La mañana de este jueves un grupo de 15 investigadores de la Universidad Autónoma de Puebla y del Instituto Nacional de Antropología e Historia ingresaron a las obras del Viaducto Zaragoza –en el bulevar 5 de Mayo y la calle 2 Norte–, donde constataron la existencia de vestigios de los siglos XVIII y XIX que a su vez revelan la infraestructura hidráulica de la ciudad de Puebla en esas épocas.
Las académicas de la UAP Rosalva Loreto López y Lidia Gómez García señalaron el riesgo que corren estas estructuras de ser destruidas si las obras viales continúan como están, y no se aplicas sobre ellas un plan integral de preservación, que no sólo sea una ventana al pasado, sino que también puedan servir de aprendizaje para los actuales habitantes de Puebla, acerca del uso y captación de agua.
Gómez García, quien pertenece a la academía del Colegio de Historia de la UAP, sugirió que debe darse más tiempo al rescate y estudio de estos vestigios hidráulicos, pues aseguró que tienen una importancia incalculable, por lo que señaló que la fecha de inauguración del viaducto debe ampliarse más allá de la programada para el 5 de mayo de 2012.
En tanto Loreto López, del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, planteó que lo ideal sería un rescate integral de todos los vestigios que existen entre los barrios de San Antonio y San Francisco, a la altura de la capilla de Dolores, pues sería regresarle a la ciudad el sistema ecosocial que perdió con el entubamiento del río San Francisco en el año 1964 del siglo pasado.
Esto, agregó, le daría al actual gobierno la oportunidad de realmente pasar a la historia en vez de seguir empeñado en la construcción de una obra vial que sólo beneficiará a los automóviles, no a los habitantes de la capital, y que hasta ahora carece de justificación.
De acuerdo con Gómez García, los vestigios que observaron los académicos sólo son una muestra de la impresionante obra de ingeniería realizadas entre los siglos XVIII y XIX por indígenas y mestizos. Entre lo hallado está un túnel de más de siete metros de profundidad, que podrían ser incluso más metros, así como un sistema de captación del agua que bajaba del cerro de Loreto.
También comentó que pudieron observar un puente y un dique bien conservados, así como una compuerta que aún está intacta, que habría servido para proveer de agua a los barrios de San José, Xanenetla, San Francisco y otros, así como para almacenarla.
Estas obras de ingeniería hidráulica, apuntó, estaban pensadas para una población que dependía esencialmente del agua que podía captar, pero que ahora esta ciudad se da el lujo desperdiciarla.
Agregó que el puente se adentra hacia el cerro de Loreto y parece tener algo que se asemeja a una bodega, que podría ser lo que antiguamente fue una fábrica de pólvora. Los arqueólogos han encontrado evidencia de la actividad textil y artesanal que existía en la zona, pues han encontrado pedacería de vidrio de múltiples colores, envases que podrían tener su origen entre los siglos XIX y XX, cuando existieron fábricas de vidrio en las inmediaciones del río.
Asimismo, observaron mayólica –una antigua loza española de esmalte metálico– que aparece incrustada en las piedras que conforman el dique localizado, igual que restos de cerámica vidriada que se fabricaba en el barrio de El Alto, indicó la investigadora y subrayó que hace falta mucho qué documentar y rescatar, por lo que los trabajos deben realizarse con mayor rigor y tiempo.
La importancia del
río San Francisco
De acuerdo con la doctora Loreto López, Puebla, como toda ciudad latinoamericana del siglo XVI, necesitaba flujos de carga y descarga de agua, función que cumplió en todo momento el río San Francisco, hoy bulevar 5 de Mayo. Para el año 1608, el flujo de agua de la ciudad cambió y se mezclaron aguas nuevas con aguas viejas que venían de La Cieneguilla, así toda el agua que venía de este lugar pasaba por toda la ciudad y descargaba nuevamente en ese río.
