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Besando a Jennifer... y a Marilyn

Por: Alfredo Naime

2012-08-17 04:00:00

Plan perfecto, su debut como directora, que no me
desilusionó. En ella, una pareja de mejores
amigos sin vínculo romántico alguno –Julie (la
propia Westfeldt) y Jason (Adam Scott)– deciden
tener un hijo, con el compromiso de cuidarlo y
proveerlo a partes iguales, pero cada cual
siguiendo su respectiva vida social y sus
búsquedas de compañía definitiva

 

Jennifer Westfeldt es quien interpretó a la chica del título en Besando a Jessica Stein(2001), comedia que además co–escribió y que a mí me gusta mucho. Por eso, con expectativa, me fui a ver Plan perfecto(Friends with kids), su debut como directora, que no me desilusionó. En ella, una pareja de mejores amigos sin vínculo romántico alguno –Julie (la propia Westfeldt) y Jason (Adam Scott)– deciden tener un hijo, con el compromiso de cuidarlo y proveerlo a partes iguales, pero cada cual siguiendo su respectiva vida social y sus búsquedas de compañía definitiva. ¿Por qué así? Porque en apariencia (según lo ven en sus amigos) la llegada de los hijos deteriora la relación sentimental de las parejas. Entonces, ambos calculadores socios, asumen que al no haber relación amorosa, la llegada del bebé nada podrá descomponer. Plan perfectono precisamente es la contra–hipótesis, sino un recordatorio de que la vida humana es tanto impredecible, como de matices, como rica en vertientes inesperadas, lo que justo es cuanto la hace diariamente excitante; y también, justo lo que brinda sentido a esta película. Lo mejor en ella son sus diálogos (no en términos de verdad, sino de aguda cotidianidad) y la actuación de Adam Scott  –pasa de seguro a vulnerable y de cool a estar desesperado– quien se roba el show en medio de un sólido reparto que incluye, además de Jennifer Westfeldt, a Maya Rudolph, Jon Hamm, Kristen Wiig y Megan Fox (esta vez con su sex appeal bien aprovechado, en un rol necesario aunque de poco tiempo de pantalla). De los cinco films que vi el fin de semana, Plan perfectofue quizá el que más me gustó.

Ahora bien: cuando el cine se retrata a sí mismo, o a alguno de sus inmortales, surge siempre un plus irresistible, o casi. Por eso a los cinéfilos nos resulta tan especial Mi semana con Marilyn, de Simon Curtis, que ofrece los sucesos de esos pocos días de 1956 en que Marilyn Monroe estuvo en Londres para filmar El príncipe y la corista. La tensión entre la hiper–insegura Monroe y Laurence Olivier (su director y coestelar en aquella célebre película) es lo medular de la cinta de Curtis, que se sustenta en una notable recreación de la diva por parte de Michelle Williams, que por sí sola vale el boleto. Mi semana con Marilyn sirve también para revelar a Marilyn Monroe  –más allá de una mera rubia exuberante y deseada– como una mujer realmente talentosa, sofocada más bien por sus miedos (personales y profesionales) que por la falta de capacidades artísticas. Kenneth Branagh interpreta a Laurence Olivier, Julia Ormond a Vivien Leigh, Dougray Scott a Arthur Miller, Judi Dench a Sybill Thorndike y Eddie Redmayne a Colin Clark, en cuyas memorias se basa el argumento de la película. También aparece, por cierto, Emma Watson (la Hermione de la saga Harry Potter), muy linda a sus ya 21 años de edad. En fin, que Mi semana con Marilyn tiene suficientes atractivos como para concederle nuestra mirada.

Lo demás en cartelera son esas alternativas que uno contempla cuando ya te chutaste tres veces Batman: el caballero de la noche asciende, o cuando de plano ya no te interesa andar otra vez Buscando a Nemo, o cuando ya no tienes edad para presumir de Valiente, ni siquiera al mero estilo de Walt Disney Pictures. Es entonces cuando consideras  –además de Plan perfecto y de Mi semana con Marilyn, ya mencionadas– opciones como Sin salida, del prolífico e irregular Joel Schumacher, con el atractivo especial que siempre significa Nicole Kidman (acompañada aquí por otro prolífico e irregular: Nicolas Cage); o como Misión secreta, en donde Richard Gere aparentemente se persigue a sí mismo; o como la nueva versión de Vengador del futuro (Total recall), a la que le faltan la ironía de Paul Verhoeven y la presencia de Arnold Schwarzenegger, lo que traduce en decir que entonces le falta casi todo. Pero ya se sabe: también en cuanto a cine –faltaba más– en gustos se rompen géneros.

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