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Las salas VIP y el Bourbon Room

Por: Alfredo Naime

2012-08-24 04:00:00

La era del rock se trata de un musical, que no es
precisamente el género favorito de las nuevas
generaciones (en especial de los varones), aunque
la palabra rock en el título les resulta, eso
sí, un imán irresistible

 

El mejor cine que actualmente puede verse en Puebla (hablo estrictamente de los recintos comerciales) está programado –al menos en el caso de Cinépolis– en sus salas VIP, lo que traduce en un costo mayor del boleto. Me refiero en especial a dos films: el danés En un mundo mejor(Haevnen), de Susanne Bier, y el inglés Toda una vida(Another year), de Mike Leigh. En un mundo mejorse hizo célebre al ser el mejor film extranjero tanto para el Oscar como para el Golden Globe el año pasado. Por su parte y el mismo año, Toda una vidatambién fue nominado al Oscar (a mejor guión original), pero ya en 2010 había recibido en Cannes una mención especial del Premio del Jurado Ecuménico. Ambos films son, entonces, representantes de ese cine europeo que trasciende los cánones promedio del bien narrar fílmico, a partir de la profundidad –serena a veces, convulsa otras– con que revisa sus temas y las implicaciones que derivan. Y sí: los títulos mencionados conviven en la confortable (pero distractora) comodidad de las salas VIP, con cintas paganas –comercialmente hablando– como El vengador del futuro, Buscando a Nemo, Batman: el caballero de la noche asciende y hastaLos indestructibles 2, demostrando que la etiqueta de Very Important Person no exclusivamente está diseñada en vínculo con eso considerado Very Important Cinema. Qué se le va a hacer...

Susanne Bier es la realizadora de Después de la boda (2005), otra película nominada al Oscar. Con En un mundo mejor regresa a –e insiste en– sus temas favoritos: los dramas de familia en los que afloran la complejidad humana, los secretos, el dolor y la complicidad, pero también la soledad íntima. En cuanto a Mike Leigh, a él le debemos Secretos y mentiras y Topsy–Turvy, un par de gemas. Ahora, Toda una vida es una exploración de la felicidad –y por ende, de su contraparte– a partir del entorno, a lo largo de todo un año, de un matrimonio de sesentones. En mucho de tono amable, también hay drama en ella, pero de un orden distinto al drama helado de En un mundo mejor. Pero reitero: al momento ambas exhiben sólo en las salas de mayor precio. Ojalá que esto no se haga política ni costumbre de la empresa, de forma tal que el cine de mayor estatura esté siempre –y por igual– al alcance de todos los bolsillos. Que así sea.

Volviendo a las salas de exhibición pa’ todos, el estreno en el que más pobladas se han visto es La era del rock (Rock of ages), de Adam Shankman, cuya filmografía es mayor como coreógrafo que como director. Sí; bastante gente la está viendo aún y cuando se trata de un musical, que no es precisamente el género favorito de las nuevas generaciones (en especial de los varones), aunque la palabra “rock” en el título les resulta, eso sí, un imán irresistible. Además aparece en ella Tom Cruise, en un personaje que es más una caricatura que otra cosa (pero como me dijo una alumna: “profe, a Tom Cruise todo se le perdona”). La historia, ubicada en 1987, ya la hemos visto en la gran pantalla no pocas veces: una provinciana que aspira a cantar y al estrellato en el show business llega a Los Angeles, en donde encuentra una vida más complicada de lo previsto y conoce a alguien que (claro) le rompe el corazón, sin saber a ciencia cierta que –a él– ella se lo ha roto antes. Todo entre canciones ochenteras, en el contexto del icónico Bourbon Room, al que hay que salvar de la bancarrota y de la embestida de las buenas conciencias. A La era del rock le sobran energía y buenas rolas, pero que sea relativamente disfrutable no significa que puedas tomarla en serio: ni como un musical de hoy (nada que ver con Chicago, por ejemplo), ni como nostalgia del género. Y eso que Catherine Zeta–Jones, Julianne Hough, Alec Baldwin y Paul Giamatti se suman para fortalecer el reparto. Pero bueno: supongo que –más que a Tom Cruise– a los musicales todo se les perdona.

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