La Organización Mundial del Trabajo, en el informe presentado el 24 de enero sobre las tendencias sobre el empleo para 2011, señala que “el número de desempleados en el mundo en 2010, llegó a 205 millones de personas, cifra prácticamente invariable respecto al año anterior”, y añade que la tasa de desempleo para los jovenes entre 16 y 24 años será de 12.3 por ciento a nivel mundial en 2011. Nos dice que “la frágil recuperación del trabajo decente refuerza la persistente incapacidad de la economía mundial de garantizar un futuro para todos los jovenes”.
A pesar que la economía mundial repondió a la política de estímulos fiscales, como a la baja tasa de interés, instrumentadas en los países desarrollados, el bajo crecimiento alcanzado, ha resultado incapaz para revertir los efectos de la crisis sobre las altas tasas de desempleo, y el deterioro del nivel de vida de las grandes mayorías, tanto de los países desarrollados como subdesarrollados.
Cabe recordar que se salió de la Gran Depresión de la década de los años 30 del siglo XX a través de la creación de condiciones que llevaron al pleno empleo, el cual pasó a ser el centro de la política económica. Ello fue resultado de los altos niveles de sndicalización existentes, como de las manifestaciones de los desempleados, así como de los altos niveles de violencia y delincuencia presentes en Estados Unidos, como en otros países, que llevaron a los gobiernos a poner en el centro el pleno empleo, para así mejorar los niveles de vida de la población, y hacer frente a sus problemas. En ello contribuyó la Segunda Guerra Mundial, que llevó a los gobiernos a incrmentar sus presupuestos hacia la industria bélica.
El pleno empleo fue prioridad de las políticas económicas por muchas décadas, hasta que a fines de los años 70, dejó de estar en el centro, para pasar a priorizar los objetivos de reducción de la inflación a favor del sector financiero. Pasaron a predominar políticas monetarias restrictivas, así como la disciplina fiscal, para alcanzar tal objetivo, a través de contraer demanda, a costa de sacrificar la dinámica económica y la generación de empleo. Ello evidencia el gran poder económico y político que tiene el sector financiero a nivel mundial, y el bajo poder político de los trabajadores y los que buscan empleo, que no logran generar la presion política para que la política económica atienda sus demandas de empleo dígno y bien remunerado.
En México, tenémos décadas en donde la prioridad ha sido la “estabilidad macroeconómica”, que ha llevado a reducir la participación del Estado en la actividad económica, así como a la autonomía del banco central, donde su único objetivo es la estabilidad del poder de compra de la moneda (a través de la apreciación del peso y el abaratamiento del dólar), lo cual ha actuado a favor de la cúpula empresarial, que pasa a invertir donde el gobierno deja de hacerlo, así como del sector financiero, y de aquellos que nos venden productos desde el exterior. Todo lo cual ha afectado a la producción y al empleo nacional.
La perspectiva que presenta la OIT a nivel mundial, es consecuencia del predominio que tiene el sector financiero, que sigue imponiendo políticas económicas a su favor, por lo que han dejado de operar los estímulos fiscales que actuaron en varios países en 2008 y 2009 para salir de la recesión, lo que lleva nuevamenta a las economías a reducir el crecimiento alcanzado en 2010, y por lo tanto a mantener las altas tasas de desempleo.
En México no hay preocupación alguna por parte del gobierno de encarar el desempleo y la miseria, para así poder reducir el clima de delincuencia generalizada que se está presentando en el país. Se insiste en la supuesta “estabilidad macroeconómica”. Su preocupación es el incremento de las reservas internacionales para solventar cualquier estampida especulativa que se presente en contra del peso, para quedar bien con el sector financiero. Se pone en el centro del combate a la delincuencia, el fortalecimiento de las fuerzas armadas y de las policías, así como la cooperación con EU, sin contemplar ninguna política encaminada a generar empleos bien remunerados.
No reconocen que el empleo es la mejor herramienta para combatir la pobreza y la delincuencia, así como para la salud de la economía, para incrementar el poder adquisitivo de la gente, y dar así oportunidades a las empresas de crecer. El empleo es crucial para establecer el sentido de seguridad de la persona, y su autoestima. Sin embargo para el gobierno, el desempleo no es problema, ya que sus estadísticas presentan tasas de desempleo, por debajo de las de Estados Unidos y Europa, ya que en sus cuentas los trabajadores ambulates, los franeleros, los boleros, los delicuentes, etcétera, se contabilizan como trabajadores por cuenta propia.
Al continuar rezagando el objetivo de pleno empleo, y priorizando los objetivos de estabilidad del tipo de cambio a favor del sector financiero, proseguirán los problemas de desempleo, miseria y delincuencia.