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Hay de transformaciones a transformaciones

Por: Arturo Huerta González

2013-03-12 04:00:00

Enrique Peña Nieto en su discurso de los primeros 100 días de su gobierno dijo que vino a transformar al país, no a administrarlo. En las reformas contempladas para ello está la Reforma Laboral, ya aprobada por su partido en el Congreso, encaminada a reducir las prestaciones laborales como a permitir la contratación por horas, como por obra, por períodos determinados, así como a abaratar el despido, ello encaminado a reducir el costo del trabajo para supuestamente mejorar competitividad. Otra de sus reformas estructurales transformadoras del país es la reforma hacendaria donde apunta a que descansará en el incremento al IVA y su generalización a alimentos y medicinas para mejorar la recaudación tributaria del gobierno para financiar su política social y mantener el déficit fiscal cero.

Otra de sus transformaciones anunciadas es la reforma energética, la cual abrirá más la industria petrolera a la inversión privada nacional y extranjera para modernizar a dicha industria, hacerla más competitiva, aumentar su producción y las exportaciones de petróleo. Son transformaciones que nos llevan a deteriorar las condiciones de trabajo y de vida de la mayoría de los mexicanos, como a disminuir su poder adquisitivo, tanto por la disminución de salarios como porque la reforma tributaria, al gravar a consumo, afectará a los sectores de más bajos ingresos, ya que gastan y consumen todo su ingreso; además, tales transformaciones, tal como la reforma energética, están encaminadas a seguir reduciendo el tamaño y participación del Estado en la actividad económica.

La apertura de Pemex debilitará más al gobierno y lo subordinará más al gran capital, pues al dejar de tener el control de los principales sectores estratégicos de la economía disminuye su poder de negociación frente a ellos, y además verá reducida su participación en la apropiación de la renta petrolera, la cual será absorbida en mayor media por las empresas privadas participantes, a las que dará entrada la reforma energética impulsada por las transformaciones del gobierno en turno.

No hay reconocimiento por parte del gobierno, que por más reformas estructurales de orientación de mercado, que nos llevan a la mayor privatización y extranjerización de la economía, ésta no ha visto incrementada su capacidad productiva, ni la productividad ni la generación de empleo, ni mucho menos el bienestar de las grandes mayorías de la población, sino por el contrario, han acentuado la concentración del ingreso y la riqueza y se ha incrementado el número de excluidos y de pobres, y el gobierno ha perdido el control soberano de la política económica, por lo que ha dejado de satisfacer las demandas nacionales.

Las transformaciones realizadas e impulsadas por el actual gobierno contrastan con las que se realizan en otros países. El 8 de marzo, la presidente de Brasil anunció que se eliminarán todos los impuestos federales a los alimentos, mientras en México se pretenden aumentar en Brasil se anularán, lo que implicará una caída de precios de los alimentos alrededor de 9 por ciento, lo que junto al incremento salarial otorgado vendrá a aumentar el poder adquisitivo de la población, contribuyendo a la reducción de la pobreza y a incrementar su mercado interno para reactivar su economía. Mientras Brasil ha hecho grandes esfuerzos y continúa realizándolos para erradicar la pobreza, en el nuestro se impulsan transformaciones que llevan a deterioran las condiciones de vida de las grandes mayorías.

El presidente Obama de Estados Unidos ha dicho que ya están trabajando con los congresistas de su país para incrementar el salario mínimo en 24 por ciento. Que pasará de 7.25 dólares la hora a 9 dólares la hora, a fin de aumentar el poder adquisitivo de la población, para expandir la demanda y así contrarrestar la disminución del gasto público que acordó la mayoría Republicana en el Congreso. Hasta el propio gobierno de Estados Unidos está preocupado en mejorar las condiciones de sus trabajadores para así dinamizar su economía e incrementar el empleo, y en cambio en México se procede a reformas laborales encaminadas a reducir salarios para mejorar competitividad para dinamizar exportaciones y supuestamente así crecer. Tales políticas llevan a la mayor explotación de la fuerza de trabajo, a transferir mayor excedente y productos al exterior, lo cual reduce el consumo, y el nivel de vida de los mexicanos, lo que margina el mercado interno y nos coloca en un contexto de alta vulnerabilidad en torno al comportamiento de la economía mundial.

Las transformaciones deben de estar encaminadas a la reconstrucción de un proyecto de nación incluyente, que recupere la soberanía nacional y disminuya las grandes desigualdades de ingreso y de riqueza existentes, y no que sigan extranjerizando la economía y deteriorando las condiciones laborales y los niveles de vida de las grandes mayorías del país, ya que esto no sólo compromete la soberanía, sino también la seguridad nacional.

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