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Calderón sigue defendiendo políticas a favor del subdesarrollo del país

Por: Arturo Huerta González

2012-04-17 04:00:00

Felipe Calderón, en su discurso el 13 de abril, dentro del panel “Globalización y Desarrollo”, previo a la Cumbre Empresarial de las Américas, celebrada en Cartagena de Indias, Colombia, hizo una defensa de la libertad de comercio. Hizo alusión al viejo “debate entre intervencionismo estatal o empresa privada, y entre proteccionismo y apertura comercial”. Criticó las nacionalizaciones y al proteccionismo económico, y señaló que incluso en estos momentos de recesión, “el verdadero crecimiento económico y desarrollo de los pueblos no está en las estatizaciones, sino en la apertura y en la libertad de comercio”. Dijo que “la alternativa es la apertura, es la competencia, es el comercio, es la libertad, es la empresa, es la propiedad; y no son enunciados teóricos, sino resultados prácticos; son enunciados que deben defenderse por quienes creemos en ello, entre ellos los empresarios y los gobiernos libres.” Se refirió al diferendo comercial entre México y Brasil, en el cual este último exigió y logró un nuevo acuerdo para reducir la exportación mexicana de automóviles, situación que ahora pretende copiar Argentina. En relación a ello dijo que hay una tendencia, una presión interna al revés y que espera “que eso se revierta, porque lo necesitamos los dos países”. Se ufanó de que México tiene en la actualidad 44 acuerdos comerciales, e insistió en la intención de su gobierno de ampliar ese número, incluyendo un pacto con Brasil.

Calderón presumió logros de su gobierno en esta materia, e insistió en que la clave es impulsar la competencia. Lamentó que tras las reuniones del G–20, donde todos firman una “sacrosanta cláusula, veneradísima”, de bajar aranceles, cuando menos 15 de ellos han salido a poner tarifas comerciales todavía más altas y barreras comerciales más difíciles de pasar.

El problema es que las políticas defendidas por Calderón, no nos han llevado al crecimiento, no han incrementado el empleo, ni reducido la pobreza, ni han mejorado nuestra inserción en el contexto de la economía mundial. Con las políticas de más mercado, de menor participación del Estado en la actividad económica, la economía nacional tiene menos industria y menos sector agrícola de lo que teníamos antes de dichas políticas, ya que no somos competitivos frente a importaciones. Las empresas nacionales no cuentan con los niveles de productividad ni con la disponibilidad crediticia a bajo costo que sus competidores externos, por lo que terminan siendo desplazadas por éstos. A ello se suma que se ha venido trabajando con un dólar barato, que abarata a las importaciones, las cuales colocan en desventaja competitiva a los productos nacionales frente a éstas. Ello se ha traducido en rompimiento de cadenas productivas, en pérdida de autosuficiencia alimentaria. Tenemos hoy menos empleo productivo y formal, y más pobreza,  de lo que teníamos antes de las políticas de libre mercado, y dependemos cada vez más de los productos importados, y de la entrada de capitales para satisfacer la demanda nacional. Al caer los flujos de capital, no tendremos condiciones de mantener crecimiento alguno, ni el consumo nacional. Asimismo hemos perdido lugar en el rango mundial, ya que de ser la novena economía del mundo, antes de los tratados de libre comercio, actualmente somos la décimocuarta economía del mundo. México tiene menos empresas públicas, y las que quedan tienen gran participación de la inversión privada nacional y extranjera en ellas. Las políticas defendidas por Calderón han impulsado la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos, y la extranjerización de la economía, y han aumentado el número de pobres, y la violencia que se vive en el país.

No se puede seguir defendiendo las políticas de más mercado y menos Estado, ni las de más economía abierta, ya que ellas actúan a favor del exterior y de la cúpula empresarial, es decir, del 1 por ciento o menos de la población, y en detrimento de las grandes mayorías. Los gobiernos surgieron para satisfacer las demandas de las grandes mayorías, y no para gobernar para el gran capital nacional e internacional, como lo hace Felipe Calderón, y todos aquellos gobiernos que instrumentan estas políticas. La crisis económica mundial, manifestada en recesión, en bajas tasas de crecimiento, en altas tasas de desempleo, en crecimiento de excluidos y pobres, así como en movilizaciones crecientes de indignados a nivel mundial, y en el clima de violencia que se da en nuestro país, deben hacer pensar a Felipe Calderón, así como en aquellos que nos quieren gobernar, en que no se puede seguir insistiendo en más de lo mismo. No por nada países como Brasil, Argentina, Rusia, India, y hasta Estados Unidos están instrumentando políticas proteccionistas para preservar su planta productiva y el empleo en sus países. La crisis que se vive es resultado de las políticas que, gobiernos y Congresos, han llevado a reducir la participación del Estado en la economía, y que han privilegiado la apertura comercial y el libre mercado. Es decir, es la crisis de la globalización, que ha actuado a favor de lo financiero, y le ha quitado a los gobiernos el manejo soberano de la política económica para satisfacer los objetivos nacionales, relegando en consecuencia el crecimiento de los sectores productivos y el empleo bien remunerado, y el bienestar social. El debate electoral debería abordar estos temas y no quedarse en superficialidades como hasta ahora.

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