El papel “amatl” como elemento tradicional y ritual ha sobrevivido y se ha dinamizado, prolongándose en un recurso de la vida cultual y volviéndose un producto artístico del patrimonio cultural. Ello se promueve en el video El uso religioso del papel amate que se exhibe en el sitio electrónico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como parte su oferta audiovisual.
Además de otras producciones que aparecen en la página de internet www.inah.gob.mx, dedicadas a promover las costumbres, los sitios arqueológicos, los museos y las actividades académicas que ahondan en la cultura del país, recientemente fue incluido un video sobre San Pablito Pahuatlán, la comunidad otomí que se dedica a la fabricación del papel amate, el cual es símbolo de su vida ritual.
En la producción audiovisual de cinco minutos, el internauta podrá conocer el paisaje y la geografía que rodean a este pueblo que se ubica en la Sierra Madre Oriental y que pertenece a la región cultural de La Huasteca.
Además, podrá conocer cómo los artesanos de San Pablito Pahuatlán son los herederos de una larga tradición mesoamericana que consiste en la elaboración del papel “amatl”, que sirve tanto para los ritos agrarios como para su uso terapéutico, ya que apoyados en las tijeras crean figuras sagradas, espíritus, cosas o animales de las fuerzas del bien y el mal.
En dicho video se explica que las deidades autóctonas de los otomís conviven con los santos y las imágenes católicas, ya que ambos habitan el cielo, la tierra y la región subterránea. Dichos personajes, son proveedores del sustento y ayudan a restablecer el equilibrio que el propio hombre ha roto.
Destaca que para los artesanos de San Pablito Pahuatlán, las ofrendas representan el equilibrio cósmico que necesita el fallecido para continuar con su camino; ya que para el pensamiento otomí el ciclo de la vida no termina con la muerte, pues los dioses permiten la regeneración constante por lo que el hombre puede retornar en seres orgánicos, animales o vegetales.
Aunado a este sentido ritual, el trabajo de los chamanes otomís consiste en ayudar en las tareas cotidianas y en regular la moral del pueblo.
Para la milenaria fabricación del papel utilizan las cortezas de los árboles: para lograr el tono blanco cortan higuerillas, mientras que el café pardo se logra con el jonote. Para hacer el papel de colores, se hierven con agua y ceniza, y se pintan con minerales o flores. El proceso continúa con la realización de capas finas de fibras que se secan al sol, y que luego se despegan para ser empleadas.
En San Pablito Pahuatlán el uso ritual del papel ha trascendido, y ahora se fabrican láminas de diversas formas y colores que se convierten en auténticas obras de arte de la cosmovisión otomí.
Uno de los herederos de esa tradición es don Alfonso Margarito García, quien en una anterior entrevista, confirmó que él es uno de los cuatro chamanes que sobreviven en la comunidad.
El chamán explicó que tras la consulta con las personas quienes llegan a su casa con “males hechos por otras personas”, elige el color y el pedazo de papel amate que utilizará para curar el mal. Así, un recorte de color café oscuro, se usa para aliviar los hechizos y conjuros que pudieran haber causado la enfermedad; mientras que uno de color natural, se utiliza si la siembra se está secando o echando a perder por falta de lluvia.
En el caso “de un niño asustado, que llora y se despierta por la noches, con resuello”, el chamán hará un recorte con papel amate color claro, que la mamá deberá poner debajo de su colchón o de su almohada. A los que murieron en un accidente, don Alfonso cortará una silueta de papel blanco “para salvar el espíritu, darle descanso y mandar al juez del purgatorio una petición para que con la ofrenda, se pague la cuenta del difunto”.
