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Botas matarratas

Por: Alejandra Fonseca

2012-08-17 04:00:00

 

“¡Hay una rata en la alacena. Voy a matarla!, –dijo Bruni, con gran valor y enjundia, al entrar a mi cuarto de manera intempestiva, mientras yo leía una revista recostada en mi cama–. Dame un palo para aplastarle la cabeza! ¡Ya sé dónde está!”

“¡Aguanta, –respondí–, yo te ayudo,  –me levanté como resorte–. Pero ‘pérame, tengo una botas especiales mata–víboras que estoy segura que, ¡si me pasa entre las patas, la aplasto!” Y fui a buscarlas en el closet.

Encontré las botas. Me las puse y las amarré hasta media pantorrilla. Muy valiente yo en mi traje de carácter, nos fuimos a buscar a la rata. “Está metida en esa bolsa. Por ahí la oí”, dijo y empezamos a sacar las cosas para dejar libre el más espacio posible para que el animal no se escondiera, por si se nos escapaba.

Sacamos cajas, bolsas y todo lo almacenado en la entrada. Cerramos la puerta para mayor seguridad. El cuarto es pequeño, con una ventana chica casi pegada al techo. Así que el espacio es reducido.

Ahí estaba Bruni con su palo de fierro en una mano, y yo con mis botas matarratas en mis dos patas, parando la oreja para escuchar dónde se movía.

–¡Aquí está, ya lo oí!, –gritó y se aferró a cerrar la bolsa de alimento de gato–. ¡Agárrale ahí para bajarla al piso y dale con el tubo!

Bajamos la bolsa, lo acostamos en el piso, y con la punta del tubo, ella empezó a tantear dónde estaba el cuerpo del animal. Yo ahí con mis bototas matarratas muy dispuestas a brincarle al animal si se nos escapaba.

–Agárrale bien, le voy a dar!, –y le dio, uno, dos, tres golpes firmes donde ella sintió estaba.

–Dale otro por si las dudas. –Y le dio otro, fuerte.

–Ya no se mueve. Vamos a ver si está muerta.

–Pero aguanta porque las ratas se hacen las muertas, como son blandas, reviven y luego brincan. Mejor dale otros más para que estemos seguras y no nos vaya a ganar, –y le dio otros más.

–Vamos a espiar.

–Espía tu, a mí me dan asco las ratas.

–Sí mira, ya está muerta. Estaba gordita. Vamos a ver si era macho o hembra… Era macho, mira...

“¡Matamos la rata!”, dije satisfecha al salir de la alacena. ¡Sí cómo no!, matamos. Yo, ahí, muy valiente, con mis botas matarratas, como si de veras tuviera el valor de brincarle encima al animal para aplastarlo cuando no fui capaz ni de verlo...

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