sentido de vida, repito:

El que sabe se entristece”.

Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada”.

*Escrito realizado, en su mayoría,

parafraseando a Juan José Arreola,

de su libro La Palabra Educación

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