“Estamos hablando de tres cargas de fluidos, en los cuales esta zona (bulevar y calle 2 Norte) funciona estupendamente para dar cabida a una traza urbana y a una población que fue en aumento hasta el siglo XVII. Es una zona importante, pues el agua del río sirvió de fuerza motriz de los primeros molinos de la ciudad: el de San Antonio, el de San Francisco y el de Huexotitla”, comentó.
Agregó que en las riberas del río se establecieron toda clase de manufactureras, como tocinerías, curtudirías, lozeras y ladrilleras que fueron cambiando según el cauce y la fuerza del río. Por ejemplo, en Xanenetla y Xonaca había un tipo de barro para hacer ladrillo, pero en el barrio de La Luz hay otro tipo de barro que sirvió para hacer loza.
“El río de San Francisco fue un complejo ecológico y social muy importante, por lo que en 1964, cuando fue entubado, se rompió este contorno y el paisaje. Se rompió el ecotono, pues de este lado del río estaban los asentamientos indígenas y de este otro, los asentamientos españoles. Se integró al río a una traza y fue sepultado, como si no existiera, pero actualmente el río sigue funcionando como zona de descarga. Ahí hay una gran cloaca que, posiblemente, se construyó en el siglo XVIII o XIX y que recoge los desechos de Xanenetla. Y como esas cloacas hay muchas”, expuso Loreto.
Abundó que justo en el punto donde se está haciendo el viaducto, en la 2 Norte y bulevar, está lo que fue la represa de San José, que se construyó para contener el impacto de las aguas que escurren del norte de la ciudad, así como pare contener el crecimiento del río. Se hacían taludes para evitar que el agua inundara el barrio, y de todo esto, existen pruebas documentales.
“Precisamente en este lugar estuvo también el cuartel de San José, donde ahora está la guardería del IMSS, así que tenemos dos sistemas que funcionaron en torno al afluente: el militar de defensa y el ecosocial y urbano. Es una ventana histórica el salvamiento de toda esta sección, pero a un costado derecho, en el barrio de San Antonio, hay retroexcavadoras y no se está haciendo rescate. O integramos todo, como un camellón histórico, con dos carriles laterales parea el paso de autos, o vamos a tener destrucción a también hacia el lado derecho, que es hacia donde también corre el río”, destacó.
Si se abre nuevamente el río San Francisco y se deja expuesto como lo estaba hasta antes de 1964, la movilidad de la ciudad se modificará de tal forma que los gobiernos tendrán que buscar soluciones para agilizarla: no se trata sólo de cambiar el paisaje, sino los flujos de movilidad, pero se trata “evidentemente de una falta de planeación”.
“Si la apuesta de este gobierno es reabrir el río, los gobernantes pasarían realmente a la historia de Puebla de una forma positiva: redefinirían el parque vehicular, lograrían el salvamento de un sistema ecosocial e histórico y alcanzarían la integración entre obra nueva y obra histórica. Sería una apuesta importante”.
Se resguardarán
vestigios: INAH
Por otra parte, el perito del INAH Sergio Vergara Verdejo afirmó que los vestigios encontrados con las obras del Viaducto Zaragoza se van clasificando y protegiendo conforme se van encontrando, ya que en el proyecto no se tenía conocimiento de que toparían con construcciones históricas ni el tipo al que éstas pertenecen.
La propuesta de la institución que no se modifiquen sino que se integren al proyecto vial; para el INAH, dijo, sería “lo más recomendable porque le daría plusvalía a la obra pues por un lado se hace la parte de obra moderna y se integran con la parte antigua, además de que se reconocería la integración de la parte indígena con la española”, comentó.
Hasta ahora no se ha determinado si el rescate de los vestigios representará un costo extra a la obra, comentó Vergara, quien destacó que aun falta encontrar vestigios. Se está trabajando en el Arco de Loreto, un canal y una serie de muros también hallados todo lo cual ya ha sido rescatado.
Indicó que la visita de los académicos universitarios fue positiva, pues a partir de sus opiniones se puede hacer una propuesta conjunta que apoye la preservación de todo lo encontrado.