Los Cullen... y el siervo de la nación

Como todos, me fui a ver Amanecer parte 2, porque con este “alargamiento” termina la exitosa saga –adaptada de los libros de Stephenie Meyer– y supongo que atestiguar el final es algo así como un acontecimiento. He de decir, en mi descargo, que las películas de la serie Crepúsculonunca me entusiasmaron, entendiendo por supuesto que se hicieron para un público de otra edad. Como sea, esta entrega final llega como un colofón bastante pensado –un verdadero cierre– que no deja huecos o dudas: ni respecto de todo lo ya sucedido, ni respecto de las rutas de porvenir para los Cullen y su parentela. Dirigida por Bill Condon, Amanecer parte 2no requiere de una ubicación larga, pues relativamente se sugiere a sí misma desde la parte 1: el nacimiento de Renesmee (Mackenzie Foy), la hija de Bella y Edward, hace que los Volturi vean en riesgo la seguridad de sus secretos y de su propia permanencia. Suponiendo que la niña es una inmortal, querrán acabar con ella, así como los Cullen y aliados harán todo por defenderla.

Amanecer parte 2 inicia lenta, cautelosa en exceso –un ritmo acorde al miedo que se siente ante los Volturi– pero encuentra rápido crecimiento (como Renesmee) hasta una épica, poderosa secuencia climática, no exenta de un par de significativas sorpresas. Así se redondea la historia, que duró cinco películas, sobre el joven vampiro que se enamoró (en el laboratorio de Biología) de cierta chica humana, sin sospechar que su mutua devoción tendría que pasar, entre otras pruebas, por un triángulo amoroso con otro joven, mutante en lobo. (Me regreso a leer y, en palabras, francamente todo parece aún más descabellado). Por cierto, la fotografía del film –igual que la de la primera parte– es del mexicano Guillermo Navarro, lo que para el cinéfilo mexicano debe de ser un plus. Qué quieren que les diga; hay que verla, porque si no... ¿de qué van a platicar? Además, sigue teniendo para los varones  –pálidos y todo– los bellos rostros de Kristen Stewart y de Ashley Greene, que son de colección. Y según dicen las chicas cinéfilas, también ellas tienen sus razones para acercarse a la cinta, en cualquiera de las muchas salas que tiene copadas.

Por otra parte, Morelos, de Antonio Serrano, llegó también a cartelera, y temo que Amanecer 2 le chupará la sangre. Serrano es el realizador de Sexo, pudor y lágrimas y también de Hidalgo: la historia jamás contada (ésta, con dinero estatal de la euforia del bicentenario). Se ocupa por supuesto del Siervo de la Nación, durante sus últimos años, a partir del éxito militar de Cuautla, pasando por los hechos de Oaxaca, de Acapulco, de Chilpancingo (el Congreso en que presentó sus “Sentimientos de la Nación”) y del desastroso intento de tomar Valladolid. Serrano presenta al prócer lejos de la imagen de veneración oficial –la tendencia de unos años para acá– dotándolo de una semejanza de humanidad sanísima desde luego. Lo encarna solventemente Dagoberto Gama, quien revela a un Morelos a ratos seguro y optimista, pero también sentimental y con remordimientos, en respectiva correspondencia con los logros y sinsabores de sus empeños. Si bien algunos rasgos –tanto de personajes como de decisiones– no quedan suficientemente explicados, Morelos presume de encomiables valores de producción y de un reparto llamativo, en el que entre otros están José María Yazpik (un espléndido Rayón), Juan Ignacio Aranda, Gustavo Sánchez Parra, Raúl Méndez, Jorge Zárate y Stephanie Sigman, cuya presencia y personaje (Francisca) conducen al argumento a cierta conclusión que, desde luego, la estampa oficial ni siquiera sugiere. Ojalá que Morelos sea vista, para que desde ella se hable y revise la historia de México, porque ilustrada, humanizada, se percibe más comprensible, cercana y entrañable. Pero adelanto que yo la vi en día feriado y en un horario cómodo (a las 4 p.m.), y sin embargo la sala estaba casi vacía. Qué lástima.