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¿Es el libre comercio motor de crecimiento?

Por: Arturo Huerta González

2013-01-29 05:45:10

El 26 y 27 de enero del presente, se realizó en Santiago de Chile la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, con la Unión Europea, donde éstos últimos mostraron interés por una alianza estratégica con los primeros, a través del libre comercio. En la declaración conjunta hubo pronunciamientos de rechazo al proteccionismo. Hay que considerar que la mayoría de los países de la zona euro, enfrentan problemas de sobreendeudamiento, déficit de comercio exterior y por lo tanto incapacidad de pago de sus deudas, que los ha llevado a instrumentar políticas monetarias, fiscales, crediticias y salariales restrictivas, para generar ahorros forzosos para cubrir el pago de sus deudas, lo que ha ocasionado el contexto de recesión y alto desempleo que enfrentan. Ellos requieren incrementar sus exportaciones, tanto para dinamizar su economía, como para reducir el déficit de comercio exterior para cubrir sus deudas, y de ahí su interés de que se abran mercados a sus productos, por lo que insistieron en un tratado de libre comercio (TLC) con América Latina. México, a diferencia del resto de los países de la zona, tiene TLC con ellos.

Los países latinoamericanos tienen anclada su moneda al dólar, y el euro se ha venido devaluando frente al dólar, por lo que los países de la zona euro han mejorado su competitividad frente a Estados Unidos, y frente a los países latinoamericanos. Ello, aunado a los diferenciales de productividad frente a los países de la zona euro, éstos saldrían ganando en un contexto de libre comercio, y no por nada muchos países del área latinoamericana no aceptan firmar un acuerdo con los países europeos, a diferencia de México que lo firmó desde el 2000, del cual somos perdedores, dado que importamos más de lo que exportamos, traduciéndose ello en menor desarrollo productivo, menor empleo, menor crecimiento económico, y más economía informal.

Peña Nieto planteó en la Cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamericanos y Caribeños, y Unión Europea (CELAC–UE), que seguirá apostando por el libre comercio, como el gran motor de crecimiento de esas regiones. En vez de insistir en más de lo mismo, el nuevo gobierno debería hacer un balance de los resultados de los TLC, sobre el sector agrícola, el sector manufacturero, sobre el empleo productivo, el balance de comercio exterior no petrolero, los salarios, y la dinámica económica del país.

No consideran que con el libre comercio, deja de haber políticas industriales, ya que se le confiere al mercado de economía abierta la tarea de la asignación de recursos. Pretenden a través de ello alcanzar altos niveles de eficiencia, de especialización, como el desarrollo de ventajas comparativas y competitivas, y así impulsar el desarrollo de las economías. Tal política, conjuntamente con las políticas macroeconómicas de estabilidad, han actuado en detrimento de la competitividad del sector productivo (agrícola y manufacturero), por lo que hoy tenemos menos industria, y menos sector agrícola, y dependemos de importaciones para satisfacer el consumo nacional, lo que nos lleva a requerir más entrada de capitales. Ello obliga a que la política económica se dirija a promover entrada de capitales, y por lo tanto se deje de tener política a favor del empleo y del crecimiento económico. Asimismo, se insiste en mayores reformas estructurales encaminadas a la mayor privatización y extranjerización de la economía. Así, las políticas de libre comercio predominantes, y que se insiste en ellas, nos han llevado a no tener manejo soberano de la política económica para atender las demandas nacionales, y a que el país tenga cada vez menos activos nacionales. Es decir, a que el país cada vez menos nos pertenezca, todo lo cual recrudece la extranjerización de la economía, así como la concentración de la riqueza en unas cuantos manos, y se polarice la desigualdad del ingreso, como el número de pobres, y la violencia que se vive a lo largo y ancho del país.

No se puede insistir en continuar con la política económica que nos ha llevado a la problemática que enfrentamos, donde los únicos favorecidos es el sector financiero, que sigue rompiendo records en la Bolsa Mexicana de Valores, y la banca gana aquí lo que no gana en su país de origen, y además no otorga crédito a favor del sector productivo. La evidencia reciente ha demostrado que ello siempre termina en crisis, las cuales han sido cada vez más profundas, con grandes costos económicos, políticos y sociales. La historia ha constatado que el crecimiento económico y el empleo, solo se logran a través de una participación directa y activa del Estado en la actividad económica. No ha sido el libre comercio, sino políticas industriales y agrícolas encaminadas a asegurar condiciones de rentabilidad en estos sectores, lo que pasa por regular al sector bancario–financiero, para evitar que ofrezca ganancias mayores que el sector productivo, como para canalizar créditos al sector productivo. Se requiere de incremento del gasto público para dinamizar el mercado, así como de políticas comerciales que impidan la filtración de demanda hacia importaciones, todo lo cual no pasa por la mente de los que nos gobiernan. 

 

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