Este día van a comparecer en el Congreso los dos únicos candidatos a ser el próximo ombudsman poblano, como parte de un proceso que está viciado de origen, ya que desde hace varias semanas se sabe que quien va a quedar en el cargo es Adolfo López Badillo, como parte de un acuerdo político con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para colocar a este personaje, que a su vez sería impulsado por el grupo político del ex gobernador Mariano Piña Olaya.
La selección del ombudsman está tan viciada que algunos integrantes de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso local han dicho, sin ningún resquemor, que el próximo ombudsman será quien sea designado en Casa Aguayo. Es decir, ni siquiera se han guardado las formas para fingir un proceso de escrutinio, tal como ocurrio en las tres ocasiones anteriores en que se renovó la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDH).
Una muestra clara del favoritismo político –por no decir tráfico de influencias– que operó a favor de Adolfo López Badillo es que hace tres años teniendo un cargo medio en la CNDH, que era de Subdirector de Control y Gestión, buscó inscribirse al proceso de elección del ombudsman y la Escuela Libre de Derecho, que es la institución de donde egresó como abogado, le negó la carta para respaldar su candidatura.
Al final se pudo inscribir con el respaldo que obtuvo de última hora de un grupo de universidades, en donde no lo conocían.
Ahora, con los mismos antecedentes laborales en la CNDH y académicos, López Badillo recibió la carta de respaldo de la UAP, lo cual en valores entendidos significa que tiene la bendición del Poder Ejecutivo y que se dará línea a los diputados para que lo seleccionen.
¿Por qué este personaje hace tres años fue desairado y ahora se fijan en él, sin que exista un cambio en sus cartas de presentación?
Tal parece que operan dos factores a favor:
Hace tres años, Adolfo López Badillo intentó llegar a la CDH sin el apoyo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y con el respaldo del entonces secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano, toda vez que su hermano Ángel ha sido secretario privado del político priista. En esa ocasión no pudo avanzar, ya que el Poder Legislativo estaba controlado por el grupo político de Javier López Zavala que se inclinó por Marcia Maritza Bullen Navarro para que fuera la ombudsman.
Ahora, López Badillo llega con un nuevo impulso político, que es resultado de que el titular de la Secretaría de Servicios Legales y Defensoría Pública, Juan Pablo Piña Kurczyn, antes de ocupar este cargo laboró en la CNDH, en donde estuvo al frente del área de protección de periodistas. A su vez, su madre Patricia Kurczyn ha sido consejera de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Es decir, Adolfo López Badillo se ha podido relacionar con miembros de la familia del ex gobernador Mariano Piña Olaya, y cuyo mandato se caracterizó por una larga lista de violaciones a los derechos humanos.
Un segundo factor es, que independientemente de que tenga o no el respaldo de la familia Piña Olaya, la CNDH desde la presidencia de José Luis Soberanes y ahora con Raúl Plascencia Villanueva, ha buscado construir acuerdos políticos con los gobiernos de las entidades para que los ombudsman estatales surjan de las filas del organismo nacional de derechos humanos.
Durante el sexenio de Mario Marín Torres hubo poco interés del gobierno de vincularse con la CNDH; pero ahora parece que es distinto, razón por la cual sale beneficiado López Badillo.
La ventaja que existe de que la CDH quede en manos de alguien salido de la CNDH, es que es garantía de mayor profesionalismo en el manejo de órganos públicos y de conocer del tema de los derechos humanos desde la perspectiva oficial.
Sin embargo, ese esquema no es garantía de ningún avance, y hay elementos para suponer que puede significar un retroceso.
La CNDH en manos primero de Soberanes y ahora de Plascencia Villanueva se ha caracterizado por volverse una instancia conservadora, cercana a los intereses del Yunque y que evade mucho temas que son fundamentales en la protección de los derechos humanos, como es evitar el dialogo con organismos no gubernamentales, así como no hablar sobre los derechos reproductivos, la militarización, las protestas sociales y la defensa de la diversidad sexual.
Basta recordar que fue José Luis Soberanes quien buscó echar abajo las reformas legislativas del Distrito Federal a favor del aborto.
Por tanto, la llegada de Adolfo López Badillo puede significar la aparición de un ombudsman conservador, timorato y contrario a las ideas liberales.
Sería una buena oportunidad que este día, cuando comparezca ante el Congreso, pudiera aclarar su postura ante los derechos reproductivos, la diversidad sexual, la militarización; los excesos del secretario de Seguridad Pública de Puebla, Ardelio Vargas Fosado; los asesinatos impunes de militantes del PRD y de luchadores sociales caídos en el sexenio de Piña Olaya.
O que por lo menos diga algo de por qué en este tiempo en que presentó su candidatura a la CDH, no ha buscado reunirse con los organismos independientes de derechos humanos.
Ni nunca ha dado muestra de interesarse por los problemas en materia de derechos humanos de Puebla.
Porque tal parece, que Adolfo López Badillo va en la misma línea de sus antecesores Jorge Ramón Morales, José Manuel Cándido Flores y Maritza Marcia Bullen Navarro de que llegaron al cargo por criterios políticos, no por demostrar la capacidad de ser un buen ombudsman y al final acabaron siendo una grave decepción.