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Martes, 12 de abril de 2011
La Jornada de Oriente - Tlaxcala -
 
 

 OPINIÓN 

Emergencia nacional

 
Guillermo Aragón Loranca

Con 40 mil mexicanos muertos a cuestas y magros resultados positivos en la supuesta lucha contra el crimen organizado, el gobierno espurio sigue insistiendo que “su” estrategia de violencia ciega es la correcta y que no la modificará, le pese a quien le pese. Con esta declaración una vez más se hace evidente para quién gobierna, o mejor dicho a favor de quién administra la pobreza, la inseguridad y la violencia que hacen cada día más insoportable la vida de los mexicanos.

La violencia visible, presentada como el resultado de la lucha encarnizada entre las “fuerzas del bien” (el Ejército y los diferentes cuerpos policíacos) y las “fuerzas del mal” (narcotraficantes, secuestradores, Zetas y demás grupos delictivos), y que de hecho está lastimando a la sociedad civil que está poniendo la mayoría de muertos, no es sino el resultado de esa otra violencia que Helder Câmara llamaba “violencia institucionalizada”, que no es otra cosa sino el uso del Estado para mantener sumisa a la sociedad ante la creciente explotación y despojo, ya no sólo de su fuerza de trabajo, como lo planteaba el marxismo clásico, sino de sus bienes naturales, de sus conquistas sociales y hasta de su derecho a la vida, que requiere este modelo de vida llamado capitalismo.

Esa violencia institucionalizada se expresa a través del fraude electoral, la imposición de un gobierno espurio que decide sacar al Ejército a las calles para legitimarse y para sembrar el terror como advertencia ante una sociedad cada vez más descontenta y menos dispuesta a aceptar el dogma neoliberal; es el desmantelamiento de la seguridad social, la privatización de los bienes de todos, la entrega de los servicios a los monopolios mediáticos, la entrega del petróleo a las empresas extranjeras, el estrangulamiento de la educación pública, el desmantelamiento de la vida sindical y la “reforma laboral”; es la entrega de los recursos mineros a las transnacionales, la entrega de la biodiversidad a los consorcios farmacéuticos y agroalimentarios. Esta es la violencia negada que se presenta como única forma de vida posible. ¿Quién lo ha decidido así?

El “ya estamos hasta la madre” lanzado por Javier Sicilia desde su corazón de padre destrozado, pero también desde su indignación ciudadana está retumbando en todos los rincones de este adolorido país, está despertando conciencia y solidaridad que tal vez pueda generar el movimiento social “antiviolento” que construya una nueva esperanza y otra forma de vida diferente a la que se nos quiere condenar en aras de que unos cuantos sigan acumulando riquezas a costa del sufrimiento y la muerte de los muchos.

En efecto, estamos ante una situación de “emergencia nacional”, en donde urgen los grandes cambios que no pueden venir de arriba, sino de abajo, de los ciudadanos conscientes y organizados, capaces de tener imaginación para virar hacia un país diferente al que nos quieren imponer. Nuestra solidaridad y nuestro afecto para Javier Sicilia y nuestro compromiso de hacer eco a su llamado.

 
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