Ayer diversos contingentes de trabajadores independientes, sindicalizados y pertenecientes a organizaciones especializadas en la defensa de los derechos laborales y humanos, marcharon por las principales calles del Centro Histórico de Puebla con motivo del Día Internacional del Trabajo e hicieron patente su repudio a la reforma en la materia que ha propuesto el PAN.
El planteamiento propuesto por el instituto político derechista ha sido analizado y cuestionado severamente en el Congreso de la Unión, porque su redacción permitiría con suma facilidad los despidos, disminuye aún más el acceso a las seguridad social y plantea otras condiciones regresivas para la clase obrera.
Sin embargo, el hecho más repudiado por la iniciativa tiene que ver con la soberbia mostrada por el partido dominante, que no tuvo la menor intención de consultar al sector más interesado en la iniciativa, es decir, a los trabajadores; tampoco a las centrales obreras y sindicatos, ni a las organizaciones defensoras de los derechos laborales.
A pesar de la negativa expresa al planteamiento legislativo, el panismo sigue empeñado en la aprobación de su propuesta, lo que está generando una polarización innecesaria para el país, que ya de por sí tiene que cargar con las calamidades de un Poder Ejecutivo que se ha lucido en torpeza para solucionar la crisis internacional y fomentar el empleo, sin hablar de las consecuencias nefastas que la guerra sin rumbo contra el crimen organizado tiene para la tranquilidad y lo bolsillos de todos.
La ceguera que envuelve al poder y la dependencia casi enfermiza de las autoridades y la clase política sobre el calendario electoral hacen que la brújula de la nación esté extraviada en la solución de sus problemas más apremiantes y deja a la deriva a millones de mexicanos que empiezan a ser víctimas de la desesperación.